– Quiza eso solo fuera algo provisional, por tratarse precisamente de estos cuadros. Una excepcion -apunto Norrby.

– Pero ?por que seguian alli, cuando habia organizado todo lo demas tan meticulosamente, la mudanza y todo? -quiso saber Karin.

– Seguro que pensaba venderlos en Estocolmo -aventuro Knutas-. Lo mas probable es que tuviera un contacto alli.

– ?Tenia ordenador? -pregunto Kihlgard.

– Claro -dijo el comisario-. Tanto en casa como en la galeria. Hoy hemos empezado a hacer el registro, asi que se examinaran los contenidos a lo largo del dia.

– La venta de la galeria tiene que haber supuesto un choque tanto para su mujer como para los empleados. ?Como han reaccionado? Y que encima se la haya vendido a ese tal Sixten Dahl…

– Monika Wallin parecia bastante fria ante la venta cuando hable con ella -contesto Knutas-. Pero, claro esta, puede ser solo una pose. Habra que seguir investigando ese tema. Ademas, tendremos que pedir otra vez ayuda a Estocolmo, tanto para conocer todo acerca de los posibles socios como para registrar el piso al que Wallin pensaba mudarse.

– Si, seguro que tenia muy buenos contactos en Estocolmo -convino Kihlgard entre dientes-. ?Su mujer no sabe nada de eso?

– Por lo que ha dicho hasta ahora, no -corto Knutas, molesto consigo mismo por no haber pensado en ello cuando visito a la viuda-. Tendremos que interrogarla otra vez.

– ?Y que hay de los asistentes a la exposicion? -continuo-. ?Teneis una lista de las personas a las que se invito?

– Si, yo me he ocupado de eso -respondio Karin mientras levantaba un folio grande-. Lo he dividido de manera que en la primera columna figuran todos los que recibieron una invitacion; en la segunda aparecen los invitados que asistieron realmente, y la tercera incluye el resto de los visitantes, es decir, los que los empleados recuerdan que estuvieron alli por su cuenta.

– ?Aparece algun nombre interesante?

– Si, ya lo creo. Un par de galeristas de Estocolmo con los cuales sabemos que Wallin mantenia relaciones comerciales: un tal Hugo Malmberg, que tiene una galeria en Gamla Stan y, naturalmente, Sixten Dahl, de quien ya hemos oido hablar -preciso Karin-. A Sixten Dahl lo iban a interrogar hoy por la manana, pero aun no nos han llamado desde Estocolmo, asi que no sabemos lo que habra dado de si. De todos modos, el tipo es interesante, puesto que rivalizaba con Egon para ser el representante de ese pintor lituano y, ademas, le compro la galeria de aqui, de Visby, a traves de un testaferro.

– ?Traereis aqui a esos dos para investigarlos vosotros mismos?

Kihlgard se quedo mirando a Knutas mientras abria una bolsa de cochecitos de gominola. Todos se quedaron un momento en silencio, antes de que Knutas contestara.

– No se, por ahora no.

– Teniendo en cuenta que Egon Wallin pensaba trasladarse a vivir a Estocolmo, y que ademas se dedicaba a hacer negocios con cuadros robados, parece muy interesante entrevistar a esos dos galeristas de Estocolmo que visitaron la exposicion el mismo dia en que Wallin fue asesinado, ?no es asi?

Kihlgard se metio un punado de coches de gominola en la boca.

Knutas sentia que su irritacion iba en aumento. ?Acaso no se podia estar cinco minutos con Kihlgard sin que lo sacara a uno de quicio?

– Eso ya lo sopesaremos mas adelante. Yo creo que por el momento lo que hemos de hacer es aguardar la respuesta de Estocolmo, para saber que ha dado de si el interrogatorio con Sixten Dahl, ?no os parece?

Recogio sus papeles y se levanto para indicar que la reunion habia terminado.

El comisario necesitaba aire fresco.

Capitulo 37

A Knutas le rugia el estomago de apetito; la hora del almuerzo estaba ya mas que superada. El bocadillo reseco que se habia comprado le habia dejado hambriento, pero en aquellos momentos no tenia tiempo de pensar en cosas tan triviales como la comida. Habia llegado la hora de interrogar a Mattis Kalvalis y a su agente antes de que regresaran a Lituania.

Se refresco la cara en los lavabos y se llevo una pastilla de menta a la boca.

Cuando bajo a la recepcion, ambos ya estaban alli sentados esperando. Knutas no habia visto antes al pintor mas que en fotos. Mattis Kalvalis parecia, cuando menos, fuera de lugar en la recepcion de una comisaria de policia.

Lo que mas llamaba la atencion era el pelo, negro salvo el flequillo, que llevaba tenido en un tono verde neon. De un lobulo de la oreja le colgaba una cadena larga y vestia pantalones de cuero de color rojo y una chaqueta en el mismo tono verde reflectante del flequillo. Completaba tan singular atuendo un par de zapatillas deportivas de cana alta y color azul claro que a Knutas le recordaron unas similares que tuvo en su juventud.

El agente, sentado a su lado, era el polo opuesto. Tenia aspecto de minero ruso, corpulento y de rasgos toscos, tocado con una gorra de piel con orejeras y una cazadora acolchada de color azul oscuro. Cuando lo saludo, Knutas comprobo que tenia la mano sudorosa.

El comisario consiguio chapurrear unas frases de saludo en ingles y luego los guio hasta su despacho. Por fortuna, sus colegas ya habian finalizado la reunion. Vio a Karin, que estaba con Kihlgard ante la maquina del cafe, y le hizo una sena para que se acercara.

Los lituanos rehusaron el cafe que les ofrecieron y se sentaron en el sofa que Knutas tenia dispuesto para las visitas. Dejo que Karin, con mejor nivel de ingles, condujera el interrogatorio, mientras el escuchaba y miraba con atencion a los dos hombres que tenia delante. En cierto modo, participar solo como oyente tenia sus ventajas. Podia observar cada cambio en la expresion del rostro cuando se les formulaba una pregunta o si la persona interrogada esquivaba la mirada.

Karin puso en marcha la grabadora y comenzo con las frases habituales.

– Can I smoke?

El pintor hizo la pregunta mientras sacaba un cigarrillo del paquete arrugado que guardaba en el bolsillo interior de la chaqueta.

– I’m afraid not.

El hombre delgado y extravagante sentado enfrente de ella se detuvo con el cigarrillo en el aire a mitad de camino de la boca y lo volvio a guardar en el paquete sin pestanear.

Karin observo aquella cara palida, joven y de rasgos finos, pero con arrugas profundas. Bajo los ojos, unas ojeras muy acentuadas. Mattis Kalvalis tenia un aspecto como si no hubiera dormido en varios dias. Se le veia incomodo alli sentado junto a su fornido agente en el sofa de dos plazas de Knutas.

Despues de las preguntas de rigor sobre sus datos personales, Karin se dirigio al pintor.

– ?Conocias bien a Egon Wallin?

Mattis alargo las palabras al responder:

– No se… Bueno, no muy bien, francamente. Era una persona con la que resultaba facil relacionarse en el aspecto profesional, pero nos habiamos visto pocas veces.

– ?Como os conocisteis?

– Debio de ser hace un ano, ?no? -contesto el artista mirando a su representante, quien asintio con la cabeza-. Si, nos conocimos en Vilna la primavera pasada. El participaba en un ciclo de conferencias, segun creo.

Volvio a mirar al hombre que tenia sentado al lado; este fruncio el ceno y asintio.

– ?Donde os conocisteis?

– Estabamos sentados uno al lado del otro en la cena que organizo la Asociacion de Pintores Lituana. El habia visto mis cuadros, bueno, yo exponia entonces en una pequena galeria en Vilna, y me dijo que le gustaban. Al dia siguiente quedamos para almorzar y se ofrecio a ser mi representante aqui en Escandinavia.

– ?Y aceptaste inmediatamente?

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