reconoceria a Santomauro en cualquier sitio, el avvocato se apoyo pesadamente de lado en el escritorio de su secretaria, con los brazos cruzados sobre el pecho, como si de este modo pudiera protegerse de la silenciosa mirada de Brunetti y de la perplejidad de los otros dos.

– Es el, comisario. Estoy seguro.

– ?Bien, avvocato Santomauro? -pregunto Brunetti, indicando a Gravi con un ademan que guardara silencio.

– Fue Ravanello -dijo Santomauro con voz aguda, tensa y casi llorosa-. La idea fue suya. Lo de los apartamentos y los alquileres. Vino a proponermelo, yo no queria, pero el me amenazo. Sabia lo de los chicos y me amenazo con decirselo a mi mujer y a mis hijos. Y entonces Mascari descubrio lo de los alquileres.

– ?Como?

– No lo se. Por apuntes del banco. Algo que encontraria en el ordenador. Ravanello me lo dijo. La idea de eliminarlo fue suya.

Dos de las personas que estaban en la habitacion no sabian de que hablaba, pero ninguna decia nada, estupefactas como estaban por el terror de Santomauro.

– Yo no queria hacer nada. Pero Ravanello dijo que no habia mas remedio. Que teniamos que hacerlo.

Su voz habia ido suavizandose. Ahora callo y miro a Brunetti.

– ?Tenian que hacer que, signor Santomauro?

Santomauro miro fijamente a Brunetti y sacudio la cabeza, como para despejarla despues de un fuerte golpe. Luego volvio a moverla, pero ahora en clara senal negativa. Brunetti tambien conocia estos sintomas.

– Signor Santomauro, le arresto por el asesinato de Leonardo Mascari.

Al oir este nombre, tanto Gravi como la secretaria miraron a Santomauro como si lo vieran por primera vez. Brunetti se inclino sobre el escritorio de la secretaria y llamo por telefono a la questura para pedir que enviaran a tres hombres a recoger a un sospechoso y acompanarlo a la questura para ser interrogado.

Brunetti y Vianello interrogaron a Santomauro durante dos horas, y poco a poco fue perfilandose la historia. Era posible que Santomauro dijera la verdad acerca de los detalles del plan para aprovecharse de los apartamentos de la Liga, pero no acerca de quien habia partido la idea. Se reafirmaba en que Ravanello era el autor del plan, que lo tenia todo perfectamente previsto y tambien que Ravanello habia buscado la ayuda de Malfatti. Todo era idea de Ravanello: el plan original, la necesidad de liquidar al integro Mascari, el intento de arrojar el coche de Brunetti a la laguna. Iniciativas de Ravanello, consumido por la codicia.

?Y Santomauro? El se presentaba a si mismo como un hombre debil, preso de los designios de quien podia destruir su reputacion, su familia, su vida. Insistia en que el no habia intervenido en el asesinato de Mascari, que el no sabia lo que iba a suceder aquella noche fatidica en el apartamento de Crespo. Cuando le recordaron la compra de los zapatos, al principio alego que los habia comprado para ponerselos en carnaval, pero cuando le dijeron que habian sido identificados como los que llevaba Mascari, dijo que Ravanello le habia ordenado comprarlos, no sabia con que fin.

Si, el se embolsaba su parte de los alquileres de los apartamentos de la Liga, pero no para lucrarse sino solo para proteger su buen nombre. Si, estaba en el apartamento de Crespo la noche en que Mascari fue asesinado, pero fue Malfatti quien lo mato; el y Ravanello no habian tenido mas remedio que ayudarlo a deshacerse del cadaver. ?El plan? De Ravanello. De Malfatti. Del asesinato de Crespo el no sabia nada, habria sido algun cliente peligroso que Crespo habia llevado a su casa.

Santomauro se esforzaba por ofrecer la imagen de un hombre como tantos otros, incapaz de vencer sus pasiones y dominado por el miedo. ?Quien no habia de sentir compasion por un ser semejante?

Asi estuvo dos horas, manteniendo su inocente complicidad en esos crimenes, insistiendo en que su unico movil era el deseo de proteger a su familia, de evitarles el escandalo y la verguenza de que se conociera su vida secreta. Mientras escuchaba, Brunetti se daba cuenta de que Santomauro estaba cada vez mas convencido de la verdad de lo que decia. Al fin, asqueado por aquel hombre y sus simulaciones, el comisario decidio dar por terminado el interrogatorio.

A ultima hora de la tarde, Santomauro estaba con su abogado y, a la manana siguiente, salio en libertad bajo fianza, mientras Malfatti, asesino confeso, permanecia en la carcel. Santomauro dimitio de la presidencia de la Lega della Moralita aquel mismo dia, y los restantes miembros del consejo acordaron realizar una minuciosa investigacion de su mala gestion y su conducta irregular. Y es que, cavilaba Brunetti, en ciertos medios de la sociedad, se llama conducta irregular a la sodomia y mala gestion, al asesinato.

Aquella tarde, Brunetti fue a via Garibaldi y llamo a la puerta del apartamento de Mascari. La viuda pregunto quien era y el dio su nombre y grado.

El apartamento seguia igual. Las persianas seguian cerradas, para impedir que entrara el sol, pero parecia que lo que impedian era que saliera el calor. La signora Mascari estaba mas delgada y ensimismada.

– Es muy amable al recibirme, signora -empezo Brunetti, cuando estuvieron sentados frente a frente-. He venido a decirle que el nombre de su esposo queda limpio de toda sospecha. El no estaba involucrado en ningun delito y fue la victima inocente de un crimen abyecto.

– Eso ya lo sabia, comisario. Lo supe desde el principio.

– Lamento mucho que, durante un minuto siquiera, se sospechara de su esposo.

– No fue culpa suya, comisario. Y yo nunca sospeche.

– A pesar de todo, lo siento. Pero los responsables de su muerte han sido descubiertos.

– Si, lo se. Lo he leido en los periodicos -dijo ella, y agrego tras una pausa-: Pero eso no cambia nada.

– Seran castigados, signora. Esto puedo prometerselo.

– Desgraciadamente, no servira de nada ni a mi ni a Leonardo. -Cuando Brunetti fue a protestar, ella lo atajo-: Comisario, los periodicos pueden publicar lo que quieran acerca de lo que ocurrio realmente, pero lo unico que la gente recordara de Leonardo es la noticia que aparecio cuando descubrieron su cadaver: que estaba vestido de mujer. Que era un travesti que se prostituia.

– Pero eso ha sido desmentido, signora.

– Cuando se arroja lodo, comisario, nunca se limpia del todo. A la gente le gusta pensar mal de sus semejantes; cuanto mayor es el crimen, mayor el placer. Dentro de unos anos, cuando se pronuncie el nombre de Leonardo, recordaran el vestido rojo y pensaran todo lo mal que quieran.

Brunetti comprendio que tenia razon.

– Lo siento, signora.

No podia decir mas.

Ella se inclino y le toco el dorso de la mano.

– Nadie debe disculparse por lo que es propio de la naturaleza humana, comisario. Pero le agradezco su comprension. -Retiro la mano-. ?Desea algo mas?

Brunetti, que sabia captar una indirecta, dijo que no habia nada mas y se despidio dejando a la mujer en la casa en penumbra.

Aquella noche barrio la ciudad una fuerte tormenta que levanto tejas, arrojo tiestos de geranios al suelo y arranco arboles de los parques publicos. Estuvo lloviendo torrencialmente durante tres horas, las alcantarillas se desbordaron y las aguas arrastraron bolsas de basura a los canales. Despues de la lluvia, una brusca caida de la temperatura llego hasta los dormitorios, obligando a los durmientes a arrimarse a la pareja en busca de calor. Brunetti se levanto despues de las diez, hizo cafe y se dio una larga ducha, agradeciendo el agua caliente por primera vez en meses. Estaba en la terraza, vestido, con el pelo humedo y una segunda taza de cafe en la mano cuando oyo ruido a su espalda en el interior del apartamento. Se volvio con la taza en los labios, y vio a Paola. Y luego a Chiara, y a Raffaele.

– Ciao, papa -grito Chiara, con jubilo, corriendo hacia el.

– ?Que ha pasado? -pregunto el abrazandola, pero viendo solo a la madre.

Chiara se echo hacia atras y le sonrio ampliamente.

– Mirame la cara, papa.

El asi lo hizo, y nunca habia visto una cara mas bonita. Observo que parecia haber tomado el sol.

– Oh, papa, ?no lo ves?

– ?No veo que, cielo?

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