– Amigos -dijo la mujer con una sonrisa torcida. Se acerco al corpulento Vianello, que se habia quedado detras de sus colegas. Ella levanto la mano derecha y apoyo la palma en el pecho del inspector. Levanto la cara para mirarlo y dijo-: Amigo.

Vianello puso su mano sobre la de ella y dijo:

– Eso es, signora. Amigos.

23

Siguio un momento de tension, por lo menos, para Brunetti, Pucetti y la mujer mas joven. Mientras Vianello y Luigina mantenian las manos unidas en el pecho de el, Brunetti dijo a la otra mujer:

– Signara, necesito hablar con Giuliano. Tiene usted la palabra del inspector: somos amigos.

– ?Por que habia de confiar en ustedes? -pregunto ella.

Brunetti se volvio ligeramente hacia Vianello, que ahora daba palmaditas en el dorso de la mano de la mujer:

– Porque ella confia.

La mas joven fue a protestar pero desistio antes de pronunciar la primera palabra. Brunetti vio por su expresion que daba por valida su respuesta. Relajando la postura, ella inquirio:

– ?Que quiere preguntarle?

– Ya se lo he dicho, signora. Deseamos hablar sobre la muerte de! cadete.

– ?Solo eso? -La mirada de la mujer era tan clara y directa como la pregunta.

– Si. -Rrunetti hubiera podido dejarlo ahi, pero se sentia obligado por la promesa de Vianello y agrego-: Eso deberia ser todo, pero no lo sabre hasta que hable con el.

De pronto, Luigina retiro la mano del pecho de Via-nello, miro a la otra mujer y dijo:

– Giuliano. -Despues de pronunciar el nombre, le temblo en los labios una sonrisa nerviosa que desperto la compasion de Brunetti.

La mas joven se acerco a ella y le tomo la mano derecha entre las suyas.

– Todo va bien, Luigina. A Giuliano no le pasara nada.

La mujer debio de entender lo que oia, porque se le ensancho la sonrisa, junto las manos con jubilo y dio media vuelta, hacia el interior de la casa, pero, antes de que pudiera alejarse, la mas joven le puso la mano en el brazo, para retenerla.

– Este senor desea hablar con Gmliano a solas -empezo, y miro el reloj ostensiblemente-. Mientras ellos hablan, tu podrias dar de comer a las gallinas. Ya es la hora.

Brunetti no estaba muy versado en las costumbres campesinas, pero sabia que a las gallinas no se les da de comer a primera hora de la tarde.

– ?Gallinas? -pregunto Luigina, confusa por el brusco cambio de tema.

– ?Tiene gallinas, signorai -pregunto Vianello con entusiasmo, poniendose delante de ella-. ?No querria ensenarmelas?

Otra vez aparecio la sonrisa torcida, ante la posibilidad de ensenar las gallinas a su amigo.

Vianello miro entonces a Pucetti:

– La signora va a ensenarnos las gallinas, Pucetti. -Sin esperar la respuesta de Pucetti, Vianello puso la mano en el brazo de la mujer y empezo a andar hacia la puerta-. ?Cuantas…? -oyo decir Brunetti al inspector, y entonces, como si, de pronto, comprendiera que el ejercicio de contar no estaba al alcance de la mujer, termino, sin solucion de continuidad-:… veces he pensado que me gustaria ver gallinas. -Se volvio hacia Pucetti-: Venga usted tambien a ver las gallinas.

Cuando se quedaron a solas, Brunetti pregunto a la mujer:

– ?Puedo preguntar quien es usted, stgnora7.

– Soy la tia de Giuliano.

– ?Y la otra signora?

– Su madre. -Como Brunetti no preguntaba, explico-: Sufrio un accidente hace anos, cuando Giuliano era nino.

– ?Y antes? -pregunto Brunetti.

– ?Que quiere decir? ?Si antes era normal? -inquirio ella buscando un tono de indignacion sin acabar de encontrarlo.

Brunetti asintio.

– Si; tan normal como yo. Soy su hermana, Tiziana.

– Me lo figuraba -dijo Brunetti-. Se parecen ustedes mucho.

– Ella era la guapa -dijo la mujer con tristeza-. Antes. -Si la descuidada belleza de esta mujer habia de servir de indicio, Luigina debio de ser una preciosidad.

– ?Puedo preguntar que sucedio?

– Usted es policia, ?no?

– Si.

– ?Eso quiere decir que no puede revelar las cosas que le dicen?

– Si no tienen relacion con el caso que este investigando, no, signora. -Brunetti no aclaro que, mas que una prohibicion expresa, era cuestion de criterio personal, pero la respuesta parecio satisfacerla.

– Su marido le disparo. Y luego se suicido -dijo la mujer. Como Brunetti no hacia comentario alguno, prosiguio-: Queria matarla a ella y suicidarse. Pero con Luigina fallo.

– ?Por que lo hizo?

– Porque creyo que ella lo enganaba.

– ?Y era verdad?

– No. -La respuesta disipo por completo las dudas de Brunetti-. Pero mi cunado era un hombre muy celoso. Y violento. Todos le habiamos dicho que no se casara con el, pero se caso. -Despues de una larga pausa, agrego-: El amor -como si le hubieran pedido que nombrara la enfermedad que habia destruido a su hermana.

– ?Cuando sucedio?

– Hace ocho anos. Giuliano tenia diez. -La mujer cruzo los brazos bruscamente delante del estomago, asiendoselos con fuerza, como si buscara seguridad.

Cuando se le ocurrio la idea, se sintio tan horrorizado que hablo sin pararse a pensar en lo dolorosa que la pregunta seria para ella:

– ?Donde estaba Giuliano?

– No; el nino no estaba. Por lo menos, no le hizo eso a su hijo.

Brunetti deseaba saber el alcance del dano que habia sufrido la otra mujer, pero, al comprender que su motivo no era sino morbosa curiosidad, se abstuvo de preguntar! No habia mas que ver la vitalidad que aun conservaba esta mujer en sus movimientos y en su pobre cara desfigurada para hacerse una idea de lo que le habia sido arrebatado.

Mientras iban hacia el interior de la casa, Brunetti pregunto:

– ?Por que se fue Giuliano de la escuela?

– Dijo que… -Ella se interrumpio, y Brunetti intuyo que la mujer sentia no poder explicarselo-. Creo que sera mejor que se lo pregunte a el.

– ?Estaba contento en la academia?

– No. Nunca. -La respuesta fue rapida y vehemente.

– Entonces, ?por que ingreso? ?Y por que permanecio en ella?

Ella se paro y lo miro, y el observo entonces que sus ojos, que le habian parecido oscuros, en realidad tenian estrias de ambar y parecian fulgurar en la penumbra del vestibulo.

– ?Usted sabe algo de esta familia?

– No, signara; nada -dijo el, lamentando ya no haber pedido a la signorina Elettra que ahondara en su intimidad y escarbara en sus secretos un poco

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