lo que le despejaba cada manana.
Condujo hasta el puerto tan deprisa como pudo y avanzo en paralelo a la muralla hasta la pequena abertura llamada Karleksporten (La Puerta del Amor), en el lado oeste de la muralla. Cuando llego, ya estaba acordonada una zona bastante amplia.
– ?Que ha pasado? -le pregunto a Sohlman, que a su llegada estaba mirando a traves de la Puerta.
– Un testigo ha encontrado esto esta manana.
Sohlman le mostro una bolsa de plastico con una cartera de piel negra.
– No falta nada, de modo que podemos descartar definitivamente la hipotesis del robo.
– La cartera de Wallin -constato Knutas.
– Debio de perderla en el altercado que se produjo cuando fue asaltado. Hay varios indicios que llevan a suponer que fue asesinado aqui. Hemos encontrado salpicaduras de sangre en la muralla y la colilla de un cigarrillo de la misma marca que la aparecida donde se hallo el cuerpo, Lucky Strike. Es una marca poco habitual, al menos aqui en Gotland.
– ?Ningun rastro del movil?
– Lamentablemente, no.
– Hasta aqui tambien se puede llegar en coche -comento Knutas, y observo el suelo a su alrededor-. Pero, claro, ya no se apreciaran apenas las roderas.
– No estes tan seguro. No ha nevado desde la noche del asesinato y por aqui casi nunca pasan coches. Al menos en invierno. A lo mejor tenemos suerte.
– Lo mas probable es que lo siguiera hasta aqui desde la calle Snackgardsvagen. La cuestion es saber donde iba. Que se dirigia a la ciudad es evidente, pero ?adonde?
– Tenia que haber acordado una cita con alguien. En un restaurante que este abierto hasta tarde los sabados por ia noche o en un hotel. Me cuesta creer que quedara en otro sitio.
– A no ser que hubiera quedado en casa de alguien -apunto el comisario-. Puede que fuera a reunirse en secreto con alguien de aqui.
– Suponiendo que no fuera a reunirse con el propio asesino.
– Efectivamente, esa es otra posibilidad, ya lo creo.
Knutas lanzo un suspiro.
– Sea como fuere, es excelente que hayamos encontrado el lugar en que se produjo el crimen. ?Donde esta el testigo?
– En la comisaria para ser interrogado. Nosotros, de momento, vamos a seguir trabajando.
– Esta bien. Yo voy a convocar a una reunion a todos los que puedan asistir esta tarde. Espero que podamos hacer esto ahora con discrecion para que no se nos echen encima los medios de comunicacion.
– Sera dificil -objeto Sohlman-. Tenemos que mantener acordonada durante casi todo el dia un area bastante amplia. Espero que logremos averiguar exactamente cuales fueron sus movimientos.
– Tengo la impresion de que el asesino conoce bastante bien el lugar -reflexiono el comisario, pensativo-. ?Y si realmente estuvieramos buscando a un vecino de la isla?
Ya en comisaria, llamo a Line y le explico que iba a tener que pasar fuera de casa la mayor parte del dia.
Si bien habia deseado disfrutar de unos dias libres, era agradable que por fin ocurriera algo. En cuanto una investigacion quedaba parada unos dias, empezaba a desesperarse. La impaciencia no habia hecho sino aumentar con los anos.
No paso mucho tiempo antes de que Sohlman llamara. Estaba de vuelta en la comisaria para proceder al analisis pericial del contenido de la cartera de Egon Wallin.
– ?Puedes bajar aqui?
– Por supuesto.
Descendio a toda prisa la escalera que conducia a la seccion de investigacion pericial, situada en la planta baja.
Sohlman habia esparcido el contenido de la cartera en una mesa con un potente tubo fluorescente encima.
– Parece que no falta nada: estan las tarjetas de credito, las de visita, el dinero y los vales de regalo. Habia caido en un hoyo y estaba cubierta por la nieve, asi que no es de extranar que no la haya encontrado nadie antes.
– ?Crees que la ha manoseado mucho el testigo?
– Es un senor mayor que habia salido con su perro, Jycksen. El animal la desenterro de debajo de la nieve. El testigo vio inmediatamente por el permiso de conducir que pertenecia a Egon Wallin y tuvo el sentido comun de dejarla en el suelo y llamarnos. Ademas, llevaba los guantes puestos. Habia visto por la television como hay que actuar. Luego se quedo alli vigilando la cartera hasta que llegamos nosotros. Tenemos que estar agradecidos a todas las series policiacas que ponen en la television. Ahora bien, que no conserve ninguna huella dactilar despues de estar tanto tiempo a la intemperie, eso ya es otro tema.
– ?Que has encontrado?
– Mira, hay algo que me pregunto que sera.
Tomo con unas pinzas un papel que habia sobre la mesa. Era un post it amarillo en el que alguien habia escrito cuatro numeros.
– Un codigo, sin duda -dijo Knutas-. ?No sera la clave de su tarjeta?
– Parece bastante imprudente tenerlo anotado tan visible y tan a mano en la cartera junto con la tarjeta - desecho Sohlman-. Por supuesto que hay gente que comete semejante majaderia, pero a mi parecer eso no encaja con la personalidad de Wallin.
– Tienes razon. Debe de tratarse de otra cosa. ?Tienen algun codigo para la puerta de la galeria? Por si se da el caso de que uno no tenga llaves y este cerrada.
Sohlman lo miro esceptico.
– Wallin ha dirigido esa galeria durante veinticinco anos. Iba a ella a diario. Aunque hubieran cambiado recientemente el codigo, deberia saberselo de memoria.
– En cualquier caso, tendremos que comprobar todas las alternativas imaginables. Le pedire a Kihlgard que se encargue de ello. Asi tendra algo mas en que pensar, no solo en comer.
Capitulo 42
Erik Mattson recupero lentamente la consciencia. Oyo a lo lejos el rumor de una ducha junto con otros ruidos desconocidos. El estruendo del trafico en la calle sonaba diferente. Era mas intenso que el que oia desde su ventana en la calle Karlavagen; el aire de la habitacion era frio y olia a cerrado y la cama donde estaba acostado era bastante mas blanda y estaba mas hundida que el exclusivo colchon de Duxkomfort al que estaba acostumbrado. Tenia el cuerpo dolorido, lo mismo que la entrepierna. Le dolia la cabeza.
Abrio los ojos y vio inmediatamente que se encontraba en un hotel. Recordo lo que habia sucedido la noche anterior, y antes de que tuviera tiempo de pensar nada aparecio un hombre corpulento en la puerta del cuarto de bano. El hombre se secaba la cabeza rapada mientras contemplaba a Erik en la cama. Estaba desnudo, y continuo frotandose despreocupadamente, con el miembro colgante en reposo. Los musculos sobresalian en su cuerpo bien entrenado, tenia la piel inusualmente blanca y no se le apreciaba nada de vello, ni siquiera alrededor del sexo. En un brazo llevaba tatuada una tortuga pequena. Parecia una ridiculez.
Se habian conocido en uno de los clubes gais mas decadente de la ciudad, al cual solia acudir Erik los viernes. Habia bastado con media copa y unas cuantas miradas prolongadas para que el tipo se acercase a el. Se mostro interesado, y solo tomaron unas copas antes de que le propusiera ir a casa. Cuando Erik le explico que el cobraba, el otro, al principio cabreado, se largo. Pero no paso mucho tiempo antes de que volviera de nuevo y le preguntara el precio. Al parecer le parecio bien, porque salieron del club y tomaron un taxi hasta un hotel. Se mostro duro, atrevido, casi violento. Erik sintio miedo en algun momento, pero el hombreton no se paso de la raya. Aunque anduvo cerca. En el momento en que hizo un alto y fue al cuarto de bano, Erik aprovecho para tragarse dos pastillitas amarillas. Para calmar el dolor y aguantar el resto de la noche. El cliente no daba muestras