Habia empezado una psicoterapia despues del primer cancer. Asegura que no tenia nada que ver con la enfermedad, de la que entonces se consideraba curado, no: la inicio a causa de problemas sexuales. No se extiende mas sobre este tema, pero lo que me parece seguro es que la confianza sexual que hoy posee es proporcional a la miseria que la precedio. En la epoca del segundo cancer y la amputacion, su psicoterapeuta iba a verle todos los dias a la clinica. Era apenas diez anos mayor que Etienne. Un paciente joven, canceroso y amputado era algo nuevo para el. Decia: los dos somos novatos, no se que hacer, no se adonde vamos. A Etienne esto le tranquilizo.

La psicoterapia se transformo en un analisis que duro nueve anos. A lo largo del periodo en que Etienne fue alumno de la Escuela Nacional de la Magistratura en Burdeos, y despues magistrado en el norte, dos veces por semana tomaba el tren a Paris y no falto a ninguna de las sesiones. De esta experiencia asidua extrajo, mas aun que una familiaridad, una confianza casi religiosa en el inconsciente. No es, o al menos no se declara creyente, pero tiene el gusto y el don de abandonarse a este poder que, en el fondo de si mismo, es mas poderoso que el, quiza tambien mas sabio. Este poder no es exterior, no es un dios personal ni trascendente. Es todo lo que, siendo el, no es el, lo que le supera, le inspira, le maltrata y le salva, y a lo que poco a poco ha aprendido a dejar que actue. No dire que llama inconsciente a lo que los cristianos denominan Dios, pero quiza si a lo que los chinos llaman Tao.

Llegado a este punto, voy con pies de plomo. Me figuro que hablo mucho de su cancer en sus sesiones de psicoanalisis y, para decir las cosas brutalmente, me asombra que con una fe semejante en el poder del inconsciente se declare tan hostil a toda interpretacion psicosomatica del cancer. Sobre este particular, Etienne no discute, sino que tira a dar. Dice que a la gente que dice: viene de la cabeza, o del estres, o de un conflicto psiquico no resuelto, tengo ganas de matarla, y tambien la mataria cuando dice lo que va unido a esto: te libraste porque has luchado, porque tuviste valor. No es cierto. Hay personas que luchan, que son muy valientes y sucumben. Por ejemplo: Juliette.

Dijo esto desde el primer dia, el de su encuentro con la familia de ella, lo repitio durante nuestra primera entrevista a solas, y yo hice cada vez como si estuviera de acuerdo, pero la verdad es que no estoy seguro de estarlo. Por supuesto, no tengo una teoria ni autoridad para tenerla sobre una cuestion tan controvertida y, por otra parte, imposible de zanjar. Al expresarme a este respecto, se que no digo nada sobre la etiologia del cancer, sino, a lo sumo, algo de mi, que es lo siguiente: por un lado, intuitivamente, pienso que no, que el cancer no es una enfermedad que viene del exterior, por azar (en todo caso no siempre, no forzosamente), y por otro, y sobre todo, creo que Etienne, en el fondo, tampoco lo piensa, o que finge que lo piensa con tanta vehemencia que no deja de parecer una defensa.

Relei Bajo el signo de Marte, [6] de Fritz Zorn, que me perturbo, como a tantos otros lectores, cuando se publico en 1979. Las primeras frases dicen asi: «Soy joven, rico y culto; y soy infeliz, neurotico y estoy solo. He tenido una educacion burguesa y me he portado bien toda mi vida. Por supuesto, tambien tengo cancer, cosa que se deduce automaticamente de lo que acabo de decir. Pero con el cancer existe una doble relacion: por una parte es una enfermedad corporal, de la cual probablemente muera en un futuro no muy lejano, pero que quiza pueda llegar a superar y a sobrevivir; por la otra, el cancer es una enfermedad del alma de la que solo puedo decir: es una suerte que finalmente haya hecho eclosion.» Y esta es la ultima frase: «Me declaro en estado de guerra total.» Parece demasiado hermoso, pero es cierto: Zorn, que quiere decir «colera», es un seudonimo: el verdadero nombre del autor era Angst, que quiere decir «angustia». Entre estos dos nombres, entre estas dos frases, aquel joven patricio docil, alienado, «educado a muerte», como dice el, se convirtio al mismo tiempo en un rebelde y en un hombre libre. La enfermedad, la aterradora cercania de la muerte le ensenaron quien era, y saber quien eres -Etienne diria mas bien: donde estas- se llama estar curado de la neurosis. Al releer Bajo el signo de Marte no he dejado nunca de pensar en la vida que habria vivido Zorn si hubiese sobrevivido, en el hombre realizado que habria llegado a ser si hubiera tenido la oportunidad de gozar de esta ampliacion de la conciencia que habia pagado tan cara. Y pense que ese hombre realizado era para mi Etienne.

No me atrevi a decirselo, ni a hablarle de otro libro, menos conocido y que aquel verano me impresiono casi tanto como el otro. Se titula Le Livre de Pierre y es una larga entrevista de Louise Lambrichs con Pierre Cazenave, un psicoanalista que durante quince anos sufrio un cancer del que murio antes de la publicacion de su libro. No se definia como alguien «que tiene un cancer», sino como un «canceroso». «Cuando me anunciaron que tenia cancer», dice, «comprendi que siempre lo habia tenido. Era mi identidad.» Psicoanalista y canceroso, se hizo psicoanalista para cancerosos, partiendo de la intuicion personal e intima, pero verificada con la mayor parte de sus pacientes, que «el peor sufrimiento es el que no se puede compartir. Y el enfermo de cancer casi siempre experimenta este sufrimiento por partida doble. Doblemente porque, enfermo, no puede compartir con quienes le rodean la angustia que siente, porque debajo de este sufrimiento yace otro, mas antiguo, que data de la infancia y que tampoco ha sido compartido ni observado por nadie. Pues bien, lo peor es eso: que nunca te hayan visto, que no te hayan reconocido nunca».

Para eso sirve, dice, psicoanalizar a los cancerosos: para ver y reconocer este sufrimiento, para que al menos el paciente se cure de el. Lo cual no le librara de la muerte, pero entre Moliere, que se burlaba de los medicos cuyos enfermos mueren curados, y el gran psicoanalista ingles Winnicott, que pedia a Dios la gracia de morir plenamente vivo, Pierre Cazenave esta claramente de parte de Winnicott. Su cliente es el enfermo que acoge su enfermedad no como una catastrofe accidental, sino como una verdad que le concierne intimamente, una oscura consecuencia de su historia, la expresion ultima de su infelicidad y desazon ante la vida. En ese enfermo, y cuando Pierre Cazenave habla de ese enfermo habla tambien de el mismo, no ha llegado a construirse algun elemento del narcisismo primario. Una falla profunda horada el mas antiguo nucleo de la personalidad. Segun el, hay dos clases de hombres: los que suenan a menudo con que caen en el vacio y los demas. Los segundos han sido sostenidos, y bien sostenidos, viven en la tierra firme, se mueven con seguridad por ella. Los primeros, por el contrario, sufriran toda su vida vertigo y angustia, un sentimiento de no existir realmente. Esta enfermedad del bebe puede subsistir mucho tiempo de un modo silencioso en el adulto, en forma de una depresion invisible incluso para el, y que un dia se transforma en cancer. Entonces no se asombra, lo reconoce. Sabe que ese cancer es el. Toda su vida ha temido una cosa que, en efecto, ha llegado. En quienes han vivido este desastre y que, por supuesto, lo han olvidado, el anuncio de la enfermedad mortal resucita el recuerdo: el desastre actual reactiva el antiguo y causa un malestar psiquico intolerable cuyo origen no comprenden. Pierre Cazenave analiza esta afliccion verdaderamente pavorosa como el sobresalto desesperado de aquel ser clandestino que, en el fondo de si mismo, nunca ha tenido derecho a la existencia y que de repente oye que tiene los dias contados. Para quien siempre ha tenido la sensacion de existir, el anuncio de la muerte es triste, cruel, injusto, pero puede integrarlo en el orden de las cosas. Pero ?y para quien, en el fondo de si mismo, ha tenido siempre la sensacion de no existir realmente? ?De no haber vivido? El psicoanalista propone a este paciente que transforme la enfermedad e incluso la cercania de la muerte en una ultima oportunidad de existir realmente. Cita esta frase misteriosa, desgarradora, de Celine: «Quiza sea eso lo que buscamos a lo largo de la vida, nada mas que eso, la mayor congoja posible para llegar a ser uno mismo antes de morir.»Pierre Cazenave no es un teorico, habla unicamente de la experiencia: la suya y la de sus pacientes, con la cual la vincula, son la formula con que define su arte, y me gustaria ser digno de apropiarmela, «una solidaridad incondicional con la congoja insondable que entrana la condicion humana». En el cuadro clinico que describe, reconozco a alguien que no tenia cancer, que, es horrible decirlo, no tuvo esta suerte, y que se invento uno porque sabia oscuramente que era su verdad, porque oscuramente aspiraba a que sus celulas reconocieran esta verdad. Como no la reconocieron, no le quedo mas remedio que la mentira. Ese alguien es Jean-Claude Romand. En el cuadro reconozco tambien una parte de mi mismo, la que se reconocio en Romand, pero yo tuve suerte, pude hacer libros con mi dolencia en vez de metastasis y mentiras. Reconozco, por ultimo, algo de Etienne, que tenia pesadillas horribles, que mojaba la cama hasta muy tarde, que esta convencido de que su padre fue violado de nino. Asi que, por supuesto, no creo que todos los canceres se expliquen de este modo, pero creo que hay personas cuyo nucleo central tiene una fisura practicamente desde el principio, y que, a pesar de todos sus esfuerzos, su valentia, su buena voluntad, no pueden vivir realmente, y que una de las maneras en

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