whisky parecia un bebe con biberon. Al acabar la musica, llegaron las noticias. Ahora era un hombre el que leia.

En relacion con el asesinato de Halldis Horn, de setenta y seis anos, la policia esta buscando al hombre de veinticinco anos, Errki Peter Johrma, que desaparecio del hospital psiquiatrico de Varden en la madrugada de ayer. El hombre, que fue visto por un muchacho que estaba jugando por los alrededores, parece que conocia a la victima. La policia busca a Johrma para que testifique, y ruega a todos los que puedan haberlo visto, se pongan en contacto con la comisaria mas cercana. El hombre mide uno setenta, tiene el pelo largo y negro, vestia ropa negra y llevaba un cinturon con una hebilla de laton en el momento de su desaparicion. Tiene una forma muy peculiar de andar, balanceandose hacia los lados.

Un silencio de muerte se extendio por la habitacion. Morgan se levanto despacio del divan. La nariz estaba empezando a hincharsele y tenia la camiseta empapada de sangre.

– ?Estuviste cerca de su casa?

En sus ojos se veia un creciente temor.

– ?Viste algo?

Errki retorcio las manos y volvio a clavar la mirada en el agua. Se alegro de haber escapado de la laguna. Iba a morir de todos modos, pero no queria que fuera ahogado. Tendria que haber otros caminos que no fuera el agua fria que condujeran a la eternidad.

– ?La mataste tu? ?Lo hiciste, Errki?

Errki dio unos pasos vacilantes.

– ?Fuera! ?No te acerques mas!

Morgan encogio las rodillas y retrocedio.

– Cuando te cojan, les diras que no recuerdas nada, ?verdad? O que las voces te ordenaron hacerlo, asi no tendras que ir a la carcel. ?Sientate! ?Me oyes? ?Quiero que te sientes! -grito agudizando la voz.

Intento ordenar los pensamientos. El bobo no solo era bobo, sino algo mucho peor. Estaba loco de remate, habia matado a una vieja indefensa y ahora estaba alli, en esa habitacion. El miedo le pinchaba la sudorosa espalda. Cuando por fin hablo, lo hizo como si Errki estuviera histerico y hubiera que tranquilizarlo.

– Ahora vas a escucharme a mi. Sientate y relajate. Tranquilo, no pasa nada. Yo no dire nada de ti, y tu no diras nada de mi. Podemos repartirnos el dinero, hay de sobra para los dos. ?Tendremos que cruzar la frontera de Suecia!

Bebio un largo trago de whisky mientras tenia su mirada alterada clavada en Errki. Se imaginaba que en cualquier momento iba a matarlo con los dientes.

Errki no hizo ningun comentario. Morgan luchaba desesperadamente por digerir la noticia, y la nariz habia comenzado a latirle de un modo desagradable. Se imagino que el proceso de la infeccion ya estaba en marcha. Errki habia vuelto a sentarse en el suelo, debajo de la ventana que daba a la parte de delante. Morgan se sentia mejor cuando no estaba tan cerca. Pero en realidad parecia pacifico, ademas ya llevaban juntos mucho tiempo. Si el otro quisiera matarle, ya lo habria hecho, por ejemplo, cuando estuvieron abajo, junto a la laguna. Aun no era de noche, pero la luz habia cambiado y era mas tenue. ?Que habia sucedido realmente? ?Un manillar que se habia salido de su sitio y lo habia desviado hacia una via muerta? ?O una bajada sin frenos en la que resultaba imposible parar?

Morgan dejo la botella en el suelo. Estaba solo, con un asesino que ademas padecia una enfermedad mental, y era importante mantener la cabeza despejada. Por cierto, ya no se sentia tan despejado, mas bien ofuscado. Empezo a preguntarse en serio por que se habia llevado a ese jodido rehen. Habria logrado salir de todos modos.

– Asi que te vio un chico -dijo despacio, clavando la mirada en Errki, que parecia estar dormido.

– Un chico gordo -murmuro-. Un adolescente grande como un dirigible, con unas tetas tan grandes como las de mi madre.

Se volvio y lanzo una mirada enigmatica a Morgan.

– El cerebro de la mujer chorreaba por los escalones.

– ?Callate, no quiero oirlo!

El panico estaba en el fondo de su voz, como un intenso zumbido.

– Tienes miedo -constato Errki.

– ?No quiero oirte! ?No salen mas que cosas enfermas de tu boca! Sera mejor que hables con tus voces, ellas te comprenderan mejor.

Siguio un largo silencio. El suave zumbido de las moscas junto al marco de la ventana era lo unico que se oia. Morgan se pregunto si deberia marcharse a Oslo y esconderse en casa de su hermana. Ella se enfadaria con el, pero no lo entregaria a la policia. Era una pija desesperante, pero el era su hermano pequeno, un hermano que, aunque habia atracado un banco, nunca habia matado a nadie, cono, y menos a una vieja.

– ?No! -grito Errki levantandose. Se apoyo contra la ventana y miro hacia fuera.

– ?Por que gritas? ?Te estan dando la lata las voces? Deja esa tonteria ya, me estas hartando. ?NO HAY NADIE AHI DENTRO!

Errki se tapo los oidos.

– ?Pero joder! ?Por que chillas tanto?

Morgan volvio a tocarse la nariz. Latia con mas fuerza. Tenia ganas de echarse a llorar. Ese tio estaba loco de remate. Y tal vez ni siquiera fuera capaz de recordar que habia matado a una persona a golpes.

– Oye -dijo con voz ronca-. Puede que lo mejor seria que volvieras al manicomio.

Errki apoyo la frente contra los listones carcomidos de la ventana y noto como el aromatico calor de fuera le llenaba la nariz. Habia una especie de afliccion en la estancia. Le gustaba y no le gustaba. Le recordaba a algo. Abajo, en el Sotano, se oia un suave grunido.

– Esto es completamente ridiculo -dijo Morgan preocupado-. Aqui estoy yo, con la nariz amputada y una bolsa llena de dinero, y ahi estas tu, hablando solo, y con un asesinato en tu haber. Y a los dos nos esta buscando la policia. ?Es increible!

Cerro los ojos y dejo salir unos torpes golpes de risa.

– Me importa todo un carajo -prosiguio-. En el fondo, me importa un carajo lo que pueda suceder. De cualquier forma, todos vamos a morir. Mas vale morir aqui, en este cuchitril polvoriento.

Volvio a tumbarse en el divan. Tenia la sensacion de irse disolviendo poco a poco, de que por dentro le pululaba algo que despegaba y volaba. De pronto, sintio una extrana indiferencia. Tal vez se le estuviera escapando el sentido comun por los poros.

– Voy a dormir un poco.

Errki seguia junto a la ventana. Intento recordar el vestido de la mujer, pero era incapaz de acordarse de si era rojo con cuadros verdes o verde con cuadros rojos. No podia evocarlo en su mente, pero recordaba aquella trenza y la expresion obstinada al cavar la tierra para sacar el diente de leon de entre la hierba. Era sencillo. Estropeaba el cesped y habia que erradicarlo. Y luego le grito a el, con una voz llena de miedo…

– ?Callate! -grito el, temblando.

– Perdona -dijo Morgan cansado-. Solo he dicho que me importa un carajo lo que pueda pasar.

– Hago lo que quiero. ?Tu no decides sobre mi! -grito Errki, sacando un puno amenazante por la ventana.

– Pero si es lo que estoy diciendo -murmuro Morgan tumbandose de lado, con la mano como un escudo delante de la nariz-. Cuando me despierte, estare muy enfermo. Deberias bajar a la aldea a buscar ayuda. A mi no me importaria, yo ya no me meto en nada. Prometi conseguir dinero y lo he conseguido.

– Me llamo Errki Peter Johrma. Me voy a acostar.

– Haz lo que te de la gana -murmuro Morgan. Su voz no era mas que un susurro en el silencio. Errki entro en la alcoba. Se agacho y se puso a buscar dentro del colchon hasta que encontro el revolver. Luego se lo metio en la tirilla del pantalon. Estaba preparado.

A continuacion se coloco la chaqueta debajo de la cabeza, se encogio y se durmio profundamente.

– Lo que Kannick necesita ahora es un trofeo -dijo Margunn resuelta-. Algo que pueda limpiar, mantener reluciente y ensenar a su madre. Podria conseguirlo, es mas que capaz. Lo unico que sabe hacer es pegar tiros - anadio, moviendo la cabeza como para subrayar lo que acababa de afirmar.

Estaban sentados en el despacho de Margunn, la directora de la Colina de los Muchachos. Sejer sonrio y penso que se alegraria con el chico.

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