ascensor y baje por las escaleras sin hacer ruido. Llegue al vestibulo, me detuve, mire en todas direcciones y cruce rapidamente hasta la puerta de entrada, descorri el pestillo y volvi a subir la escalera. Tal como habia pensado, no habia tenido problemas para destrabar la puerta de la entrada. Al llegar a la puerta del apartamento de Sydney, hice girar la manecilla y comprobe que estaba abierta. Volvi a cerrarla y llame al timbre.
Sydney aparecio en la puerta en un segundo, abriendola de par en par.
– ?Entra, mi querido muchacho! -exclamo, con la mirada iluminada- ?Fue horrible la cena?
– Bastante. -Cerre la puerta y, cogiendole del brazo, fuimos al salon. La puerta habia quedado destrabada-. Ella vacilaba. No creo que su marido quiera gastar todo ese dinero. Pero me he encontrado a Calshot y me ha dicho que estaba buscando un brazalete de rubies y esmeraldas. Pasara manana… Una nueva amiguita.
– No perdamos tiempo hablando de el… Ven a ver mis disenos.
Mientras le seguia hasta el escritorio, mire la hora. Eran las diez y diez. Veinte minutos mas y todo habria acabado. Me di cuenta de que estaba sudando y saque el panuelo para secarme las manos.
– ?Mira! -Extendio los disenos sobre la mesa-. ?Que te parece?
Me incline sobre ellos, casi sin mirarlos.
– ?No crees que este es maravilloso? -Coloco su dedo largo y artisticamente formado sobre el segundo diseno.
Me esforce por observarlo. Durante unos segundos, examine los disenos. Se habia superado a si mismo. El segundo diseno que me senalo era lo mejor que habia visto en mi vida.
Me incorpore.
– Sydney, eres un genio. No hay duda de ello. ?Este es el mejor! Es de primera y si no puedo venderlo por dos millones dejare de llamarme Carr.
Sonrio, resplandeciente.
– Sabia que tenia que ser el bueno, pero ahora que lo dices…
– Comparemoslo con el collar.
Parecio sorprendido.
– ?Por que?
– Quiero comparar la talla de las piedras con tu diseno. -Comence a hablar con voz ronca y tuve que hacer una pausa para reponerme.
– Claro… si…
Se volvio, atraveso la habitacion, saco el Picasso y efectuo los movimientos secretos que abrian la caja.
Mire la hora: quince minutos mas.
Trajo el collar y lo puso sobre la mesa.
– Sientate, Sydney, y comparemoslo.
Rodeo el escritorio y se sento; yo me situe a su lado y estudiamos juntos el collar y luego el dibujo.
– Es maravilloso -dije-. Has captado extraordinariamente el espiritu de las piedras. ?Te imaginas como sera cuando Chan lo termine? Casi no puedo esperar a llevarselo.
Se volvio en su silla.
– ?Cuando puedes partir?
– El lunes. Manana ire a la agencia de viajes. Llegare a Hong Kong el miercoles. Tendre que pasar una semana con Chan, para asegurarme de que lo empieza bien, y luego regresare.
Asintio.
– Muy bien. ?Cuanto tiempo crees que tardaras en venderlo?
– No lo se, es algo dificil. Ya estoy preparando una lista de nombres. Chan tardara dos meses en hacerlo. En cuanto el termine, empezare yo.
– ?No puedes darme una idea?
Le mire, sin entender muy bien a que se referia.
– No lo creo, Sydney. Podria tardar un mes, u ocho meses. Dos millones no es ninguna broma.
Se movio en la silla.
– Veras, Larry, he asegurado el collar durante nueve meses. Puedo conseguir un precio especial durante ese tiempo, pero la cuota es bastante alta. Si no se vende en esos nueve meses, tendre que pagar mas, y no quiero hacerlo.
Me quede pasmado.
– ?Lo has asegurado?
– Por supuesto, querido. ?No pensarias que iba a dejarte ir a Hong Kong con el collar sin asegurarlo! Podria sucederte cualquier cosa. Hasta podrian robartelo. ?Podria haber un accidente, Dios no lo quiera! Tres cuartos de millon es mucho dinero para arriesgarlo.
– Si. -El corazon me latia con fuerza-. ?Y con quien lo has asegurado?
– Con nuestra gente… la National Fidelity. ?Tuve una pelea terrible con ese asqueroso de Maddox! ?Le odio! ?Es tan materialista! Al final, tuve que hablar con uno de los directores para conseguir un descuento. Maddox queria cobrarme casi el doble.
?Maddox!
Yo tambien habia tratado con aquel hombre y sabia que era uno de los mas duros, dificiles e inteligentes asesores de reclamaciones del negocio: un hombre que olia un crimen incluso antes de que se hubiera planeado. El y su ayudante, Steve Harmas, habian resuelto mas estafas de seguros y detenido a mas estafadores que todos los demas asesores juntos.
Como sabia que me habia puesto palido, camine lentamente hasta la espectacular ventana sin cortinas.
Mi mente estaba petrificada de terror. ?Tenia que detener el robo! ?Pero, como? Mi cerebro se negaba a trabajar, pero sabia que seguir adelante seria fatal con Maddox cerca.
Por inteligente que fuera la policia de Paradise City, no podia compararse con Maddox. Recorde un caso en el que el Jefe de la Policia, Terrell, se alegro de colaborar con el investigador de Maddox, Steve Harmas, y habia sido Harmas quien habia resuelto el robo del collar de Esmaldi y tambien un crimen.
– ?Que ocurre, Larry?
– Me ha venido la jaqueca, maldicion. -Me sostuve la cabeza con las manos mientras pensaba que hacer. Luego, descubri lo absurdamente facil que era detener el robo. Lo unico que tenia que hacer era salir al vestibulo, poner la traba Yale en la puerta y Rhea y Fel no podrian entrar.
?Que podian hacer? ?Que podian hacer excepto irse y maldecirme cuando volvieramos a vernos?
– Te traere una aspirina -dijo Sydney, poniendose de pie-. Nada como eso, querido.
– Esta bien. -Comence a caminar hacia la puerta-. ire yo. ?Estan en el armario del bano, no?
– Dejame…
Entonces, la puerta se abrio de golpe y supe que ya era demasiado tarde.
Dias despues, cuando repasaba aquella noche, comprendi por que la operacion me habia estallado en la cara.
La culpa era totalmente mia. A pesar de todas las horas de reflexion y cuidadoso planeamiento, me habia equivocado por completo sobre la reaccion de Sydney en circunstancias extremas. Estaba seguro de que aquel maricon tendria el coraje de una mosca y de que se pondria a temblar ante cualquier amenaza de violencia. Si no hubiera juzgado erroneamente su valor no me encontraria como me encuentro hoy, pero estaba convencido de que Sydney no crearia problemas y jamas me detuve a pensar en esa parte tan vital del plan.
Me dirigia hacia la puerta y Sydney se levantaba de su mesa cuando se abrio la puerta y entraron Fel y Rhea.
Fel llevaba la peluca de Beatle y las gafas de espejo, ademas de una Colt automatica de aspecto aterrador en la mano. Detras de el, con el cabello rojizo oculto bajo un panuelo negro y el rostro escondido tras un par de inmensas gafas plateadas, tambien Rhea aparecio amenazadoramente con una 38 automatica en la mano enguantada.
– ?No se muevan! -grito Fel, con voz aterradora-. ?Levanten las manos!
Me movi hacia el. Trate de detenerme pero mis piernas seguian avanzando. Estaba casi sobre el cuando me golpeo. Vi el movimiento e intente esquivarlo, pero me pego con el mango de la pistola en plena cara y una luz blanca me estallo en el craneo. Senti la sangre caliente correrme por la boca, pero quede tumbado en el suelo, mareado por la violencia del golpe. Permaneci alli, con el ojo derecho cerrado y el izquierdo observando lo que sucedia.