– ?Perdone! -interrumpio Sejer-. «Considerable perdida de sangre.» ?No se cayo por una escalera?
– Yo no estaba aqui, tenia diez anos entonces -contesto la enfermera, cortante. Pero, de nuevo, le vencio la curiosidad-. ?Asi que se cayo por una escalera?
– Eso es lo que me han dicho. Su hijo estaba presente cuando ocurrio -explico Sejer-. Pero solo tenia ocho anos.
– Esta bien -dijo la enfermera, insegura-. Pero no puedo ayudarle con eso mientras no tenga el informe de la autopsia.
Volvio a leer la hoja.
– Si -dijo por fin-, es extrano. Tuvo una fuerte hemorragia que por si sola le habria causado la muerte. Pero no se lo que han aducido como causa de muerte.
– ?Tanto puede uno destrozarse al caerse por una escalera?
– Bastante -contesto-. Sobre todo una persona mayor.
– Pero ella no lo era -objeto senalando la hoja-. Elsi Johrma, nacida en mil novecientos cincuenta, lo que quiere decir que tendria aproximadamente treinta anos cuando murio. ?No es asi?
– ?Y no puede usted encontrar a su hijo, el que fue testigo de su muerte?
– Pues si -dijo Sejer pensativo-. Lo estamos buscando.
Se levanto y le dio las gracias. Al salir, se quedo un instante fuera, con la mirada clavada en el Instituto Anatomico Forense. En algun sitio, alli dentro, se encontraba Halldis. Se dirigio hacia la entrada, sin saber muy bien a que iba. Era demasiado pronto para empezar a hurgar y preguntar, probablemente pasaria una semana o dos hasta que le tocara el turno a Halldis. Se identifico en la recepcion y pudo entrar sin problemas en el resto del edificio. Como habia pensado, encontro a Snorrason en una de las salas de autopsia. Estaba de espaldas a la puerta, poniendose unos guantes de latex. Sobre la mesa habia un paquete no muy grande. No mas grande que un perro, penso Sejer. La posibilidad de que fuera un bebe le hizo fruncir el ceno.
El forense se volvio y levanto una ceja.
– ?Konrad?
– ?Quien hay ahi? -pregunto Sejer, senalando con la cabeza el paquete blanco.
Snorrason lo miro fijamente.
– No es Halldis Horn, pero supongo que ya lo habias adivinado. Yo, por mi parte, me pregunto que quieres a una hora tan poco cristiana.
Sejer sonrio avergonzado.
– Ya se que no puedes haber hecho aun gran cosa, pero vine por aqui a arreglar unos asuntos y se me ha ocurrido hacerte una breve visita.
– Ya.
– Solo para verla. No por otra cosa. Para formarme algunas ideas.
– ?Con la esperanza de que te hable?
– Algo asi.
Snorrason volvio a quitarse los guantes.
– Pues no creo que te diga gran cosa.
– Ya. Solo queria verla un momento. Yo mismo puedo decir un par de palabras en caso de que el silencio se vuelva demasiado embarazoso.
– Lo que quieres es que este a tu lado, pensando en voz alta. Eso es lo que esperas, te conozco bien. Aunque ya sabes que no hay nada que me guste menos.
– Solo un rapido vistazo.
– ?No la viste en el lugar del crimen? ?Y no teneis unas fotos muy buenas?
– Si, pero eso fue ayer.
Snorrason desistio por fin. Sejer lo siguio hasta el ascensor y bajo con el a las profundidades del sotano, hasta la sala de refrigeracion donde se encontraba Halldis. Busco el numero del cajon y lo saco del todo.
– Aqui tiene usted, senor -dijo retirando la sabana.
No era un bonito espectaculo. El ojo intacto estaba negro como la brea. Donde deberia haber estado el otro, la azada habia penetrado tan adentro que habia partido en dos la nariz, y las hemorragias internas habian producido un color violeta oscuro en la frente y en las sienes.
– Ocho centimetros y medio de ancho. Catorce de profundidad. Exactamente la anchura y la longitud de la hoja -dijo Snorrason escuetamente-. Una insignificante lesion en el antebrazo derecho al intentar esquivarla, la hoja apenas la rozo. Un claro hematoma en el tejido conjuntivo del ojo derecho como consecuencia de la fractura de los huesos del craneo.
Sejer se obligo a si mismo a acercarse mas al rostro de la muerta.
– ?Puedes decir algo del angulo?
– Una de dos -contesto Snorrason luchando contra sus principios-. Ya estaba tumbada en el suelo cuando le alcanzo la azada o estaba de pie y levanto la cabeza asustada al ver llegar la hoja. Como puedes observar, le entro en la cavidad ocular justo por debajo de la ceja y luego penetro hacia el interior de la cabeza.
– Sucedio deprisa e inesperadamente, ?verdad?
– ?Como quieres que lo sepa? -contesto Snorrason, en un intento repentino de ponerse desagradable-. Por lo demas, no hay ninguna senal externa de que opusiera resistencia. Su ropa esta intacta y, como recordaras, incluso llevaba puestos los zuecos cuando la encontraron. De manera que tendras razon. Aunque me extrana. Al haber sido asesinada con su propia herramienta, supongo que no seria algo planeado. El asesino echaria mano de lo que tuviera a su alcance en un estado de panico, una tremenda ira, un tremendo miedo o una mezcla de todo. Segun las estadisticas -prosiguio- se trata de un asesinato poco frecuente. Y clarisimamente de un asesinato cometido en un estado de gran agitacion. Teneis huellas dactilares, ?no?
– Si -contesto Sejer-. Encontramos algunas dentro de la casa. Y dos huellas insignificantes en la azada. Es una suerte para nosotros que viviera sola. Eso limita bastante el numero de personas que hayan podido tocar sus cosas.
– ?Satisfecho?
– Si, muchas gracias.
Snorrason volvio a cubrir el cuerpo con la sabana y empujo el cajon de Halldis hacia dentro.
– Ya sabras de mi…
Sejer volvio a la Comisaria. Notaba como Sara Struel se le iba metiendo en la conciencia, alejando esa cara destrozada que acababa de ver. La piel tersa con vello claro. Los ojos oscuros con circulos claros junto a la pupila.
Volvio a pensar en Elsi Johrma. ?Por que perdio el equilibrio en la escalera? Tuvo que haber alguna causa, algo que le hizo tambalearse. Se cayo por la escalera de su propia casa, una escalera que tendria que conocer muy bien y que habria subido y bajado muchisimas veces. Tal vez corriera o hubiera agua en algun escalon. En cualquier caso habria una razon, de la misma manera que habria una razon para que las lesiones le provocaran la muerte cuando, o al menos asi lo creia el, podrian haber provocado una conmocion cerebral o una simple fractura de muneca. Cuando me haga viejo, penso de repente, me pondre a estudiar todos los casos criminales no resueltos que aun se encuentran en la Comisaria. Trabajare en ellos sin la presion del tiempo, sin la eterna presion de la prensa y de Holthemann, bajo mis propias condiciones. Mientras este cobrando la pension, convertire el trabajo en mi
Fue igual que en las Sagradas Escrituras, cuando el mar se dividio en dos. Todas esas personas ajetreadas, vestidas de blanco, se retiraron al ver a Skarre junto a la puerta abierta. Miro dentro de la enorme cocina, hacia el punto que le senalaba el cocinero. Alli, ese que esta junto al fregaplatos. Ese es Kristoffer Mai.
Skarre solo podia verle la espalda, una espalda ancha, con el cuello corto y el pelo rojo e hirsuto. Era la unica persona en la estancia que no se habia percatado de la presencia del desconocido, estaba sacando del fregaplatos una bandeja con cuarenta copas humeantes. No reparo en el silencio que se impuso, no hasta que hubo dejado la bandeja. Entonces se volvio y miro a Skarre.