automovil. Eso no resultaria dificil. Conduciria el automovil por la ciudad y luego lo dejaria cerca de donde lo habia robado. Una vez hecho eso, seria un ladron… Y eso me equipararia con Rhea. Las posibilidades de que me atraparan eran remotas y eso me proporcionaria un poco de tension, que era lo unico que queria.
?Para que pensar en ello? ?Por que no hacerlo?
Mire el reloj. Eran las doce y ocho minutos de la noche.
Aun con ese sentimiento de orgullo, me puse la chaqueta, apague las luces y abandone el cuarto. No use el ascensor sino que baje silenciosamente por la escalera, atravese el vestibulo donde roncaba el sereno y sali a la calida noche.
Robar un coche era mas complicado de lo que habia imaginado. Camine hasta el aparcamiento mas cercano pero encontre a un guardia patrullando a la entrada. Cuando me vio, el hombre me miro con ojos recelosos y me senalo la porra.
– ?Necesita algo? -me pregunto, con voz de policia.
– No a usted -conteste, y segui caminando.
Tome unas calles laterales donde habia varios coches aparcados. Cada vez que me detenia a ver si la puerta de alguno estaba cerrada con llave, aparecia alguien de entre la oscuridad y me miraba antes de seguir andando. Descubri que estaba sudando y que el corazon me latia con fuerza. Aquello era precisamente tension y tuve que admitir que no me gustaba.
Solo a la una de la manana pude encontrar un automovil con la puerta abierta y las llaves del motor puestas.
«Aqui voy», pense y me limpie las manos sudorosas en la parte de atras de los tejanos. Mire a uno y otro lado de la calle vacia y, despues, con el corazon palpitante, me introduje detras del volante. Con mano temblorosa, hice girar la llave y aprete el acelerador. Hubo un sonido sordo y debil que no tardo en desaparecer. Con el rostro empapado, estudie el interior del automovil. Tantee para localizar el boton de las luces, lo encontre y las encendi: un resplandor amarillento que no tardo en desaparecer.
?Estaba intentando robar un coche sin bateria!
Mis. nervios llegaron al limite. Suficiente excitacion por una noche. Sali del coche, cerre la puerta y comence a caminar por la calle. Tenia una sed atroz y me dolian los muslos como si hubiese corrido dos kilometros sin parar.
«Esto es la tension, entonces», me dije, ?pero, que habia hecho en realidad? Habia tratado de robar un coche, algo que hacian miles de adolescentes cada dia de la semana, y no lo habia logrado. ?Que ladron! ?Como se habria burlado Rhea si se hubiese enterado de esa cobarde actuacion!
Empece a darme cuenta de que pasar de la honestidad, en la cual me habia movido durante mas de treinta anos, a la deshonestidad presentaba un obstaculo que necesitaba mas coraje del que tenia en aquel momento.
Al final de aquella calle, vi un bar que permanecia abierto toda la noche. Entre a tomar una cerveza. Solo habia tres personas alli: el borracho de siempre, una prostituta gorda y vieja y un homosexual, un muchacho de unos dieciocho anos con un traje de color cereza, el cabello suelto hasta los hombros y un reloj de oro alrededor de su delgada muneca. Me miro. Cuando vi su reloj, se me ocurrio una idea. Me lleve la cerveza a una mesa alejada y le mire fijamente. No tardo mucho en estar a mi lado.
– ?Podemos ser amigos? -me pregunto, en tono ansioso-. Estoy seguro de que te encuentras tan solo como yo.
Le mire de arriba abajo.
– ?Cuanto?
– Diez dolares… Lo pasaras muy bien conmigo.
– ?Tienes algun lugar?
– Hay un hotel al final de la calle… Me conocen.
Termine la cerveza y me puse de pie.
Salimos a la calurosa oscuridad de la noche y empezamos a andar. De vez en cuando, me dirigia una sonrisa y caminaba muy cerca, como si temiera perderme. Se aparto cuando nos cruzamos con un policia, que nos miro y luego escupio en la alcantarilla.
– No queda lejos, querido -dijo el muchacho-. Justo en la esquina.
Me volvi. Ya no veia al policia y no habia nadie cerca. Pasabamos por un callejon con cubos de basura que despedian mal olor. De repente, lo empuje hacia el callejon.
Dejo escapar un grito de protesta, pero solo uno. Senti placer al pegarle porque no era de los mios. Le di con el puno en la mandibula y lo tire al suelo, dejando que su cabeza cayera sobre una pila de cascaras de patatas. Me incline sobre el y le arranque el reloj de oro, regalo quiza de algun cliente. Mire a uno y otro lado de la calle y luego me aleje.
Me dirigi de regreso al hotel.
Pase por otro apestoso cubo repleto de desperdicios, me detuve para apartar un poco la basura y arroje el reloj dentro.
Ahora si que estaba orgulloso.
Habia roto el hielo. ?Era un ladron!
A la manana siguiente, desperte de una noche inquieta y oi una voz en mi mente decirme con claridad: «Debes irte de aqui esta misma manana y regresar a Paradise City. Debes ver al doctor Melish y contarle lo que te sucede. Debes contarle lo ocurrido anoche y pedirle ayuda.»
Termine de despertarme y mire alrededor. La voz habia sonado con tanta claridad que pense que habia entrado alguien.
Despues, me di cuenta de que habia estado sonando y me deje caer sobre la almohada.
No podia regresar. El doctor Melish no podia ayudarme porque yo no queria ser ayudado. Pense en Rhea y mi deseo se hizo tan intenso que tuve que levantarme y darme una ducha de agua fria para calmar el calor de mi cuerpo. Me afeite, me puse los tejanos y la camiseta y baje al comedor a tomar dos tazas de cafe malo.
Habia varios viajantes que tomaban el desayuno mientras consultaban sus notas. Ninguno me presto mucha atencion. Encendi un cigarrillo y pense en los acontecimientos de la noche anterior.
?Que actuacion tan cobarde!
?Rhea se habria burlado de mi de haber estado alli!
?Como pude fallar en la operacion del robo del coche! Y despues, aquel estupido mariquita. ?Cualquiera podia haberlo hecho! ?Que riesgo habia corrido? Le habia robado el reloj, que era tal vez su unica posesion. No podia estar orgulloso de algo asi. Recorde cuando Spooky Jinx me habia llamado Rata. Por lo que habia hecho la noche anterior, el nombre me iba a la medida.
Sin embargo, me dije que aquella noche seria diferente. Aquella noche empezaria a formar parte de los 'grandes', pero necesitaba planearlo todo con cuidado. Me quede alli pensando y fumando hasta elaborar un plan de accion.
Sali del hotel, subi al Buick y abandone la ciudad. A unos kilometros al norte por la autopista habia un pueblecito llamado Jason's Halt. Era un pueblo que cultivaba naranjas, pequeno, prospero y limpio. Su calle principal estaba repleta de camiones y comerciantes negociando con las naranjas. Aparque el coche y anduve hasta encontrar un autoservicio. Me abri paso entre el gentio ocupado en las compras del fin de semana: una masa de gente ensimismada en lo suyo, para la cual yo era invisible.
Me acerque hasta el bar, pedi un sandwich de carne y una cerveza y luego hui por la escalera mecanica a la seccion de juguetes. Alli pedi un revolver de juguete y mencione a un sobrino inexistente. La vendedora me mostro varios revolveres, pistolas automaticas y hasta una Coronel Cody Colt. Elegi una Beretta, que se habia hecho famosa por 007. Era una replica exacta y tenia un aspecto amenazador cuando se la sostenia en la mano. Despues, fui a otra seccion y compre un bolso de mano con las iniciales TWA pintadas a un lado. De alli, fui a la seccion de hombre y, despues de mucho buscar, compre una chaqueta de color rojo fuerte con bolsillos negros: una chaqueta que no pasaria inadvertida. Despues, fui a la parte de cosmeticos y compre una peluca de estilo Beatle y un par de gafas de sol de cristal de espejo, de los que permiten ver y ocultan el rostro.
Guarde todas las cosas en el bolso y regrese a Luceville.
Eran cerca de las cuatro y cuarto de la tarde.
Cuando me dirigia al hotel, pase por el hospital de la ciudad y recorde que no habia visto a Jenny y que ella estaria preguntandose por mi. Justo en aquel momento, quedaba un aparcamiento libre y meti el coche por puro