impulso. Permaneci sentado unos minutos tratando de decidir si realmente deseaba volver a ver a Jenny. No tenia ganas de verla, pero la otra parte de mi mente me decia que si. Baje del coche y entre en una libreria donde compre El dia del Chacal, de Forsyth, y El poder y la gloria, de Graham Greene.

– Estaba pensando en ti -me dijo Jenny, despues de agradecerme los libros-. Me gustaria que volvieras a casa.

– No bromees. -Le sonrei y pense en lo diferente que era de Rhea-. Todavia no estoy preparado para la pompa y el brillo de Paradise City.

– ?Pero que haces todo el dia?

Me encogi de hombros.

– Paseo. Esta ciudad me encanta.

– Te has herido la mano.

Todavia tenia rojos los nudillos por haberle pegado al hermano de Rhea.

– He tenido problemas con el coche… Me lastime con una llave inglesa. ?Y tu, como estas, Jenny?

– Reponiendome. Los tobillos requieren tiempo.

Le conte lo de Cara de piedra y la chica.

– No me quieren.

– La senorita Mathis es muy profesional. -Jenny meneo la cabeza-. ?Te molesta?

– En realidad, no. -Hice una pausa y luego le pregunte lo que deseaba saber-. Dime una cosa, Jenny…, el hermano de Rhea Morgan… parece tener mal caracter. ?De que vive? ?Tu lo sabes?

– ?Fel?

– ?Se llama asi, Fel Morgan?

– Feldon… Su abuelo era Feldon Morgan. Le pusieron ese nombre por el. A su abuelo lo mataron cuando intentaba robar un banco.

– ?De veras? ?Y sabes de que vive este Fel?

– Hace algo relacionado con la venta de coches viejos… chatarra… Vende cosas de ese tipo. ?Por que quieres saberlo?

– Por ese bungalow… ?Que sitio! ?Nunca pense que alguien pudiera vivir en un sitio asi!

– Sin embargo, asi es. A mucha gente no le importa como ni donde vive. -Hizo una mueca-. Rhea me preocupa. Podria volver a meterse en problemas en cualquier momento. Su hermano no ayuda. Esta obsesionada con ser rica. No acepta el hecho de que si se quiere dinero hay que trabajar por el… Dice que no esperara tanto tiempo. Le he hablado muchas veces, pero es inutil. Empiezo a creer que es un caso perdido. Odio tener que decir eso de una persona, pero creo que es asi. Presiento que pronto volvera a meterse en lios y regresara a la carcel por mucho tiempo.

– Bueno, es asunto suyo -dije-. Pero eso habla de lo duro que es tu trabajo.

Levanto una mano y despues la dejo caer sobre la cama.

– No me quejo. Es mi trabajo. -Hizo una breve pausa y prosiguio-. Cada uno debe vivir su propia vida. De vez en cuando, siento que si puedo influir en ellos y eso me gratifica. -Me sonrio-. ?Sobre ti, Larry, no puedo influir ni un poquito? ?Por que no regresas a casa y olvidas esta ciudad, solo por complacerme?

Varias ideas pasaron por mi mente. Jenny era una persona dedicada a hacer el bien: una mujer que subia la escalera en otra direccion. Yo tenia otras cosas en la cabeza. Era la oportunidad de enganarla. Iba a estar en la cama dos semanas mas y no podria controlarme.

Fingi dudar y luego asenti, como si hubiese tomado una decision.

– Muy bien, Jenny, me has convencido -dije-. Me ire. Tienes razon. Estoy perdiendo el tiempo aqui. Odio dejarte. Has sido una buena amiga, pero tienes razon. Me ire a primera hora de la manana.

Tal vez sobreactue. Tal vez ella fuera mas inteligente de lo que yo creia. Me miro con tristeza.

– He aprendido que cada persona debe vivir su propia vida. Pocas personas aceptan un consejo. Yo lo intento, pero la gente no escucha, asi que no queda mucho por hacer, ?no?

De repente, senti deseos de contarle todo lo que me estaba sucediendo. Sabia que jamas se lo contaria al doctor Melish, pero habia algo en ella, que me miraba con aire interrogante, que me instaba a confiar.

Entonces, aparecio Rhea en mi mente, y el momento de la confesion se desvanecio.

Toque sus manos, force una sonrisa, efectue algunos comentarios banales sobre el mantenernos en contacto y sali del hospital, con la mente ya ocupada en lo que tenia que hacer aquella noche.

De vuelta a la habitacion del hotel, saque las cosas que habia comprado. Me puse la chaqueta, despues la peluca y, por ultimo, las gafas de espejo. Con la Beretta de juguete en la mano fui a mirarme en el espejo.

Me observe con detenimiento.

Parecia bastante estrafalario y estaba seguro de que nadie podria reconocerme. Separe los labios para dejar los dientes al descubierto en un gesto destinado a inspirar temor. Levante el arma y apunte a mi imagen en el espejo: «?Esto es un asalto!», grite.

Si aquella aterradora imagen se me hubiera aparecido en mi oficina de Paradise City, le habria entregado todos los diamantes de la caja fuerte sin dudarlo un instante.

Satisfecho, me quite la peluca, las gafas y la chaqueta y los guarde con cuidado, junto con el arma, en el bolso. Estaba seguro de que, por haberlos comprado en Jason's Halt, la policia no podria rastrear todos los articulos. Me sentia satisfecho de mi mismo.

Ahora, tenia que aguardar hasta la medianoche y, luego, entraria en la liga de los grandes.

Me tumbe en la cama y revise la operacion. Repase el dialogo que iba a utilizar. Despues de quedar satisfecho con mi actuacion, me puse a dormir. Me alegre de poder hacerlo.

Aquello probaba que mis nervios estaban bien.

Alrededor de las nueve, me desperte y baje al bar de enfrente a comer spaghetti con albondigas en una salsa grasienta. Me tome mi tiempo. Despues de abandonar el bar, regrese al hotel, recogi el bolso y anduve hasta mi coche, que habia dejado aparcado al final de la calle.

Sali de la ciudad y tome la autopista. A tres kilometros de Luceville estaba la estacion de servicio de Caltex. Nunca me habia detenido alli, pero habia pasado por delante varias veces. Siempre estaba llena y permanecia abierta toda la noche.

Al pasar por alli, reduje la velocidad. Habia un hombre grandote y pesado, con uniforme blanco, poniendo gasolina en un coche. No vi a nadie mas. Me alegre de que aquel hombre estuviera de turno esa noche y solo.

Di la vuelta en redondo y regrese a Luceville. Pase las dos horas siguientes en un cine de sesion continua, viendo un viejo western. Era bastante bueno y me mantuvo entretenido.

Cuando se encendieron las luces, sali a la calle calurosa y polvorienta entre el publico y subi al coche.

Permaneci inmovil un momento antes de poner el motor en marcha.

«Alla voy», pense, un tanto desconcertado porque el corazon me latia fuertemente y tenia las manos empapadas.

A unos trescientos metros de la estacion habia un hueco para aparcar el coche. Entre y apague las luces y el motor. Desde alli observe el cartel luminoso que decia: CALTEX. Sali del coche y, manteniendome en la oscuridad, me puse la chaqueta, la peluca y las gafas. Me temblaban tanto las manos que al sacar el arma de juguete del bolso se me cayo al suelo. Estuve buscandola en el cesped durante unos desesperados segundos.

El corazon me palpitaba con fuerza. Por un momento, dude entre regresar al hotel o seguir adelante con el plan.

Entonces, la imagen de Rhea con su cabello rojo y sus ojos verdes sensuales y cinicos aparecio en mi mente y pude tranquilizarme.

Camine hacia las luces de la estacion de servicio.

Un solo coche paso por la carretera junto a mi.

Al acercarme, disminui el paso.

Segui avanzando, siempre manteniendome en las sombras. Ya divisaba la oficina iluminada. El obeso empleado estaba viendo la television con un cigarrillo en la boca.

La tension me hacia latir el corazon con tanta fuerza que me resultaba dificil respirar. Me quede inmovil observando al hombre. El camino estaba desierto. Si iba a hacerlo, debia ser sin perdida de tiempo.

De repente, me oi reprocharme: «?Estas loco? ?Podrias terminar en la carcel!». Sin embargo, segui

Вы читаете Cambio de escena
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

3

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату