Pero Rhea no era tonta. A pesar de la tentacion de hacer dinero rapidamente, debia comprender que, en cuanto intentara vender el collar, estaria perdida.
Luego oi llamar a la puerta; la enfermera se puso en pie y atraveso el cuarto.
– Hola, senorita Baxter-dijo.
– ?Como esta? -pregunto Jenny.
– Igual.
?Jenny estaba ahi!
Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para no abrir los ojos. Debia revelar que habia recuperado la consciencia de forma muy lenta para que si aquel oficial de policia se ponia pesado pudiera volver a caer en un coma fingido. El saber que Jenny habia ido a Paradise City y se preocupaba por mi fue como recibir un disparo en el brazo.
– ?Podria pasar a verle?
– Claro.
Permaneci inmovil mientras el corazon me latia con fuerza al sentir movimientos cerca de mi cama.
– Parece estar muy mal. -La preocupacion de la voz de Jenny significaba mucho para mi.
– Es logico. Le han operado del cerebro, fue una operacion rapida, y el doctor Summers dice que ya esta fuera de peligro. Solo tenemos que esperar a que salga del coma.
Senti que unos dedos frios tocaban mi muneca… los dedos de Jenny. Deseaba abrir los ojos y mirarla, ver su cabello despeinado y la expresion de ansiedad de sus ojos calidos, pero aun era pronto. Por mi seguridad, tenia que aguardar.
Despues, el sonido de la puerta que se abria y otra voz, la voz de Lepski.
– Si era el gato de la jefa, debo confesar que ya esta en mi estomago. -Lepski habia vuelto-. Hola, senorita Baxter -prosiguio-. Como ve, sigue igual.
– Si -dijo Jenny con un suspiro-. ?Enfermera, puede avisarme en cuanto vuelva en si?
– Por supuesto.
Hubo otro movimiento. Ni siquiera me atrevia a espiar entre las pestanas cuando oi a Lepski sentarse junto a mi.
Despues, se cerro la puerta… Jenny se habia ido.
– Me gusta -dijo Lepski-. Tiene algo. Y ama a este tipo con locura, ?no es asi?
– Asi es -respondio la enfermera.
– Si… -Hubo una pequena pausa y, luego, Lepski prosiguio-: Hace un par de meses que me promocionaron a detective de primer grado. No creeria usted como me manejan. ?Me obligan a quedarme aqui sentado en este cuarto dia tras dia! Tratan de enganarme con que es algo importante.
– La verdad es que no entiendo nada de todo esto -dijo la enfermera-. Quisiera que me lo explicara. He leido todos los diarios, pero lo unico que dicen es que el senor Fremlin ha sido asesinado. ?Que esta pasando?
– Entre usted y yo, dejeme decirle que nosotros tampoco sabemos nada. Todo depende de que Carr recobre la consciencia y nos diga lo que sucedio. Creemos que robaron algo importante, pero no sabemos que. Asi que usted no entiende de que se trata… Bueno, pues ya somos dos.
Escuchaba con mucha atencion.
– ?Pero tendran algunas pistas? -quiso saber la enfermera.
– Muneca, ha leido demasiadas novelas policiacas. -La voz de Lepski parecia amarga-. Lo unico que sabemos es que un hombre y una mujer entraron en el apartamento de Fremlin, le dispararon, dejaron a Carr fuera de accion y desaparecieron. Tenemos una descripcion suya. El sereno oyo el disparo y los vio salir. Su descripcion no sirve para nada. Asi que todo depende de lo que Carr haya visto y de lo que sepa. O sea que tengo que quedarme aqui. ?Entiende ahora?
– Me alegro de no ser usted.
– Yo tambien. -Hubo una breve pausa-. ?Que hay de cenar?
– Pero si acaba de almorzar, senor Lepski.
– No importa, soy un hombre previsor. ?Que hay de cenar?
– No lo se; depende de como se sienta la cocinera.
– ?De veras? ?Y que le parece si le dice que la hare pasar un buen rato si prepara algo bueno?
La enfermera se echo a reir.
– No es manera de hablar, senor Lepski.
– Tiene razon. Estar aqui sentado mirando a este tipo me saca de mis casillas. ?Ya se va?
– Claro que si, antes de que quiera usted tener algo conmigo.
– ?Buena idea! Si no fuera un respetable hombre casado…
Oi que la puerta se cerraba.
Entonces, no sabian que se habia robado el collar. Asi que Lawson habia visto salir a Rhea y a Fel pero, como Lepski habia dicho, eso no queria decir nada. Con los disfraces y huyendo a toda prisa, serian totalmente anonimos. Permaneci inmovil, pensando, y despues decidi ocultar que habia recobrado la consciencia por lo menos durante un par de horas mas, para que Lepski no tuviera la menor sospecha de que habia oido lo que le habia contado a la enfermera.
Asi que permaneci quieto, pensando, mientras el tiempo pasaba. Me dolia la cabeza y los movimientos de Lepski me irritaban. De vez en cuando, se asomaba la enfermera. Por fin, llego el doctor y decidi que era el momento de mostrar alguna senal de vida. Cuando le oi saludar a Lepski me movi, deje escapar un gemido suave, abri los ojos, mire la cara redonda que se inclinaba sobre mi y volvi a cerrarlos.
– Esta recobrando la consciencia.
– ?Que buena noticia! -exclamo Lepski.
Volvi a abrir los ojos, levante una mano para tocarme la cabeza dolorida y note los vendajes.
– ?Como se siente? -me pregunto el medico.
– ?Donde estoy? -La pregunta clasica de las personas que recuperan la conciencia.
– No se preocupe por nada. Esta en el hospital municipal. ?Como se siente?
– Me duele la cabeza.
– Yo me ocupare de eso. No se preocupe. Descanse solo, senor Carr.
– Sydney… ellos le mataron…
– No se preocupe por nada. Le pondre una inyeccion y se tranquilizara. Hay mucho tiempo…
– ?Eh! ?Un momento! ?Quiero hablarle! -dijo Lepski, ansiosamente-. Esto es importante.
– Todavia no puede hablar con mi paciente. -El tono del doctor fue terminante-. Enfermera…
Un momento despues, senti que me frotaba el brazo y me pinchaba con la aguja. Mientras volvia a la inconsciencia, pense que el tiempo estaba de mi parte. No tenia ninguna prisa por hablar con Lepski, pero sabia que en aquel juego de poquer yo llevaba las mejores cartas.
La luz del sol me desperto. Me movi, levante la cabeza y parpadee. El dolor de cabeza habia desaparecido. Mi mente estaba clara. Al otro lado de la habitacion, de pie junto a la ventana, habia un hombre alto y delgado, muy bronceado; supuse que seria Lepski. Sentada a mi lado, una bella enfermera se levanto al verme moverme y se inclino sobre mi.
– Hola, senor Carr… ?Se encuentra mejor ahora?
– Me encuentro bastante bien. -Me lleve la mano a la cabeza-. ?Que ha sucedido?
– Tranquilicese. Llamare al doctor Summers.
La enfermera fue hasta el telefono y Lepski se acerco a mi cama. Vi un par de ojos celestes y frios: ojos de policia.
– Hola, senor Carr -dijo, hablando en voz baja-. Me alegra verle con vida otra vez. ?Tiene ganas de hablar?
– ?Quien es usted… el doctor?
Luego, la enfermera aparto a Lepski.
– Aun no -le dijo-. No puede hablar con el hasta que el doctor Summers lo autorice.
– ?Maldicion! -exclamo Lepski, y volvio junto a la ventana.
Un momento despues, aparecio un hombre bajo y gordo con una bata blanca. Me tomo el pulso y me miro sonriendo, me dijo que estaba bien y que no me preocupara por nada.