– ?A que hora llegaste a trabajar ayer?
– A las doce en punto. Ahi dentro hay mas de veinte tios que pueden corroborarlo. Pero tengo entendido que el asesinato se cometio por la manana temprano, asi que me hubiera dado tiempo de hacerlo.
El tono de su voz era desafiante. Noto que el policia estaba en alerta maxima, e intentaba protegerse contra un peligro que no era capaz de ver.
– ?Tienes coche?
– Un viejo Volkswagen.
– Bien -dijo Skarre-. ?Te sentias unido a Halldis?
– En realidad, no.
– ?Pero ibas a visitarla?
– Solo porque mi madre me daba la lata. ?Sabe? Somos sus herederos. Pero las visitas que le hice resultaron muy agradables. Uno no piensa en esas cosas hasta despues, ahora que ella ya no esta.
– ?De manera que nunca has conocido a ese Tommy Rein? -pregunto Skarre.
– No. ?Es sospechoso o que?
– En absoluto -dijo Skarre en tono cortante-. Solo era la penultima pregunta de mi lista.
– ?Pura rutina? -pregunto Mai.
– Algo asi.
– ?Y cual es la ultima?
– Errki Peter Johrma. ?Has oido hablar de el?
Kristoffer Mai se levanto y dejo la silla en su sitio. El flequillo pelirrojo le cayo sobre la frente cuando volvio a meterse la cartera en la chaqueta.
– No -dijo-. Nunca he oido hablar de el.
Errki se desperto. Se coloco de costado y se quedo mirando la pared. Seguia flotando, antes de concentrar sus pensamientos y reconocer la habitacion en la que se encontraba. Habia dormido profundamente. Entonces se acordo del revolver. Aunque no habia usado un arma en su vida, sabia que requeria bastante fuerza. Atraveso la habitacion con el revolver en la mano, paso por la cocina y entro en el cuarto de estar. Morgan dormia. Su pelo rizado estaba mojado, y el sudor le brillaba en la frente. Tal vez estaba realmente a punto de sufrir una septicemia. A el no le concernia, solo lo constataba. Tampoco se sentia culpable. El abalanzarse sobre el e hincarle los dientes en la nariz habia resultado inevitable. Ademas, no le habia pedido que se lo llevara. Habia ido a la ciudad porque habia tenido un terrible sueno que le sacudio el alma. Primero habia intentado alejarse de el corriendo, y cuando se sintio seguro, se echo a dormir en un granero, con un saco debajo de la cabeza. Al despertarse, le picaba la cara y el cuello y se fue a la ciudad. Necesitaba ver que el mundo seguia alli, la gente, los coches, y entro en el banco porque habia sombra y un tentador sofa junto a la ventana. No por ninguna otra cosa.
Se detuvo al lado del divan donde dormia Morgan y escondio el arma detras. En su imaginacion se vio apretando el gatillo y como la cabeza rubia sobre el divan verde reventaba como un melon, mientras su contenido se dispersaba en todas las direcciones. Y adios Morgan en cuestion de un segundo, igual que aquel anciano, junto a la iglesia.
Morgan se retorcia gimiendo en voz baja. Luego abrio los ojos.
– Estas enfermo -constato Errki.
Morgan asintio, serio. De hecho, estaba muy enfermo. Notaba que la debilidad se le iba extendiendo por el cuerpo, que se iba hundiendo poco a poco. Ojala hubiera podido entregarse a alguien dispuesto a cuidarle y mimarle, a responsabilizarse de el.
– ?Quieres algo? -pregunto Errki en tono amable.
Morgan gimio.
– Tendria que ser una bala en la frente.
Errki saco el revolver, se agacho y coloco el canon justo entre los ojos de Morgan.
– Jaque mate -sonrio-. El rey ha muerto.
– ?Que estas mirando? -pregunto Skarre sacando la libreta del bolsillo mientras se sentaba enfrente de Sejer.
– Huellas de zapatos -murmuro-. Llevo un rato estudiandolas y tengo la extrana sensacion de que hay algo que no encaja.
Las empujo hacia el otro lado de la mesa para que Skarre las viera. Este guardo pacientemente sus propios descubrimientos.
– Dime lo que ves -dijo.
Skarre miro las fotos.
– Siete huellas de zapatos, de las cuales tres, no, cuatro, resultan casi inutiles. Pero tres son bastante nitidas, con unos dibujos muy claros. Estrias -anadio- u ondas. Un zapato bastante grande. Cuarenta y tres, ?no era asi?
Sejer asintio con la cabeza.
– Continua.
– ?Hay algo mas que ver?
– Creo que si.
Skarre las estudio de nuevo y descarto por fin una, quedandose con dos, las mismas que Sejer llevaba estudiando una eternidad.
– Ambas corresponden al pie derecho -dijo Skarre en voz baja-. Probablemente se trate de una zapatilla de deporte.
– Estoy de acuerdo.
– Una huella esta mas clara que la otra.
– Correcto.
– Y una de estas ondas -dijo senalando con el dedo- es discontinua. Tal vez un corte en la suela.
– Y no en la otra huella, ?verdad que no? -pregunto Sejer, mirando atentamente a Skarre.
– Pero es el mismo zapato, ?no? Los dos son del pie derecho.
– ?Es el mismo?
– No se donde quieres ir a parar. Tal vez sea una piedra que se ha metido entre las estrias -anadio con diligencia-. Y produce esa mancha blanca en una de las ondas.
– Una piedra debajo del zapato que luego se cae, ?es eso lo que quieres decir?
Continuo mirandolo atentamente.
– Si, por ejemplo.
– U otro defecto en la goma. Ademas -senalo Sejer- una huella es mas debil que la otra, como si esta suela estuviera mas gastada.
– ?Que estas insinuando? -pregunto Skarre desconfiado.
– Estoy insinuando que podria tratarse de dos.
– ?Dos homicidas?
– Si.
– ?Y los dos con zapatillas de deportes?
– Es el tipo de calzado que usa la gente, sobre todo los jovenes.
– Entonces no creo que se trate de Errki -dijo despacio-. El siempre va solo.
– Tu salto en paracaidas esta cada vez mas cerca -dijo Sejer con aire malicioso-. Pensaba sugerirte que saltaramos desde una altura de cinco mil pies. Asi tendras una buena experiencia.
Skarre noto que una oleada de miedo le atravesaba el pecho. Inhalo un poco mas de oxigeno que de costumbre para recobrar el pulso.
– El peor momento es cuando se abre la puerta del avion -dijo Sejer sonriente-, el bramido del viento y el aire frio. Te sorprendera el frio que hace a cinco mil pies de altura.
– Tengo algo que contarte -dijo Skarre para desviar la atencion.
Abrio la libreta y senalo. Sejer leyo con el entrecejo fruncido e hizo un gesto afirmativo con la cabeza.
– ?Lo encontraste?