– Una verdadera fortuna -contesto con un suspiro-. En total, seguro que estamos hablando de millones de coronas.
– ?Has revisado mas cajas?
– No, pero ya no puedo mas. Tendreis que continuar vosotros.
– Tenemos que hacer un registro de la casa, lo comprendes, ?no?
Monika asintio y abrio los brazos en un gesto de resignacion.
Mientras esperaban a que llegaran los refuerzos, le invito a tomar un cafe. Fue entonces cuando Knutas abordo el tema espinoso. Decidio ir directo al grano.
– ?Por que no dijiste nada de que tenias una relacion amorosa con Rolf Sanden cuando estuve aqui la ultima vez?
Evidentemente, ella esperaba la pregunta.
– No me parecio que fuera relevante -respondio con gesto inexpresivo.
– Todo lo que tenga que ver contigo y con Egon es relevante para nosotros. ?Lo sabia Egon?
– No, no sabia nada -nego con un hondo suspiro-. No notaba nada de nada. Hacia tiempo que habia dejado de fijarse en mi.
– ?Como puedes estar tan segura?
– Lo teniamos todo convenido. Nos veiamos durante el dia solo cuando el estaba en la galeria. Yo trabajo mucho en casa. No suelo estar en la galeria mas que los lunes.
– Por lo visto, los vecinos lo sabian…
– Eso es inevitable en una zona tan pequena como esta. Tampoco me preocupa; de todos modos, no nos relacionamos con nadie de por aqui.
– A excepcion de Rolf, claro…
– Si, a excepcion de Rolf.
Capitulo 34
Los cuadros hallados en el trastero de la casa de los Wallin fueron incautados por la policia y enviados en el primer vuelo a Estocolmo, a casa de subastas Bukowskis, para su identificacion y tasacion. Erik Mattson los recibio el martes por la manana.
En menos de una hora habia identificado las obras y comprobado su autenticidad. Todas lo eran. El cuadro grande de Zorn con las jovenes de Dalecarlia a la orilla del lago Siljan tenia un valor de entre tres y cuatro millones. El resto podia valorarse en unos cientos de miles de coronas cada uno. Calculo que, en total, el conjunto rondaria los cuatro o cinco millones de coronas. Se trataba de obras conocidas, y, tras buscarlas en la base de datos, comprobo que todas ellas habian sido robadas.
Los dos cuadros de Zorn habian sido sustraidos tres anos antes a un coleccionista de Gotemburgo; la pintura de Carl Larsson la habian sustraido el ano anterior en una exposicion en Falun, y la de Bruno Liljefors desaparecio en el curso de un traslado desde una casa de Gotland hacia unos meses.
Cuando termino, Erik Mattson llamo inmediatamente a Knutas.
– ?Es increible! -exclamo el comisario-. Todos robados. ?Esta seguro?
– Si, claro, lo pueden comprobar en vuestros registros.
– ?Y esta seguro de que son autenticos?
– Sin duda alguna.
– Muchas gracias.
Knutas colgo el auricular y marco el numero directo de la Policia Nacional para pedirles que comprobaran los robos, como ocurrieron los hechos y si habia algun sospechoso.
Miro abstraido a traves de la ventana.
Asi pues, Egon Wallin estaba involucrado en robos de cuadros a escala nacional o, al menos, habia actuado como receptador, lo cual era bastante grave. Estaba conmocionado. ?Tan malo era catalogando a las personas? El que pensaba que Egon Wallin era un hombre tan honesto… ?Habia mas cosas que no supiera de el?
A lo largo del dia se procederia al registro en la casa de los Wallin y en la galeria. Esperaba con ansiedad conocer los resultados.
Capitulo 35
A los medios de comunicacion no les sorprendio que la policia hubiese acordonado la casa de los Wallin y la estuviera registrando. Los vecinos habian visto que sacaban cuadros del trastero, y el rumor de que eran robados no tardo en extenderse.
– Lo presentia -exclamo Pia impaciente en el coche, de camino a la calle Snackgardsvagen-. Sabia que habia algo raro con Egon Wallin.
Cuando llegaron, en la zona de los chales adosados reinaba una actividad febril. El area estaba acordonada y habia varios coches policiales aparcados a la puerta de los Wallin. Algunos vecinos seguian sin el menor disimulo el trabajo de la policia. Johan vislumbro a Monika Wallin a traves de la ventana de la cocina. Sintio pena por ella.
Se acerco a uno de los agentes que estaban de vigilancia.
– ?Que ocurre, agente?
– No puedo responder a esa pregunta. Tendras que hablar con el portavoz de prensa o con el responsable de la investigacion, Anders Knutas.
– ?Se encuentra aqui alguno de ellos?
– No.
– Al menos podras decirme por que habeis acordonado el area, ?no?
– En la casa se han encontrado objetos de interes para la policia, no puedo decirte mas.
– ?Se trata de cuadros robados?
El agente permanecio impasible.
– Tampoco puedo responder a esa pregunta.
Johan y Pia intentaron hablar con algunos vecinos, quienes solo pudieron contarles que no tenian ni idea de que los Wallin guardaran en casa cuadros robados. Sin embargo, los remitieron a la chismosa del barrio, que vivia en la ultima casa de la hilera de chales. Si alguien sabia algo mas, tenia que ser ella.
La senora, que aparentaba por lo menos ochenta anos, abrio la puerta antes de que les hubiera dado tiempo a llamar. Era alta y delgada, con el cabello plateado recogido en un mono. Llevaba un vestido elegante. Iba arreglada como si fuera a salir.
– ?Que quereis? -les pregunto con desconfianza-. ?Sois de la policia? Ya he contado todo lo que se.
Al parecer, el hecho de que Pia llevara una camara de television no le dio ninguna pista a la senora.
Se presentaron.
– ?Sois de la television? ?No me digas! -Se rio azorada y se retoco automaticamente el cabello-. Ingrid Hasselblad -se presento tendiendoles un brazo escualido.
Tenia las unas pintadas de rojo y bien cuidadas. De pronto, abrio la puerta de par en par.
– Pasad, pasad, ?puedo invitaros a un cafe?
– Si, gracias.
Johan y Pia se miraron. Normalmente, el cafe presuponia que la entrevista se alargaria mas de lo previsto, pero en aquella ocasion quiza valiera la pena.
Los condujo hasta la sala de estar. La vista era maravillosa; el mar estaba tan cerca, que parecia como si las olas pudieran salpicar la ventana.
– Disculpadme un momento.
La senora desaparecio y cuando volvio con la bandeja del cafe Johan advirtio que se habia retocado el carmin