– ?Kristoffer Mai?

El joven asintio con un gesto. Parecia buscar febrilmente en su cabeza una explicacion a esa visita tan seria. Y entonces se acordo. La tia Halldis, claro. Volvio en si y saludo con la cabeza mientras se secaba las manos y cerraba la maquina. Tenia perlas de sudor en la frente.

– ?Podemos hablar en algun sitio?

– En la sala de descanso -contesto, y echo a andar hacia la puerta. Andaba con la vista baja porque tenia la sensacion de que todo el mundo lo estaba mirando, y como hasta entonces siempre lo habian ignorado, la situacion era tan inusual que no sabia como reaccionar ante ella.

La sala de descanso era larga y estrecha, y se sentaron en un rincon, de espaldas a la puerta. Skarre miro la cara joven y le sobrevino una repentina nostalgia. ?A cuantas personas voy a conocer en mi vida, penso, solo y unicamente por una muerte brutal y terrible? ?Me va a seguir gustando este trabajo dentro de diez anos? ?Y como me va a afectar como persona el tener que estar siempre preguntando a gente inocente: Donde estuviste ayer? ?A que hora llegaste a casa? ?Como es tu situacion economica?

Saco su libreta de notas del bolsillo trasero.

– Hace mucho calor en tu lugar de trabajo -empezo a decir en tono amable, mirando de reojo la cabeza pelirroja.

– A mi me gusta -senalo Mai sonriendo-. Soy de Hammerfest. Alli siempre hace mucho frio.

Skarre ladeo la cabeza y sonrio.

– ?Cuando te enteraste de la muerte de tu tia abuela?

– Me llamo mi madre ayer, a las nueve de la noche.

– ?Y que te dijo?

Levanto la cabeza hacia el ventilador electrico del techo y suspiro profundamente.

– Que alguien entro en su casa para robarle el dinero, y que luego la mato a golpes y se largo.

– Fue con una azada -le corrigio Skarre.

– Eso da lo mismo -dijo el joven en voz baja-. Decian que tenia bastante dinero -prosiguio.

– ?Sabes algo de eso?

– Tenia medio millon -contesto Mai-. Pero estaba en el banco.

– ?Tu lo sabias?

– Claro que si. Ella estaba muy orgullosa de su dinero.

– ?Se lo contaste a alguien? -pregunto Skarre, mirandolo con insistencia.

– ?A quien se refiere?

– A amigos, companeros de trabajo, por ejemplo.

– Casi siempre estoy solo -dijo llanamente.

– Pero hablaras con alguien, supongo.

– Con el senor que me alquila la habitacion, con nadie mas.

Cambio de postura y lanzo una larga mirada a Skarre.

– Esta usted aqui para descartar que yo tenga algo que ver con el caso, ?verdad?

Skarre dejo la libreta a un lado y lo miro. Ni por un instante habia pensado que ese joven pudiera ser un homicida que hubiera matado a su tia abuela para robarle el dinero. Pero claro, ellos lo sentian asi. De repente, se pregunto como se sentiria el en una situacion como esa. ?Bastaba con saber que tu conciencia estaba blanca como la nieve? ?O te generaria por dentro una especie de inquietud el saber que alguien habia considerado esa posibilidad? Kristoffer Mai tenia los ojos verdes. Parecian culpables. Skarre se dio cuenta de que las personas con las que hablaba, a las que interrogaba y excluia del caso, siempre daban esa sensacion. Quiza fuera porque en alguna ocasion se les habia ocurrido la idea. Halldis tiene mucho dinero. Y aqui estoy yo, trajinando en esta enorme cocina con un sueldo miserable. ?Y si…?

– La visitabas de vez en cuando, ?verdad?

– Si tres veces al ano se puede considerar de vez en cuando, si.

– Supongo que son tres veces y no mas.

Skarre intento sonreir para suavizar la siguiente pregunta.

– ?Hace mucho que la visitaste por ultima vez?

Mai miro por la ventana y se encogio de hombros.

– Puede que tres meses. Es poco y mucho, segun se mire.

– ?Le enviaste una carta hace seis dias?

– Si, es verdad. Le prometia que iria a hacerle una visita y luego no fui.

Se movio intranquilo en la silla.

– Y en eso estoy pensando ahora, en que los ultimos dias de su vida se los paso esperando a alguien que nunca llego.

– ?Y por que no fuiste?

– Hubo varias bajas por enfermedad aqui en el trabajo, y tuve que hacer turnos extraordinarios.

– ?La llamaste para decirle que tenias que aplazar tus planes?

– No, por desgracia no. Soy como la mayor parte de la gente -murmuro-. Solo me ocupo de mi mismo. Este asunto me ha hecho reflexionar sobre ello.

Skarre penso en el sentimiento de culpabilidad que siempre se presentaba cuando alguien moria. Y si uno no tenia ninguna culpa real, se la inventaba.

– ?Estas a gusto en este lugar?

Le parecia ridiculo interrogar a uno de los pocos parientes que habia tenido la mujer, y que encima la habia visitado. Al mismo tiempo, no entendia esa aversion que de repente sentia hacia su trabajo, pues era el trabajo que el habia elegido. Puede que este estresado, penso. Debe de ser un sintoma incipiente de que necesito vacaciones.

– ?Como se llama la persona que te alquila la habitacion? -pregunto-. Porque me has dicho que vives en una habitacion alquilada, ?no?

– Bueno, en realidad es un pequeno apartamento con entrada aparte y ducha propia. Dos mil quinientas coronas al mes. Esta bien, y el dueno es amable. A veces hace crepes y llama a mi puerta para ofrecerme. Esta bastante solo, tiene casi setenta anos. Se lo digo para que comprenda que, aunque yo le hubiera contado lo del dinero, el nunca habria podido subir hasta alli a robarlo.

Skarre sonrio.

– Te comprendo. Tampoco es probable que vaya a verlo. Digamos que el hombre esta descartado por su edad.

Al decir eso, se dio cuenta de que acababa de cometer un error. ?Y si el hombre tenia treinta o cuarenta anos? Puede que pasaran mucho tiempo juntos. Quiza tomaban alguna copa mientras charlaban de sus cosas. El joven del norte estaba solo, no habia conseguido encontrar amigos, pero tenia una tia abuela en algun lugar del bosque que no era pobre. Pudo soltarlo durante un whisky doble. Medio millon. Y si…

– Pero tendras que darme el nombre de todas formas -dijo Skarre.

Mai saco la cartera del bolsillo de la chaqueta y se puso a buscar un justificante de una transferencia, que entrego a Skarre.

– El alquiler -dijo-. Aqui figura el nombre y la direccion. Supongo que tendra que tomar nota.

Skarre abrio los ojos de par en par. Estuvo a punto de perder el aliento de puro asombro. Una direccion de la parte este de Oslo. Y el apellido era Rein. Thomas Rein.

– Perdona -dijo en voz baja-. Tengo que comprobar otro pequeno detalle. Asi que vives en casa de un hombre llamado Rein. ?Thomas Rein? ?No sera un poco mas joven de lo que dices?

Mai lo miro extranado y se puso en guardia. En su rostro se veia una mezcla de sinceridad y miedo.

– No tiene setenta -afirmo con firmeza-. Pero tiene un hijo que se llama Tommy, y el apartamento en el que vivo en realidad es de el. Me lo alquilan porque esta de viaje. Solo podre quedarme hasta que vuelva.

– ?Y donde esta ahora?

– No lo se. Solo se que esta de viaje.

Skarre intento tranquilizarse. Tomo a toda prisa un monton de notas en la libreta, mientras respiraba lo mas tranquilamente que podia y se esforzaba por poner cara de poquer con esa facilidad con la que lo hacia su jefe.

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