esta en el bosque, cogiendo arandanos, por ejemplo, puedes convertirte en un homicida. ?Has pensado en ello, Kannick?
– Nunca hay gente en el bosque.
– Salvo Errki.
Kannick se sonrojo.
– Si, salvo Errki. Pero el no coge arandanos, creo yo.
Se hizo el silencio. Sejer escucho voces bajas fuera. El chico lo miro de reojo y se mordio el labio.
– ?Donde esta Halldis ahora? -pregunto en voz baja.
– En el sotano del Hospital General de Oslo.
– ?Es verdad que estan en neveras?
Sejer le sonrio con tristeza.
– Bueno, es una especie de cajon largo. ?Conocias a su marido? -pregunto para desviar el tema.
– No, pero me acuerdo de el. Siempre iba montado en su tractor. Nunca hablaba con nosotros como Halldis. A el no le interesaban los chicos; ademas, tenia un perro. Cuando murio Thorvald, tambien murio el perro. No queria comer.
Eso debia de extranar mucho a Kannick pues se mostro incredulo ante la mera idea.
– ?Cuanto tiempo crees que vas a estar en la Colina de los Muchachos?
– No lo se -contesto Kannick clavando la mirada en las rodillas-. No soy yo quien lo decide.
– ?Ah, no? -dijo Sejer.
– De todos modos, hacen lo que quieren -contesto el chico con tristeza.
– Pero estas a gusto aqui, ?no? Se lo he preguntado a Margunn, y me ha dicho que estas a gusto.
– Si, no tengo otro sitio. Mi madre no es apta y yo necesito ayuda.
Sejer capto el desamparo en la voz del chico.
– La vida no es nada facil, ?verdad? ?Que es lo que te resulta mas dificil?
Kannick volvio a reflexionar y repitio las palabras que tantas veces habia oido:
– Primero actuo y luego pienso.
– Eso se llama ser impulsivo -lo consolo Sejer-. Y es normal en los ninos. Casi todas esas cosas suelen arreglarse con el tiempo. Oye -prosiguio-, ?pudiste ver si Errki llevaba guantes?
Kannick parpadeo extranado y abrio los ojos de par en par.
– ?Guantes? ?Con este calor? No le vi las manos. Puede que las llevara en el bolsillo. No se -concluyo con sinceridad.
– Lo pregunto -explico Sejer- porque es importante aclarar cosas como, por ejemplo, las huellas dactilares. Y hemos encontrado varias dentro de la casa. ?Estas seguro de que ni viste ni oiste a nadie mas alli arriba?
– Si -afirmo Kannick, moviendo la cabeza con determinacion-. No vi a nadie mas.
– Si hubiera habido alguien mas -dijo Sejer- Errki pudo haberlo visto, aunque tu no lo vieras.
– ?No crees que lo hiciera Errki? -pregunto el chico asombrado.
– No lo considero tan evidente.
– Pero esta loco, ?sabes?
– No es exactamente como nosotros -sonrio Sejer-. Digamos que necesita ayuda. Pero sospecho que muchos esperan que Errki sea culpable. ?Sabes? A la gente le gusta tener razon. ?Tu que crees que Halldis hubiera dicho a Errki si el hubiera entrado en la granja? Ella lo conocia, ?verdad?
– Supongo que si.
– ?Crees que le tenia miedo?
– Ella no tenia miedo a casi nada. Pero Errki es asi, simplemente iba por las tiendas y quioscos cogiendo lo que queria. Tal vez entrara tambien en casa de Halldis. El es asi.
– ?Y ella montaria en colera?
– Halldis se enfadaba bastante si no haciamos lo que nos ordenaba, y Errki nunca hacia lo que la gente le decia que hiciera.
– Exactamente. Creo que debemos encontrarlo, ?no te parece?
– ?Le pondran una camisa de fuerza?
Sejer se rio.
– Esperemos poder evitarlo. Pero mientras esto dure, sera mejor que os quedeis por aqui, cerca de la casa, y que no vayais al bosque.
– Por mi, vale -dijo Kannick con un gesto afirmativo-. Margunn me ha quitado el arco.
Todos los demas chicos observaron a Sejer cuando se metio en el coche. No tenia tiempo para charlar con ellos, para ser un pequeno soplo del exterior en ese mundo cerrado en el que vivian. Lo miraban con una mezcla de rebeldia y reverencia. Algunos de ellos ya habian estado en contacto con la policia en varias ocasiones, a otros la posibilidad les pendia encima de la cabeza como una amenaza constante. El pequeno de piel oscura, Simon, dijo adios con la mano. Sejer penso en los chicos mientras se acercaba al Hospital General, ese grupo de individuos huranos que no habian sabido adaptarse. Un grupo de esos que interesaria a Sara Struel, un grupo de rebeldes.
– Elsi Johrma -dijo Sejer, mirando expectante a la enfermera-. Fecha de nacimiento: cuatro de septiembre de mil novecientos cincuenta. Fallecio en un accidente, el dieciocho de enero de mil novecientos ochenta, y fue traida a este hospital. No se si ingreso cadaver o si murio despues, a causa de las lesiones. Pero en algun lugar de este hospital tiene que haber papeles sobre ella. ?Podria usted hacerme el enorme favor de ver si encuentra algo?
La curiosidad habia encendido los ojos de la enfermera. Al mismo tiempo, daba la impresion de estar abatida, era epoca de vacaciones, faltaba personal y hacia un calor insoportable. Sejer contemplo el cuarto en el que se encontraban. Era un despacho estrecho, lleno de carpetas y libros. No era una habitacion grande, pues el mismo y la enfermera la llenaban.
– Hace dieciseis anos de eso -dijo ella a modo de apunte, como si el no lo hubiera calculado ya-. Entretanto, hemos pasado a la informatica, asi que probablemente no este registrada. Eso significa que debo bajar al sotano a buscar.
– El ano es el ochenta, y la letra, la J. Seguro que conoce usted bien el archivo -dijo Sejer-. Puedo esperar.
La enfermera tendria unos veinticinco anos. Era alta, fuerte y llevaba el pelo recogido en una coleta. Se quedo mirandolo fijamente por encima de las gafas de montura roja que tenia sobre la punta de la nariz.
– Si no encuentro nada ahora, tendra usted que volver mas tarde.
La mujer desaparecio, y el espero pacientemente mientras buscaba en el cuarto algo que leer. No encontro nada mas que una revista de la Asociacion contra el Cancer que no le tentaba. Se quedo sentado, absorto en sus propios pensamientos. En lugares como ese, nunca lograba evadirse de los recuerdos de una epoca en que el mismo andaba, sin reposo, por largos pasillos mientras el cuerpo de Elise era objeto de pruebas, analisis, tratamientos y radiaciones, y se iba debilitando cada vez mas. Era sobre todo el olor y el sonido de voces atenuadas. Sejer se encontraba en otro lugar cuando la enfermera aparecio inesperadamente por la puerta.
– Esto es todo lo que he encontrado -dijo, alcanzandole un informe de ingreso resumido en una sola pagina.
– Pero ?y que pasa con el informe de la autopsia? -pregunto Sejer.
– No estaba.
– Pero podra seguir buscandolo, ?no? Es muy importante.
– En ese caso tendria que ser el domingo que viene, si es que tengo un rato. Por ahora, esto es lo unico que he encontrado.
– Gracias -dijo el humildemente-. ?Puedo llevarmelo?
Ella le dio un formulario y el firmo en la linea indicada.
– ?Tiene dos minutos mientras lo leo? -le rogo-. Supongo que habra bastantes terminos que no entienda.
La enfermera cogio la hoja y leyo en voz alta:
– Ingresa cadaver el dieciocho de enero a las 16.45. Fracturas visibles en brazo y mandibula. Considerable perdida de sangre.