papel pintado con sus asquerosas manos. «Estuvimos aqui, en tu casa.» Los senores huyeron a las ciudades y pidieron ayuda a la corte, mientras en el campo los cielos se volvian rojizos por los fuegos y los campesinos, como caballos de tiro, tiraban de sus carros de madera bien cargados con articulos robados por los campos. En Moscu, los estudiantes de la universidad quemaron retratos del zar y colgaron banderas rojas de los tejados de los edificios. Incluso en Letonia, en Finlandia, en Georgia, en mi propia Polonia, hubo huelgas, barricadas y luchas callejeras por parte de la gente que nunca habia disfrutado y habia soportado a duras penas el dominio ruso. Si, los antiguos disturbios de Rusia de la decada de 1820 habian vuelto, y de repente, con mucha mas fuerza aun.
Durante aquel ano terrible, Niki se llevo a Alix, Alexei y las ninas y se retiraron a la rutina del ano imperial: invierno en Tsarskoye, primavera en Livadia, verano en Peterhof, Polonia en otono para cazar, de vuelta a Tsarskoye para el largo invierno ruso. Pero al retirarse de su pueblo, el tambien se apartaba de mi. No se habia dejado ver en la capital desde la fiesta de la Epifania. ?No se olvidaria de que yo existia, y mientras el hijo de Alix estuviese sano, se olvidaria tambien de la existencia del mio? Porque no todos los hemofilicos morian jovenes. El principe Leopoldo de Inglaterra habia vivido hasta los treinta y un anos. Era posible que mi hijo y yo tuvieramos que esperar treinta y un anos mas antes de que Niki volviese la cabeza hacia nosotros de nuevo. ?Por entonces Niki y Vova serian unos completos desconocidos! Lejos del teatro, secuestrados en aquel palacio y en nuestra posicion social, Vova y yo eramos invisibles para la corte y por tanto para el zar. Yo nunca habia sido invisible. Y por eso, en febrero de 1905, decidi volver al escenario del Mariinski. Como ya habia completado mi ciclo obligatorio de diez anos como bailarina y por tanto habia devuelto al tesoro la deuda que contraje por recibir ensenanza gratis, ahora podia negociar un contrato mejor para mi con el ministro de la corte, y pedir unos honorarios por representacion, ademas de un salario anual. Y yo sabia que el zar aprobaria lo que yo le pidiera. Como habia dicho mi padre, de mi arte procedia mi poder, aunque no era exactamente esto lo que el queria decir.
Debido a mi corta ausencia, sin embargo, yo ya no estaba en forma y habia ganado algo de peso, de modo que empece a ayunar y a practicar, cosa que hacia en privado, en casa. Un truco que tenia era colocar cuatro sillas a mi alrededor y comprobar mi precision y nervios al ejecutar grand battements sin tropezar ni romper la pata de ninguna silla… y cuando pense que ya estaba de nuevo en forma, me reuni con mi hermana en la Perspectiva Liteini, en la sala de baile de mi padre, donde baile para ella las variaciones de todos los ballets de mi repertorio, y ella me aseguro que yo ya estaba bien, porque, por supuesto, eso era lo que yo queria oir. Pero al volver al teatro, triunfante, descubri que la vida habia seguido sin mi: se alzaba el telon, los tramoyistas subian y bajaban los escenarios, los antiguos bailarines se retiraban y jovenes estudiantes recien graduados en ella ocupaban su lugar, Pavlova, Karsavina, Fokine y Nijinski, que finalmente se harian un nombre como Les Ballets Russes. Han oido hablar de ellos porque bailaron en Occidente, pero mi nombre quiza sea un misterio, porque yo siempre preferi bailar en Rusia, en Peter, para el zar. Pero lo peor de todo es que a mis rivales les habian asignado lo que habian sido mis papeles en mis ballets. En los Teatros Imperiales, una bailarina no compartia sus papeles. Una vez que hacia su debut en un ballet, despues de retirarse otra, ese ballet le pertenecia hasta que ella se retiraba a su vez. Mientras yo estaba fuera midiendome la cabeza para probarme la corona, mi antigua rival Olga Preobrazhenskaya habia heredado mi papel de Lise en La Filie mal gardee, y al volver a casa, yo, por supuesto, pedi mi antiguo papel. Pero el coronel Teliakovski -un bobo mojigato al que yo nunca habia gustado por mi libertinaje con los Romanov, que una vez vino a verme mientras yo estaba sentada charlando con Sergio Mijailovich en mi camerino, vestida solo con una tunica, y levanto la nariz como si hubiese visto un monton de basura, y que en 1924, como todos los exiliados, escribio sus memorias y en ellas me calumnio imperdonablemente no solo como mujer, sino tambien como bailarina, llamandome «vulgar», «banal» y describiendo mis piernas, maravillosamente bien formadas, como «gordas» (si, todos habiamos perdido nuestro pais, a nuestro zar, nuestro teatro, y sin embargo seguiamos con nuestras ridiculas rivalidades, de las cuales nadie se preocupaba excepto nosotros)-, ese coronel Teliakovski, se nego a dejarme que recuperara mi papel. Supongo que penso que con la perdida del zar y el gran duque Sergio yo me habia quedado sin poderes, una bola de tul que podia alejar soplando con su rancio aliento. Podia haberme dejado volver al teatro, pero penso que no tenia que programar ninguna danza para mi. Yo podia haberme dirigido al zar, pero no queria que me viera como suplicante, sino mas bien como su igual, su consorte. De modo que me encargue del asunto yo misma, con mis propias manos arteras. Literalmente. Durante un cambio de escena de La Filie, una noche, bajando desde mi palco de artista y parloteando alegremente con las bailarinas entre bambalinas, abri furtivamente la portezuela de la jaula de los pollos. ?Conocen el ballet La Fille? Ambientado en un pueblecito frances en el ano 1750, se inicia en el corral de madame Simone y su hija Lise. Ahora ya no se usan animales vivos en escena, pero a principios del siglo XX en Rusia a menudo usabamos los de pelo, pluma y pezuna. Los forillos pintados no tenian el encanto suficiente para el zar y su corte. Empleabamos caballos en La bella durmiente, una cabra en Esmeralda, pollos en la La Filie… los caballos iban engalanados con mantas bordadas y jaeces con plumas, la cabra iba conducida por una cuerda trenzada y llevaba una campanita en el collar, los pollos picoteaban semillas en sus jaulas, en el corral frances. Para animales mas dificiles de obtener (como los monos) usabamos ninos de la escuela disfrazados. Por ejemplo, el gran coreografo George Balanchine, que entonces era el pequeno Girgi Balanchivadze, saltaba de arbol en arbol disfrazado de mono en La hija del faraon, mientras yo le apuntaba con mi precioso y pequeno arco.
Estaba comodamente arrellanada en mi palco para presenciar el primer acto cuando uno de los pollos dio contra la puerta de alambres y la abrio de par en par, y al momento siguio un estallido de cacareos, plumas y garras, mientras los tramoyistas y algunos de los bailarines vestidos de chicos pueblerinos perseguian a las aves en circulos y luego, cogiendolas por el cuello o las patas, o sujetandolas debajo del brazo, intentaban meter a los reacios pollos a empujones en sus jaulas. ?Como se reia el publico! Olga se quedo alli plantada, contemplando el caos, con el trozo de cinta azul con el cual se disponia a enlazar a su galan Colin colgando caido entre sus manos. Mi pequeno truco la habia puesto tan nerviosa que el siguiente divertissement -en el cual ella y Colin formaban bonitas formas con aquella cinta y se entrelazaban el uno con el otro en ella- quedo convertida en una ruina llena de nudos, de los cuales mi antiguo companero Nicolai Legat no pudo desprenderse, y todo ello mientras continuaban las risas del publico. No chasqueen la lengua. Un pollo suelto, un lazo que cerraba un corpino suelto, un precio pequeno para asegurar que el publico veia a quien realmente queria ver. Mediante tales tretas y travesuras fui recuperando mis antiguos papeles uno a uno, y esperaba que apareciese Niki en el palco imperial para verme actuar en ellos, para recordar lo brillante, lo vivaz y lo encantadora que era yo. Y leal tambien.
Pero a medida que progresaba la temporada y Niki no hacia su aparicion en el teatro, lo hizo la Revolucion. Dentro de los teatros, lo crean o no, la Revolucion tambien se hacia sentir a su manera. Los actores y bailarines y musicos empezaron a rebelarse, igual que los febriles trabajadores de las calles, aunque sus demandas eran distintas. Los estudiantes del conservatorio de musica pedian montajes mensuales de opera y una biblioteca, y querian que M. Aver dejara de pegar a sus alumnos en la cabeza con su arco. Rimski-Korsakov, mi antiguo casero hasta que el zar compro su casa y se la quito practicamente de las manos, fue despedido como director del conservatorio por apoyar a los estudiantes, y como si eso no fuese suficiente, el zar tambien prohibio su musica en los Teatros Imperiales. Por mi hermano supe que los bailarines mantenian reuniones furtivas en los apartamentos de sus padres, que desaprobaban todo aquello, y con ello me refiero a los bailarines jovenes, desde luego, los recien graduados de la escuela con menos experiencia. Lo que querian esos ninos (dirigir el teatro mediante un comite) era un absurdo. Circularon peticiones por todas las aulas y los vestuarios, apelando a la libertad de expresion, a la libertad de conciencia, a la libertad de imprenta. ?Como si supieran escribir! ?Si hasta un dia, una pequena alumna de la escuela, con un lazo blanco en el pelo, me tendio un documento para que yo lo firmara, en un ensayo de La bella durmiente nada menos, un ballet creado por Petipa y Chaikovski como canto a la monarquia! Los ninos habian preparado un documento pidiendo lecciones para aplicar el maquillaje teatral, una instruccion mejor en materias academicas… y los mayores de entre ellos querian llevar