de vidrio para que pudiera decidir si le agradaba el diseno. Le explique que, despues de la venta, Sydney habia querido vender la imitacion, pero que como habia sido mi mejor negocio habia decidido guardarlo como recuerdo. Le dije tambien que Sydney habia aceptado darmelo (primera mentira) y que le habia pagado tres mil dolares por el collar. Despues, le conte la aficion de la senora P. al juego y como, aterrada por no poder pagar sus deudas, le habia pedido a Sydney que vendiera el collar. Le explique por que el trato debia hacerse en secreto y como Sydney y yo habiamos tenido la idea de transformar el collar en otro. Para impedir que se descubriera, Sydney habia decidido trabajar sobre el collar en su apartamento.

– Sin embargo, Sydney temia guardar el collar en su apartamento y yo le sugeri que usaramos la imitacion - prosegui-. Y despues me pidio que me arriesgara a guardar el collar original en mi caja.

– Un momento, senor Carr -me interrumpio Hess. Hasta entonces, habia permanecido inmovil, escuchando-. Me gustaria aclarar ese punto. Hemos examinado su caja y la del senor Fremlin y la de el es mucho mejor que la suya. Su caja esta conectada con el departamento de policia y la suya no. ?Como es que Fremlin penso en guardar el collar en su caja?

Era una pregunta esperada y tenia preparada la respuesta.

– Sydney estaba nervioso -dije-. Pensaba que ningun ladron sospecharia que tenia algo de valor en mi caja mientras que el podia ser objeto de un atraco.

– Si… -Hess se rasco la nariz-. ?Nervioso, eh? ?Se refiere a que temia que alguien entrara en su casa?

– Habia pagado el collar con su propio dinero. A pesar de que lo habia asegurado queria evitar los riesgos.

– Esa no era la pregunta, senor Carr. ?Fremlin estaba nervioso?

– Si.

– ?Y, entonces, por que no cerraba la puerta con llave?

– Porque siempre se las olvidaba. Su criado podra explicarselo tambien. Se sentia seguro dejando la puerta abierta porque el portal del edificio siempre estaba cerrado con llave.

– Sin embargo, la noche del robo no lo estaba. ?Como puede ser?

– No lo se. Cuando llegue, poco despues de las diez, la puerta estaba cerrada con llave. Tuve que llamar a Lawson, el portero, para que me abriera. Claude, el criado del senor Fremlin, salia para marcharse, intercambiamos unas palabras y Lawson volvio a la porteria. Tal vez olvidara cerrar la puerta despues de que Claude saliera.

– Lawson dijo que no habia levantado la traba de la puerta y despues de que Claude saliera la puerta se cerraria automaticamente -explico Hess.

– Pero no lo hizo, ?no? De lo contrario, esos dos no habrian podido entrar.

– Si… -Hess estudio sus manos gordas y marrones con el ceno fruncido-. Lawson oyo el disparo y salio de la porteria justo en el momento en que los asesinos salian del ascensor. Ambos llevaban un revolver en la mano. Lawson no es ningun heroe. Retrocedio para que no le vieran, pero ha podido darnos una descripcion de ellos. - Hizo una pausa y prosiguio-: Cuando un hombre esta asustado, no es un testigo muy fiable. Quisiera que usted me diera la descripcion de esas dos personas, tal como usted las vio, senor Carr.

– No piense que yo no estaba asustado -le dije-. Todo ocurrio muy rapido. La puerta se abrio y aquellos dos tipos entraron gritando. Yo me dirigia al cuarto de bano a buscar una aspirina y me los encontre de frente. El hombre me golpeo en la cara y cai. -Luego, describi como Sydney se habia lanzado sobre el hombre y como la mujer le habia disparado y como, cuando me arrastraba hasta Sydney, me habia golpeado en la cabeza.

– ?Entonces, fue la mujer la que disparo a Fremlin y le golpeo a usted?

– Si.

– ?El hombre estaba herido?

– Sydney le hizo un corte en el brazo con la daga.

– Si. Tenemos su grupo sanguineo en la daga -comento Hess. Lo dijo con tono indiferente, pero sus palabras me causaron escalofrio. ?Su grupo sanguineo! Un pequeno paso para cargar el crimen a Fel si es que alguna vez le atrapaban.

– Tomemos al hombre primero, senor Carr -prosiguio Hess-. ?Puede darme una descripcion de el tal como lo vio?

– Era de contextura robusta -dije- y como de su altura. (Mi segunda mentira.) Llevaba una peluca de Beatle, unas gafas de espejo grandes y una chaqueta roja con los bolsillos negros. -Me lleve la mano a la cabeza con gesto de cansancio-. Es lo mas que puedo darle.

– ?Contextura robusta y alrededor de un metro setenta?

– Si.

Hess se rasco la punta de la nariz.

– Lawson dice que era alto: alrededor de un metro ochenta y delgado.

La confusion era mi mayor esperanza.

– Esa no fue mi impresion.

– Si… -Hess suspiro-. En un robo como este ningun testigo coincide con otro. -Se encogio de hombros-. Pero la peluca, las gafas y la chaqueta concuerdan. Ahora, la mujer.

– No pude ver mucho de ella salvo que llevaba unas gafas plateadas que le tapaban casi toda la cara. Creo que era alta y de contextura robusta. Me dio la impresion de tener unos cuarenta y cinco anos, una mujer madura. Llevaba un pantalon rojo y la cabeza envuelta en un panuelo negro.

Se abrio la puerta y entro el doctor Summers.

– Creo que eso sera todo por hoy, sargento -dijo, con firmeza-. Dije veinte minutos.

– Claro. -Hess se puso de pie-. Gracias, senor Carr. Descanse. Gracias por su ayuda. Volvere a visitarle. -El y Lepski abandonaron la habitacion.

El doctor Summers me tomo el pulso, me dijo que durmiera un rato y que me servirian el almuerzo al cabo de una hora. Cuando se fue, permaneci quieto pensando en lo que le habia dicho a Hess. Todo parecia ir bien, excepto lo del grupo sanguineo. Pero no podia hacer nada sobre aquello. Sabia que todo dependia de que cogieran o no a Rhea y Fel.

Si Rhea no intentaba vender el collar, no veia como lo conseguirian.

Despues del almuerzo y una siesta, entro la enfermera a anunciarme la visita de la senorita Baxter.

– ?Se siente con ganas de recibir otra visita, senor Carr? -pregunto, con una sonrisa complice.

Dije que si.

Jenny entro con un ramo de rosas rojas y una canastilla de uvas. Se quedo a los pies de mi cama, mirandome; en sus ojos habia una luz que removia algo en mi interior. Llevaba el cabello recogido. Tenia puesto un abrigo azul marino y una blusa con cuello de puntillas. Me parecio maravillosa.

– ?Como estas, Larry?

Le sonrei.

– Hemos cambiado las posiciones… tambien las rosas y las uvas. ?Como esta tu tobillo?

– Mejor. -Se acerco, no sin dificultad, a la silla cercana a mi cama y se sento-. Dime, ?como te sientes?

– Estoy bien… ahora que estas aqui. -Le tendi la mano y ella la tomo-. Jenny, esto es maravilloso. Gracias por venir. ?Donde te hospedas?

– ?Oh!… un hotelito. Cuando lei la noticia en el diario tuve que venir enseguida.

– Esto es terrible -le dije-. Sydney era mi amigo. Aun no puedo creer que este muerto.

– Debes intentar no pensar en ello. No te servira de nada. Ahora tienes que preocuparte de reponerte.

– Asi es. ?Recuerdas cuando te llame… la noche en que sucedio? Pense que era el adios. Es extrano como suceden las cosas, ?no?

Ella asintio.

– El doctor me ha dicho que no debo fatigarte. Ya me voy. -Jenny se puso en pie.

– ?Eh! Aguarda un minuto. Acabas de llegar.

– Queria verte. ?Quieres que te traiga algo manana?

– ?Sientate, por favor! Quiero hablar contigo. ?Cuanto tiempo piensas quedarte en Paradise City?

– Dos o tres dias.

– No me digas que con el tobillo asi puedes empezar a trabajar en seguida, Jenny…

– No, no puedo, pero… no puedo quedarme aqui. Esta debe de ser la ciudad mas cara del mundo.

– Si, lo es. -Hice una pausa y la mire-. No se cuanto tiempo tendre que quedarme aqui. Podrian ser varias

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