puedes detestar tu cancer porque no puedes detestar- te a ti mismo (pienso, sin decirlo: por supuesto que puedes). Tu cancer no es un adversario: es tu mismo.
Entiendo lo que me dice Etienne: que esas frases y la que se oculta detras de ellas han sido decisivas. Lo creo, se que habla de algo que ha sonado perfectamente claro en su oido, pero que por ahora no suena claro en el mio. Pienso que hay que esperar, que no hemos acabado el tema de la primera noche.
La imagen de la rata, sin embargo, me resulta familiar. Salvo que el animal que a mi me roe por dentro es un zorro. La rata de Etienne procede de
Le conte a Etienne que un dia fui a ver al viejo psicoanalista Francois Roustang. Le hable del zorro que yo aun tenia la esperanza de expulsar descubriendo como y por que, hacia el fin de mi infancia, se habia alojado alli, debajo de mi esternon, para comprimirme y roerme el plexo solar. Roustang se encogio de hombros. Ya no creia en las explicaciones ni, por lo demas, en el psicoanalisis, sino solo en la exactitud de los gestos. Dejelo salir, me dijo. Dejele que se haga un ovillo, ahi, en esa butaca. No tiene otra cosa que hacer. Ya ve, esta ahi. Esta tranquilo. Y cuando me despedi, al estrecharle la mano: puede dejarmelo, si quiere, me dijo. Yo se lo guardo.
Crei que eso resultaria, por un momento. No volvi a recoger al zorro, volvio el por su cuenta. Hoy me deja en paz, porque duerme o porque, como espero, se ha marchado definitivamente, pero en la epoca de mis conversaciones con Etienne, hace tres anos, todavia estaba alli. Me hacia sufrir. Y Etienne me ayudaba a escucharle.
Le aplicaron de inmediato la quimioterapia, con la esperanza de salvarle la pierna, y se la salvaron. Soporto valientemente la mayor parte del tratamiento; lo que no soportaba era la idea de perder el pelo y el vello. Era un adolescente inquieto, atormentado, con la virilidad aun no del todo afianzada. Las chicas le asustaban tanto como le atraian. Asi que cuando empezo a perder el pelo, cuando a la imagen que veia en el espejo se superpuso la del zombi en que pronto iba a convertirse, calvo, sin cejas, sin vello alrededor del sexo, por mas que le asegurasen que volveria a crecer enseguida, la angustia fue tan fuerte que abandono el tratamiento. Por iniciativa propia, a hurtadillas, sin decirselo a nadie. Solamente le quedaban algunas sesiones que duraban medio dia y no tres dias como al principio: sus padres le habrian acompanado de buena gana, pero les dijo que preferia ir solo en el metro, y en realidad no iba. En Curie explico que seguia el tratamiento en una clinica de Sceaux, incluso pidio una receta para ello, y debio de ser convincente, porque nadie llamo a sus padres para cerciorarse de que todo discurria con arreglo al protocolo. Ocupaba las horas que se tomaba libres callejeando por Paris, hojeando libros en las librerias del Barrio Latino. ?En que pensaba al hacer novillos de la quimioterapia como quien falta a las clases sin importancia de fin de curso? ?Era consciente del riesgo que corria? El dice que si. Dice tambien que cuando tuvo una recaida se pregunto: ?habria recaido si hubiera seguido la quimioterapia hasta el final? ?Habria perdido la pierna? No tiene una respuesta, y rapidamente se desintereso de la cuestion.
Aprobo el bachillerato en junio y el verano siguiente, en lugar de descansar, como le recomendaban, encontro un trabajillo de estudiante en la Fnac Sport, en la seccion de raquetas de tenis. El deporte le estaba prohibido, porque si se le rompia la tibia no se le reconstruiria,
Al cabo de un ano le dijeron que estaba curado. Solo tenia que pasar las pruebas de control, primero cada tres meses y despues cada seis. Iba al Instituto Curie al salir de las clases de derecho en el Panteon. La sala de espera estaba llena de cancerosos a los que miraba con verdadero asco. Se acuerda de que un dia llevaron en una camilla a una mujer en un estado espantoso. Debia de pesar treinta y cinco kilos y tenia la cara como si se la hubiesen encogido los jibaros. Le hicieron entrar antes y el penso, furioso: ?por que ella pasa antes que yo, que tengo tantas cosas que hacer en la vida, mientras que a ella solo le queda palmar? No se avergonzaba de esta dureza, al contrario: estaba orgulloso. La enfermedad le repugnaba, asi como los enfermos; ya no era asunto suyo.Tenia veintidos anos cuando recayo. Un dolor tan intenso en la misma pierna que no podia dormir y caminaba con dificultad. Me cuesta creerle cuando me asegura que ni el ni su familia pensaron al instante en una recidiva, porque le consideraban tan bien curado que un dolor en la pierna, incluso muy vivo, no podia ser nada grave: una lesion muscular, una tendinitis. En todo caso, no
La cita en el Instituto era a la una de la tarde y a las nueve de la manana tenia un examen oral de licenciatura en el Panteon. El examinador se retraso y a las once todavia le estaban esperando. Etienne fue a la secretaria a explicar su situacion: tenia que estar a la una en el Instituto Curie de la calle Ulm. Era importante, iban a decidir si le cortaban o no la pierna izquierda. No es enemigo del teatro y no se privo de disfrutar la turbacion que esta noticia suscitaba en la secretaria. Esta propuso que en vista de las circunstancias se pospusiera el examen, solo para el, pero Etienne se nego y ella se las arreglo para encontrar otro examinador. Etienne considera que hizo bien el oral y, habida cuenta a la vez de su merito y de la compasion que debio de inspirar su estado, aun hoy se asombra de no haber obtenido mas que 12 puntos. [5]
En el Curie recibio el veredicto: cancer de perone, habia que amputar, y lo mas rapidamente posible. Los medicos proponian, al igual que cuatro anos antes, hospitalizarle de inmediato para operarle al dia siguiente, pero Etienne se mantuvo firme: tenia una fiesta el domingo siguiente para celebrar los veinte anos de Aurelie, su novia, y queria asistir. Ellos cedieron: ingresaria en el hospital la noche del domingo y la operacion se realizaria la manana del lunes.
Trato de imaginar no solo su estado al salir de la consulta, sino el de su padre, que le habia acompanado. Si hay una pesadilla peor que la de saber que van a cortarte la pierna es saber que se la van a cortar a tu hijo de veintidos anos. Su padre, por anadidura, habia sufrido en su juventud una tuberculosis osea y se preguntaba si el cancer de Etienne no tendria algo que ver con aquello. Esta hipotesis mas que dudosa anadia culpabilidad al atroz sentimiento de impotencia que experimentaba. Loco de dolor, pedia en serio que le amputasen la pierna a el para despues injertarsela a su hijo. Etienne se rio y dijo: no quiero tu vieja pierna, quedatela.
Le pidio que le llevara en coche a casa de Aurelie, que tambien vivia en Sceaux, y que pasara a recogerle mas tarde. Salia con Aurelie desde hacia dos anos y habian tenido juntos su primera experiencia sexual. Ella era muy bonita, muy fina, y el todavia piensa hoy que muy bien podrian haberse casado. Se acostaron en la cama y el le dijo: el lunes van a cortarme la pierna, y por fin rompio a llorar. Mientras iba anocheciendo, se quedaron horas abrazados, o mas bien el permanecio en los brazos de ella, que le estrechaba con todas sus fuerzas y le acariciaba el pelo, la cara, el cuerpo entero, quiza hasta la pierna que pronto ya no existiria. Ella le decia en voz baja palabras tiernas, pero cuando el le pregunto si le seguiria queriendo con una sola pierna, ella fue honesta: no lo se.
La vispera de la fiesta sucedio algo extrano. Etienne tomo prestado el coche de su padre, sin decir para que, y fue a una sauna de la calle Sainte-Anne a tirarse a un tio. Nunca le habia ocurrido esto ni le volvio a ocurrir despues, no se siente en absoluto homosexual, pero aquella noche lo hizo. Es una de las ultimas cosas que hizo en posesion de las dos piernas. ?Hizo que, exactamente? Como en algunas escenas de sueno, no se acuerda de nada, o solo recuerda detalles perifericos. El trayecto de ida. Dejar el coche en un aparcamiento de la avenida de