que la vida, que quiere vivir, se abre un camino en ellos es quiza la enfermedad, y no una cualquiera: el cancer. Precisamente porque creo esto me escandalizan tanto los que dicen que somos libres, que la felicidad se decide, que es una eleccion moral. Para esos profesores de la alegria la tristeza es una falta de gusto, la depresion una senal de pereza, la melancolia un pecado. Estoy de acuerdo, es un pecado, incluso un pecado mortal, pero hay personas que nacen pecadoras, que nacen condenadas, y a las que todos sus esfuerzos, todo su coraje y su buena voluntad no liberaran de su condicion. Entre los que tienen una fisura en el nucleo y los que no la tienen ocurre igual que entre los pobres y los ricos, igual que la lucha de clases, sabemos que hay pobres que dejan de serlo, pero que la mayoria no, siguen siendolo, y decirle a un melancolico que la felicidad es una decision es como decirle a un hambriento que coma bollos. Asi que yo creo que la enfermedad mortal y la muerte pueden ser para esas personas una oportunidad de vivir, como afirma Pierre Cazenave, y lo creo tanto mas porque, si hay que confesarlo todo, en algunos momentos de mi vida he sido lo bastante desdichado como para desearlas. Al escribir esto pienso que ahora estoy muy lejos de aquello. Pienso incluso, por presuntuoso que sea decirlo, que estoy curado. Pero quiero recordarlo. Quiero recordar aquel que he sido y que son muchas otras personas. No quiero volver a serlo pero tampoco quiero olvidarlo ni mirar por encima del hombro al hombre al que el zorro devoraba y que hace tres anos empezo a escribir este libro.

El pez escorpion, el libro de Nicolas Bouvier que yo leia en Ceilan, tambien termina con una frase de Celine: «La peor derrota en todo es olvidar, y es sobre todo lo que te lleva a la tumba.»

Al salir de la Escuela Nacional de la Magistratura, Etienne opto por dos cosas: afiliarse al sindicato de jueces y aceptar un puesto dificil, el de juez de aplicacion de penas en Bethune. El sindicato es la guarida de pequenos jueces rojos que se niegan a formar parte del circulo de notables, pisan los talones a los criminales de guante blanco y son acusados de administrar una justicia de clase en version inversa. El ejemplo clasico de esta tendencia es la historia del notario de Bruay-en-Artois, acusado de violacion y asesinato no sobre la base de indicios convincentes, sino debido a su hermosa casa, su hermoso coche y su barriga de rotario. En cuanto a Bethune, precisamente es igual que Bruay, el norte desheredado: desempleo, miseria, residuos mineros abandonados y violaciones, en los aparcamientos, de analfabetas alcoholicas por otros analfabetos alcoholicos. Aunque las dos opciones de Etienne se sostienen, van juntas, no tardaron en contradecirse. Bastante rapido, se sintio apadrinado por algunos de los mas mayores del sindicato, que evolucionaban en el mundo politico. Esos cuarentones de la generacion del 68 habian sabido aprovechar el triunfo de la izquierda para repartirse los puestos importantes. Aun tenian por delante veinte anos largos para monopolizarlos y obstruir las carreras de sus colegas mas jovenes, pero un novicio talentoso y flexible podia recoger las migajas. Era el segundo septenato de Mitterrand. Joven promesa de la izquierda judicial, Etienne fue elegido para participar en una comision de reforma de la aplicacion de las penas que habria podido abrirle las puertas de un despacho ministerial. Uno de los componentes de su deseo de ser juez era, segun propia confesion, el gusto por el poder y por una vida confortable, y por tanto no podia ignorar, el, que tiene una aguda conciencia de clase, que se estaba desclasando. En otro tiempo, los jueces eran personas importantes, pero el ano en que salio de la Escuela Nacional de la Magistratura, en 1989, fueron relegados por el protocolo a una posicion inferior a la de los subprefectos, y poco a poco empezaron a no invitarles ya a las recepciones oficiales. A diferencia de la mayoria de altos funcionarios, que sobre todo en provincias tienen coche oficial y alojamiento gratuito, no gozan de ningun privilegio en especie. Trabajan en locales sin calefaccion, con viejos telefonos grises, sin ordenadores y con secretarias judiciales adustas. En una generacion, el notable que ostentaba el mas alto rango se ha convertido en un don nadie que se desplaza en metro, almuerza el menu de una cafeteria, y cada vez mas a menudo ese don nadie es una mujer, signo inconfundible de la proletarizacion de un estamento. Etienne, que ama las comodidades y se considera un burgues, tenia todos los motivos para aprovechar la primera ocasion de emigrar hacia esferas mas pudientes. No dice hasta que punto se lo habian propuesto, pero se que es demasiado orgulloso para jactarse de ello, y creo que tambien ha sido el orgullo la causa de que haya elegido, elegido realmente, es decir, pudiendo hacerlo, ser un pequeno juez de a pie entre los mendigos de Pas-de-Calais.

Lo que hace en su despacho de juez de aplicacion de penas se parece un poco a lo que ocurre en la consulta de un psicoanalista. Su funcion es escuchar y tratar de descubrir lo que es capaz de oir el tipo que tiene delante.

Su clientela se compone de gente muy baqueteada: muchos son heroinomanos y seropositivos. Las posibilidades de que se rehabiliten son escasas, las buenas palabras son a priori inutiles. Sin embargo existen esas buenas palabras, es decir, las que son a la vez verdaderas y oportunas, y en ocasiones hasta eficaces.

Lo que Etienne descubre ante estos individuos perdidos, aplastados, en mala situacion desde el principio, es que cuanto mas dificil es oir lo que le dicen, tanto mas sosegado esta. Ante los sufrimientos ajenos, recobra instintivamente la postura que le permitio soportar los suyos cuando tenia cancer. Anclarse en el fondo de si mismo, en las entranas. No rebelarse, no luchar, dejar que actue el medicamento, el curso de la enfermedad, el de la vida. No buscar algo inteligente que decir, dejar que las palabras salgan libremente de la boca: no son necesariamente las buenas, pero solo asi tienen estas una oportunidad de salir.

Muchas veces habla de si mismo. A alguien que tiene miedo y se desprecia, le habla de su propio miedo, de la imagen degradada que pudo tener de si mismo. A un enfermo le habla de su enfermedad. No son temas en los que adopta una pudica reserva. Sus dos canceres y la falta de una pierna impresionan a sus clientes, y el lo sabe. No tiene escrupulos en utilizarlo, es bueno que sus miserias sirvan para algo.

?Para que sirven, de hecho? ?Para ser mas humano? ?Mas sabio? ?Mejor? Dice que detesta esta idea. Respondo que a mi me parece correcta. Un poco biempensante, un poco catolicona, diria Helene, pero en definitiva justa, y Etienne constituye la prueba viviente.

?Que quieres decir? ?Que soy un tio majo porque he tenido cancer y me han cortado una pierna? ?No exageras un poco?

Digo que no, no, reconozco que es mas complicado, que puedes haber tenido un cancer y seguir siendo un cabron o un cretino, pero de hecho si, es eso lo que digo. Y lo que no digo, de la misma forma que no hablo de Fritz Zorn o de Pierre Cazenave, es que en mi opinion su cancer le ha curado.

Trato de imaginar a ese joven juez que cojea por las aceras de Bethune. No vive alli, no exageremos, alquila un apartamento en Lille. Tiene sus libros, sus discos. Por la noche se quita la protesis y se acuesta solo en la cama. Siempre solo. Los tratamientos, la degradacion fisica, la caida del pelo y del vello han sometido su libido a una dura prueba. Ahora esta mejor, le ha crecido el pelo, tiene ingenio, cabe decir que es un hombre seductor, pero no se puede decir, francamente, que la falta de una pierna no sea un problema en la vida y con las mujeres. Aun no ha encontrado a la que le aceptara tal como es, la que le habria amado con dos piernas pero que va a conocerle y amarle con una sola. ?Presiente que ocurrira, que algo va a cambiar y a hacer posible el amor, la confianza? ?O bien desespera? No, no desespera. Ni siquiera ha desesperado en el fondo del pozo. Siempre ha conservado ese apetito de vivir elemental que, a la salida de las pesadillescas sesiones de quimioterapia, le impulsaba a empujar la puerta del cafe que habia enfrente del Instituto Curie, acodarse en la barra y pedir un bocadillo enorme de salchichon que devoraba diciendose que, a pesar de todo, era bueno vivir, y vivir en la piel de Etienne Rigai. Esto no obsta para que sea prisionero de lo que los psiquiatras llaman un double bind, un doble impedimento que le hace perder en los dos tableros. Cruz, ganas tu; cara, pierdo yo. Que te rechacen porque solo tienes una pierna es duro; peor aun es que te deseen por la misma razon. La primera vez, dice, que una chica me dio a entender que no se acostaba conmigo por esto, fue una bofetada en plena jeta. Pero a otra chica le oi por casualidad decir delante de un monton de gente: me excitaria acostarme con Etienne porque tiene una pata de palo, y te aseguro que esto fue todavia mas dificil de encajar. Sin embargo, tambien hay que aprender a hacerlo. Una cosa que me ayudo fue que hacia el final de aquel largo desierto sexual, tuve una relacion con una chica que habia sido violada por su padre en la infancia y, mas tarde, en la adolescencia, por dos desconocidos. Estaba totalmente aterrorizada por el sexo. A mi tambien, en aquella epoca, me aterraba el sexo. Los dos estabamos aterrados, y sin duda por eso nos acostamos juntos. Hicimos lo que pudimos para tener menos miedo, y fue algo extraordinario. Sexualmente extraordinario, te digo, de una ternura y un abandono increibles: una de las grandes experiencias de mi vida. Se la he contado a menudo, en mi despacho de juez, a mujeres violadas, o a muchachos, incluso. Les decia: es verdad, lo que os ha ocurrido

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