– No, no lo tengo -contesto en voz baja.
Karin se quedo mirando su vaso de cerveza, ahora mediado, y comenzo a darle vueltas despacio entre las manos.
– Perdon -se disculpo-. No queria ser importuno. Es solo que me parece que hay algo que te agobia. ?Es asi?
Ella suspiro.
– Esta bien, tengo ciertos problemas personales, pero no es nada que me apetezca comentar aqui.
– Entonces, ?cuando? -le pregunto enfadado.
Su mal humor se avivo de repente, y remacho:
– ?Cuando tendras ganas de contarmelo? ?Y cuando piensas, si es que lo has pensado, contarme algo alguna vez? Hemos trabajado juntos durante quince anos, Karin. Si tienes algun problema, quiero ayudarte. ?Tienes que darme la posibilidad de hacer algo!
Karin se irguio en su asiento y lo miro enfadada.
– ?Ayudarme? -le espeto-. ?Como demonios vas a poder ayudarme tu precisamente?
Sin esperar su respuesta, se levanto de la mesa y desaparecio por la puerta del restaurante.
Knutas se quedo alli mirando como se marchaba enojada. No comprendia absolutamente nada.
Capitulo 39
Cuando los componentes de la Brigada de Homicidios se reunieron el miercoles por la manana, continuaban siendo muy pocas las personas que se habian puesto en contacto con la policia, a pesar de todos los llamamientos efectuados a traves de los medios de comunicacion.
– ?Como puede ser que asesinen a alguien y lo cuelguen en la muralla de Visby a la vista de todos sin que nadie haya visto nada?
Knutas se vio interrumpido por un estornudo que salpico la mitad de la mesa. Llevaba ya varias semanas con un resfriado que no acababa de quitarse de encima.
Se disculpo inmediatamente y limpio la mesa con un panuelo que saco del bolsillo.
– Si supieramos al menos donde se cometio el asesinato… -suspiro Karin.
– Pronto lo averiguaremos -la tranquilizo Norrby-. De todos modos, puedo deciros que hemos comprobado la direccion de Estocolmo a la cual Egon Wallin habia pensado mudarse, o sea, la calle Artillerigatan 38. Resulta que compro el piso hace dos meses, concretamente el 17 de noviembre. Ha sido recientemente reformado, tiene dos dormitorios y una sala de estar. Estaba casi totalmente amueblado. Los muebles, el televisor y el equipo de musica son nuevos. La cocina esta equipada con vajilla y enseres domesticos. Compro el piso a traves de un anuncio y pago por el 4,2 millones de coronas.
Wittberg lanzo un silbido.
– ?Joder, que caro! ?Tanto dinero tenia?
– Cierto que en Ostermalm los pisos son caros, pero este, ademas, hace esquina con dos calles, un quinto con balcon, y no se trata de un apartamento pequeno: tiene ciento cinco metros cuadrados.
Norrby hizo una pausa escenica y se paso la mano por el cabello.
– Y respondiendo a tu pregunta, si, tenia dinero. Acababa de vender la galeria. Pagaria con esa pasta. Ademas, era titular de bastantes acciones y bonos del Estado.
– ?Seguro de vida? -pregunto Karin.
– Si, por tres millones. En caso de muerte, el montante del seguro recae en su esposa.
– ?Vaya! -exclamo Kihlgard retrepandose en la silla y cruzando las manos sobre la barriga-. Entonces ya tenemos otro motivo. Quiza deberiamos interrogar otra vez a Monika Wallin. Es evidente que hubo muchas lagunas en los dos interrogatorios anteriores.
Miro fugazmente a Knutas, que se revolvia molesto en su silla.
– Tenia un amante y la muerte del marido la hace rica. Dos motivos clasicos para asesinar.
– ?Y a los hijos? -intervino Karin-. ?Que les quedara a los hijos?
– Parece que heredaran bastante. No te puedo decir ahora cuanto exactamente, pero seguro que Egon Wallin valia bastantes millones -respondio Norrby-. La mujer y los hijos se reparten los bienes a partes iguales, asi que les va a quedar un buen pellizco a todos.
– Ahi tenemos a tres que tienen buenos motivos -resumio Karin-. A los hijos no los hemos interrogado aun. Por lo que se refiere a Rolf Sanden, el amante, tenia tanto el movil como la fuerza fisica. Por desgracia, tiene coartada para la noche del crimen. Esa noche estuvo en Slite en casa de un amigo y se quedo alli a dormir. El amigo ha confirmado que estuvieron juntos toda la noche.
– Por mi parte, he investigado un poco a los que tenian contacto con Egon Wallin en Estocolmo -intervino Kihlgard-. Primero a ese tal Sixten Dahl al que, sin saberlo, vendio la galeria. El tipo no dijo nada que llamara la atencion en el interrogatorio que le hicieron en Estocolmo. El tambien tenia coartada la noche del asesinato. Al parecer compartia habitacion con un buen amigo de Estocolmo y pasaron juntos toda la tarde y la noche. No estan liados -se apresuro a aclarar-. Ya se lo hemos preguntado. Resulta que el hotel estaba completo y no pudieron reservar una habitacion para cada uno. Se celebraban al mismo tiempo unas conferencias sobre la colaboracion en la region del Baltico, y…
– Ah, si -tercio Karin-. Lo del gasoducto entre Alemania y Rusia que ira por el fondo del mar cerca de aqui.
– Si, eso -asintio Kihlgard-. Y la declaracion de Dahl la confirman tanto el personal del restaurante Donners Brunn como la recepcionista del hotel. Volvieron antes de las once y subieron directamente a la habitacion.
– Lo cual no implica que no volvieran a salir -senalo Karin.
– Y el hecho de que cenaran en el mismo restaurante que Egon Wallin y los demas no parece sino una curiosa coincidencia -puntualizo Wittberg.
– Si, porque hay que tener en cuenta que no hay tantos sitios donde elegir y que ese restaurante es el mas proximo al hotel -agrego Knutas.
– Tendremos que volver sobre este tema -propuso Kihlgard-. Ah, bueno, se me olvidaba: Sixten Dahl se trasladara provisionalmente a vivir aqui durante medio ano para poner en marcha el negocio; lo acompanara su mujer. Si, si, ya se que en realidad no tiene nada que ver con esto -dijo entre dientes mientras seguia hojeando sus papeles como si estuviera buscando algo. De repente se le ilumino la cara-. Si, aqui esta.
Se puso con calma las gafas y, antes de continuar, mojo un bollo de canela en el cafe y le dio un bocado. Todos aguardaron pacientes mientras se limpiaba las migas de la boca.
– Egon Wallin entro como copropietario en una galeria de Gamla Stan en Estocolmo. Dicha galeria es propiedad de cuatro personas, y el iba a ser el quinto socio.
– ?Quienes son los otros? -pregunto Knutas, que habia olvidado su resentimiento por el puyazo de Kihlgard.
– Tengo aqui una lista con los nombres.
Se calo bien las gafas y leyo los nombres de la lista.
– Katarina Ljungberg, Ingrid Jonsson, Hugo Malmberg y Peter Melander.
– Ese Hugo Malmberg me suena -dijo Karin-. Me pregunto si no estaria tambien en la exposicion.
Busco en las listas que tenia ante ella encima de la mesa.
– ?Huy, ya lo creo! -exclamo satisfecha-. Lo han interrogado en Estocolmo. Alguien llamado Stenstrom.
– Que interesante, vamos a ocuparnos de ese asunto inmediatamente -decidio Knutas-. ?En que punto se encontraba la operacion?
– Ya estaba cerrada -respondio Kihlgard-. Wallm ya habia pagado todo, y parece que no hay ninguna cosa rara.
– Tendremos que hablar con ese Malmberg cuanto antes -insistio el comisario-. A los demas habra que tenerlos controlados. Me pregunto si no estara tambien alguno de ellos involucrado en la venta de cuadros robados.
– Ademas, ahi podemos tener tambien otro posible motivo -apunto Wittberg pensativo-. Tal vez a alguno de los otros socios no le gustara que Egon Wallin entrase en el negocio.