– Fanfarron -dijo Johnny.
– Hablemos un poco de Theo -propuso Sejer-. Sobre lo que le paso. Dijiste que nunca habias subido a la casa de Bjorn Schillinger. Asi que sabes que su casa esta al final de una cuesta, ?verdad? ?Como lo sabes?
Entonces Johnny Beskow dejo de dar vueltas. Se inclino sobre la mesa, agarro a Sejer por la corbata color Burdeos, y tiro de ella.
– Vive en la cuesta de Saga, lo que significa que esta en lo alto. Puedes echarme la culpa de todo -anadio-. ?Pero no de lo de los perros! Te dire algo: mi vida no vale gran cosa. Y si lo de los perros hubiera sido por mi culpa, me habria ahogado.
Y de ahi no lo sacaba nadie.
Como si la verdad le hubiera proporcionado nuevas fuerzas.
Miraba fijamente a los ojos de Sejer sin desviar la mirada ni un instante, ensenandole las manos para mostrarle que estaban limpias.
Su voz era fuerte y firme.
– No me eches la culpa de lo de Theo.
Surgio entre ellos una tranquila simpatia. Sejer no tenia nada en contra de representar el papel de figura paterna ante ese chico desesperado, y Johnny habia perdido lo unico en la vida que habia significado algo para el. Ambos se encontraban regularmente debido a la obligacion de Johnny de presentarse en la comisaria. De vez en cuando Sejer compraba un poco de comida, que calentaba en el microondas.
– Tendras que conformarte con comida precocinada -se disculpaba-. Soy un mal cocinero.
– Bueno, abuelo -decia Johnny-, pero eres bueno de cojones calentandola.
Se metio un monton de comida en la boca y miro de reojo a Sejer.
– ?Todo esto forma parte de un plan o que? ?Para que yo haga mas confesiones? Ponme una trampa si crees que puede servir de algo, pero no caere en ella.
Se llevo el dedo indice a la sien.
– Aqui dentro las cosas funcionan como tienen que funcionar.
– Estas demasiado delgado -comento Sejer-. Es por eso.
Un dia que llevaban mucho tiempo hablando, Johnny se inclino sobre la mesa y pregunto con gran interes:
– ?Que va a pasarle a mi madre?
– Es demasiado pronto para saberlo -dijo Sejer- pero su pronostico no es bueno.
– Nunca va a confesar nada -dijo Johnny-. Lo negara hasta el dia que se muera. Pero no es en absoluto de fiar. ?La condenaran a cadena perpetua? -pregunto esperanzado-. ?A solo pan y agua? ?Con la luz encendida toda la noche? ?Inspeccion de la celda cada hora?
– ?Te gustaria que fuera asi? -pregunto Sejer.
– Me gustaria verla en la silla electrica -contesto Johnny-. O en la horca. O en el garrote vil.
– Esos metodos medievales ya no se usan, gracias a Dios -comento Sejer.
– Todo el mundo echa la culpa a la Edad Media -dijo Johnny-. Dicen que entonces todo era mucho peor. Pero el garrote vil se empleo hasta 1974, no te jode.
– ?Y donde ocurrio eso? -pregunto Sejer, algo sorprendido.
– En Espana.
– ?Como sabes tu esas cosas?
– Se todo sobre esas cosas -contesto Johnny-. Pienso en esos terminos.
Sejer lo miro muy serio.
– Respecto a lo que le ocurrio a tu abuelo, vamos a seguir hablando de ello. Quedan muchas cosas por averiguar sobre ese asunto. Tienes que estar preparado para muchas y largas conversaciones, porque esto debe hacerse correctamente y tenemos que encontrar la verdad.
– Si a mi madre la condenan, la desheredaran, ?no?
– Supongo que si -contesto Sejer-. ?Eso tambien te gustaria?
– Si, y a mi abuelo tambien.
Johnny Beskow parecia algunas veces indiferente e insensible, otras jugueton e infantil, para acto seguido aparecer como un adulto muy maduro para su edad. Nadie le habia ensenado las reglas que rigen entre los seres humanos. No conocia ni las leyes escritas ni las no escritas. Pero otras veces se ponia sentimental, como cuando hablaba del viejo Henry. Mai Sinok confirmo una y otra vez el carino que el chico sentia por su abuelo. Contaba como acudia cada dos por tres a la casa de la calle Roland en su Suzuki roja, atento y preocupado por el viejo. Sejer esperaba que el aparato judicial fuera clemente con el, teniendo en cuenta su juventud y el que nunca antes hubiera sido acusado de nada, ademas de la infancia sumamente desafortunada que habia vivido.
El destino de Theo era otra historia.
Schillinger fue interrogado en numerosas ocasiones. Pero, por mucho que lo presionaban, el se mantenia en sus trece con la misma intensidad con que lo hacia Johnny Beskow.
No, no me olvido nunca de cerrar esa puerta. Ni una sola vez en la historia me he olvidado de cerrarla al salir de la perrera. No intento librarme de la responsabilidad, pero tiene que haber algo de justicia en todo esto, y me niego a asumir la culpabilidad de otros. ?Van a dejar que un chico de mierda me arruine la vida?
Pues el rumor se extendio rapidamente, un rumor que decia que un adolescente de Askeland era la persona que estaba detras de todo el terror que los habia asolado durante semanas.
Llego octubre, y Matteus se habia ido a hacer la prueba para el papel de Sigfrido en
– ?Como ha ido? -pregunto Sejer-. Pasa. ?Te han dado el papel? Dimelo enseguida. No me tortures.
Matteus entro.
La bolsa acabo en el suelo con un pequeno chasquido.
– Se lo han dado a Robert Riegel -contesto.
Sejer lo miro asustado.
– ?Robert que? ?Que estas diciendo?
– Riegel -repitio Matteus.
Se agacho para acariciar la cabeza de Frank. Parecia que todo le importaba poco. Esas manos oscuras tenian una sensibilidad especial cuando acariciaba al perro.
– ?Y quien es ese? -pregunto Sejer.
– Bueno, es un bailarin fenomenal, creo -contesto Matteus, sin mirar a su abuelo a los ojos.
– Vale, pero ?es mejor que tu? ?Me estas diciendo que es mejor que tu?
– Obviamente -contesto Matteus, poniendose de pie-. Al menos es Robert Riegel el que se va a tirar al lago con Odette en el cuarto acto.
– ?Asi es como acaba? -pregunto Sejer algo apagado.
– Si, senor. Se tiran al lago.
Fue hacia el salon. Andaba con esa naturalidad y seguridad propias de un cuerpo fuerte y atletico. Sejer lo siguio. En el fondo se sentia viejo y con las rodillas algo inestables.
– ?No podrias estar un poco alterado? -dijo-. Pareces tan indiferente… Quiero decir, ?no podrias soltar al menos algunas maldiciones?
– No estoy indiferente -respondio Matteus-, pero el autocontrol es una virtud.
Se dejo caer sobre una silla. Saco del bolsillo una pastilla de menta y se la puso en la lengua como una