?Judy?
Segui bajando la escalera.
Judy estaba muerta, pero Rhea estaba viva.
Lo que tendria que haber hecho era abandonar el hotel Bendix y regresar a Paradise City. Tendria que haber llamado al doctor Melish y ponerme en sus manos. Tendria que haberle dicho que habia conocido a una mujer con antecedentes criminales que me obsesionaba sexualmente. Tendria que haberle confesado que sentia la urgente necesidad de experimentar las cosas que ella habia hecho, porque cuando poseyera a aquella mujer ella y yo debiamos estar en las mismas condiciones: yo tan malo como ella y ella tan mala como yo. Tendria que haber admitido que como ella era mujer y yo hombre, me obsesionaba la idea de que cualquier cosa que ella hiciera, yo podia hacerla mejor. Quiza, me habria ayudado. No lo se porque no le di la oportunidad de hacerlo. No abandone el hotel y tampoco hui a Paradise City.
Entre en un bar cualquiera y me puse a juguetear con un sandwich pasado y una cerveza mientras pensaba en Rhea. Por fin, subi al Buick y fui hasta su casa.
Me atraia con tanto magnetismo que no podia resistirme.
Al final del camino de tierra que conducia a su casa, deje el coche, apague las luces y continue a pie. A medida que me acercaba al bungalow alcanzaba a oir una estridente musica de jazz de alguna radio. Despues, llegue a la curva del sendero que iba hasta la casa y puede ver las ventanas iluminadas.
Me acerque todo lo que pude y permaneci oculto tras un arbol mirando hacia las ventanas al igual que un hombre en el desierto mira un oasis sin saber que es un espejismo.
Era una noche calida. Las ventanas estaban abiertas. Eran las diez. Vi moverse una figura a traves de la luz… el hermano. ?Entonces, el estaba alli! Avance con cautela, eligiendo el camino por entre las latas vacias cuidando de no hacer ruido, pero era una precaucion inutil. Con la radio a todo volumen podria haber hecho todo el ruido que quisiera y no me habrian oido.
Con el corazon palpitante, me acerque a la ventana lo suficiente para mirar sin ser visto.
Ahora, podia ver al hermano con toda claridad. Recorria la habitacion al ritmo de la musica con una lata abierta en una mano y una cuchara en la otra. Al mismo tiempo, se llevaba a la boca una pasta de aspecto pegajoso. Mire a ver si descubria a Rhea. Estaba recostada en un sillon destartalado, con el cuero roto y todo el relleno sucio afuera. Llevaba una camisa roja y un pantalon apretado que parecia pintado. Senti que se me aceleraba el pulso al ver sus piernas largas y sus muslos delgados. Un cigarrillo pendia de sus labios finos y duros. Miraba fijamente el techo y su rostro era una inexpresiva mascara de marmol mientras el hermano seguia saltando y contoneandose al ritmo de la musica y alimentandose.
Alli de pie observandola, me pregunte que pasaria por su cabeza. ?Que pareja! Una parte de mi mente sana pensaba eso, pero la otra, en realidad, los envidiaba. Luego, de repente, ella se inclino hacia delante y apago la radio, que estaba en una silla a su lado. El silencio que cayo sobre el bungalow y sobre mi fue como un golpe fisico.
– ?Basta! -le grito-. ?Siempre tienes que actuar como un maldito imbecil?
El hermano permanecio inmovil, con los hombros arqueados y las manos hacia delante en actitud amenazadora.
– ?A que mierda te refieres? -grito-. ?Enciende la radio!
Ella tomo el aparato, se puso de pie y con inusitada violencia lo arrojo contra la pared. La caja se abrio y las pilas se cayeron.
Entonces, el hermano arremetio contra ella y le pego en la cara. Rhea se tambaleo. El siguio gritandole y volvio a pegarle.
Yo ya estaba en movimiento, accionado por la rabia que ardia dentro de mi. Entre en la habitacion justo cuando el levantaba la mano para volver a pegarle. Lo cogi de la muneca, lo hice volverse y le hundi el puno en plana cara. El se alejo, trastabillando. Salte sobre el y, cuando aun estaba mareado y sin equilibrio, le pegue en la ingle.
Dejo escapar un gemido y cayo de rodillas. Me puse encima de el, uni las manos entrelazando los dedos y le pegue en el cuello. Me importaba un comino matarle como tampoco me habia importado Spooky Jinx. Cayo, inconsciente, a mis pies.
Me volvi para mirar a Rhea, que estaba inclinada contra la pared. Tenia la mejilla izquierda lastimada. Todavia estaba mareada por las bofetadas recibidas, pero sus ojos descansaban en el cuerpo de su hermano.
– El esta bien -le dije-, no te preocupes. ?Como estas tu? -Mi fuego interno empezaba a apagarse-. Pasaba por aqui.
Ella se arrodillo junto a su hermano y le dio la vuelta. Le sangraba la nariz, pero respiraba. Me miro con los ojos encendidos.
– ?Sal de aqui! ?Aqui no te queremos! ?Sal y no regreses! -me dijo, con tono maligno.
Nos miramos durante un largo momento.
– Cuando estes lista -le dije-, me encontraras en el hotel Bendix. Esperare.
Sali a la noche oscura y calida, sintiendo el dolor en los nudillos, por el golpe.
Regrese a Luceville seguro de que habia dado un paso adelante. Le habia demostrado que era mejor que su hermano. Pero eso no era suficiente. Tenia que probarme a mi mismo que tenia mas agallas que ella.
Cuando entre en la deprimente habitacion del hotel, el telefono estaba sonando. Primero dude… y luego levante el auricular.
– ?Larry! ?Mi querido muchacho!
Mi mente retrocedio al pasado. Nadie me hablaba asi, excepto Sydney Fremlin.
Me tire en la cama.
– Hola, Sydney.
Me dijo que habia intentado dar conmigo. Que no sabia cuantas veces habia llamado al hotel, pero que siempre estaba fuera. El tono de reproche de su voz no me afecto en absoluto.
– ?Como estas Larry? ?Cuando piensas regresar? ?Te NECESITO!
Mi mente se alejo de su voz melosa y pense en Rhea y su mejilla lastimada.
– ?Larry! ?Me estas escuchando?
– Regresare -respondi-, pero dame un poco mas de tiempo. Tal vez… un mes. ?Que te parece?
– ?Un mes? ?Pero, Larry, te necesito AHORA! La gente pregunta por ti. Dime como estas. ?No podrias volver la semana que viene?
– ?Terry no trabaja bien?
– ?Terry? -pregunto alzando el tono de voz-. ?Ni me lo menciones! ?Es… insoportable! ?Vuelve, Larry, y lo pondre de patitas en la calle!
Empezaba a aburrirme con su charla y le interrumpi.
– Regresare, pero no antes de un mes.
– ?Un mes? -La voz de Sydney se convirtio en un grito.
– Asi es. -Y corte.
Fui hasta el bano y puse la mano dolorida bajo el agua fria. El telefono empezo a sonar otra vez. Seria Sydney. Ignore la llamada. Tras una larga y desesperada insistencia, dejo de sonar.
Me recoste en la cama.
Mis pensamientos me hacian sentirme orgulloso.
Me dije que era un hombre realmente notable. Spooky…, siete de sus compinches… y, ahora, me habia encargado del hermano de Rhea.
Pronto, ella vendria a mi. Estaba seguro de ello y era lo que queria. Queria que viniera a mi y se entregara. Estaba preparado para esperar.
Sin embargo, primero tenia que estar en igualdad de condiciones con ella.
El incentivo comun de la mayoria de los crimenes es el dinero, pero yo tenia mucho dinero ya que Sydney me pagaba sesenta mil dolares al ano. Al pensar en el crimen, me di cuenta de que estaba en una posicion unica. Ahora, queria cometer un crimen para experimentar la misma tension, el mismo peligro, la misma excitacion que debio de experimentar Rhea, aunque nada de lo que robara me sirviera.
El mero acto de robar seria lo que me daria satisfaccion: el final del producto no tenia importancia.
Me dije que tenia que romper el hielo. Despues de pasar un rato, decidi que lo primero que robaria seria un