reaccion.
Desde que llego al trabajo a las siete y media, el telefono no habia dejado de sonar. Tras la difusion de la noticia en los medios, y siguiendo la senda abierta por los periodistas, llegaron las reacciones de los politicos locales, de la gente del mundo de los caballos, de los defensores de los animales, de los vegetarianos y de la gente de a pie. Todos exigian la detencion inmediata del desalmado que habia cometido aquel crimen.
Cuando Knutas entro en la sala de reuniones, cada uno de los miembros del equipo encargado de la investigacion que asistian a la reunion de las ocho hojeaban los periodicos de la manana.
Lars Norrby habia vuelto tras pasar dos semanas de vacaciones en Canarias. Habia llegado tarde a casa la noche anterior y estaba sentado con la cabeza hundida en el periodico. El portavoz de la policia era alto y moreno, y ahora, ademas, lucia un favorecedor bronceado. Habia trabajado en la policia de Visby tanto tiempo como Knutas y era su lugarteniente. Norrby era flematico, pero meticuloso y de fiar. No era un hombre de sorpresas, con el Knutas siempre sabia a que atenerse.
Abrieron la reunion con una discusion acerca de lo que habian publicado los medios locales.
– Es increible que las ninas aparecieran en television -senalo Karin-. Con lo claro que les explicamos que no debian conceder ninguna entrevista.
– Ese Johan Berg de Noticias Regionales es un cerdo, manipular a los ninos de esa manera… -solto Wittberg-. Que cabron.
– No podemos impedir que la gente, sean ninos o adultos, hable con la prensa si quiere -afirmo Knutas-. Ademas, eso no tiene por que ser solo negativo. Que las chiquillas aceptaran salir en la entrevista puede ayudar a que recibamos algun que otro soplo. Y lo necesitamos, no es mucho lo que tenemos hasta ahora. Peor es que haya salido a la luz publica que falta la cabeza del caballo, eso dara lugar a un monton de especulaciones.
Sohlman parecia cansado, probablemente habia estado trabajando hasta tarde la noche anterior.
– Hemos examinado las roderas de los coches mas a fondo y podemos distinguir las huellas de dos vehiculos diferentes. Las unas, faciles de identificar, corresponden al coche del granjero; hemos comparado la profundidad del dibujo de los neumaticos y no hay ninguna duda. En cuanto a las otras, es mas complicado. Los neumaticos son anchos y con el dibujo bastante gastado, podrian ser de un camion pequeno o de una camioneta. Pero tambien podrian ser, por ejemplo, de una furgoneta.
– ?Y algun otro rastro? -pregunto Karin.
– Hemos recogido bastantes cosas: bolsas de plastico, palitos de helado, colillas, alguna que otra botella, nada particularmente interesente.
– Deberiamos ir a hablar con otros propietarios de caballos de esa zona para averiguar si a ellos les ha sucedido algo sospechoso -propuso Karin-. A veces no queda mas remedio que ir a hablar con la gente.
– Lo que no se es cuantos medios debemos destinar a un caso asi -comento Knutas-. A pesar de todo, solo se trata de un animal.
– ?Como que solo? Es un caso espantoso de maltrato animal -replico Karin indignada-. ?Vamos a dejar de investigarlo solo porque la victima no sea una persona?
– Alguien que actua de esa manera contra un animal seguro que tambien puede ser peligroso para las personas -anadio Wittberg.
– De momento la television ha conseguido asustar de verdad a la gente tras el reportaje de ayer. El publico exige que hagamos todo lo que podamos para encontrar al que mato al caballo. El telefono no deja de sonar. Me imagino que vamos a tener que dedicar tantas horas a tranquilizar a la gente escandalizada como las que dediquemos a la propia investigacion. En cualquier caso, nosotros tambien tenemos que hablar de este deguello. ?Que clase de persona puede hacer una cosa asi?
Knutas deslizo la mirada sobre sus colegas.
– Yo creo que parece como si alguien quisiera vengarse personalmente del granjero. O, tal vez, de la mujer o, ?por que no?, del hijo mayor… -Norrby, pensativo, se froto de nuevo la barbilla bien rasurada-. Lo que esta claro es que se trata de una amenaza, una vendetta grotesca.
– Tambien puede ser que tenga que ver con lo que faltaba en el prado, es decir, la cabeza -observo Knutas-. ?Para que quiere el criminal la cabeza? Quiza deberiamos empezar tirando de ese extremo del ovillo. ?No pensara lucirla como un trofeo y colocarla encima de la chimenea como si fuera una cabeza de alce? Alguien que no guarda la menor relacion con la familia Larsson, podria tener motivos para sentir miedo.
– Esto me suena a
Alrededor de la mesa sus companeros hicieron muecas de asco.
– Tal vez se ha desarrollado en secreto una mafia de Gotland alla abajo en el sur -bromeo Norrby-. Como en Sicilia.
– Si, hay varias similitudes entre Gotland y Sicilia -anadio Knutas-. Tenemos muchas ovejas. Y algunos borregos.
Viernes 2 de Julio
El avion aterrizo en el aeropuerto de vuelos nacionales de Bromma en Estocolmo pasadas las tres de la tarde. El hombre que llevaba una bolsa de deporte azul oscuro se levanto en cuanto el avion se detuvo. Llevaba gafas ahumadas y una gorra calada profundamente en la cabeza. Por suerte, habia tenido dos asientos para el y asi evito el riesgo de que alguien intentase entablar conversacion. La azafata debio de notar su antipatia, porque solo se acerco para ofrecerle discretamente cafe en una ocasion, despues lo dejo en paz. Cuando el taxi se estaba acercando a Estocolmo, se le escapo un suspiro silencioso de expectacion. Tenia muchas esperanzas puestas en aquel encuentro.
Le pidio al taxista que se detuviera unas calles antes de llegar a la direccion a la que se dirigia. No podia dejar ninguna huella de su paso por alli. Estocolmo vibraba bajo el calor en pleno verano y las aceras estaban llenas de terrazas donde la gente disfrutaba de un cafe con leche o de una copa de vino. El agua brillaba abajo, junto a la calle Strandvagen; en los muelles habia viejos barcos de vela amarrados al lado de vistosas lanchas motoras y los transbordadores que salian constantemente para transportar a los habitantes de Estocolmo y a los turistas hasta el archipielago.
Nunca se habia sentido comodo en la capital, pero un dia como aquel, incluso el podia entender por que a ciertas personas les gustaba Estocolmo. En el barrio donde se encontraba, la gente iba bien vestida y no vio a casi nadie sin sus preceptivas gafas de sol. Sonrio burlon, tipico de la gente de ciudad. Como si ante el mas minimo contacto con la naturaleza tuvieran que protegerse, equiparse.
El era un extrano en la ciudad, un forastero. Le costaba comprender que aquellas personas bien vestidas que caminaban deprisa a su alrededor por la calle fueran realmente sus compatriotas. Aqui todos sabian adonde iban.
Aquel ritmo acelerado lo ponia nervioso, todo tenia que ir mas y mas rapido. Cuando se detuvo en un quiosco para comprar una caja de rape, mientras rebuscaba en el bolsillo para pagar el importe exacto, advirtio la impaciencia de la dependienta detras de la caja y como crecia la cola detras de el.
La casa estaba en una de las zonas mas elegantes y los arboles que bordeaban la calle ofrecian un marco imponente. Se habia aprendido el codigo de memoria y la puerta de roble macizo se deslizo con una suavidad que lo sorprendio. Dentro, en la escalera estaba todo en silencio. Del techo colgaba una arana de cristal y sobre el suelo habia una gruesa alfombra roja que se prolongaba escaleras arriba. La altura del techo era impresionante. La sobria suntuosidad y el silencio amortiguado lo hicieron dudar. Se quedo un rato de pie mirando fijamente los nombres que aparecian en el elegante panel colgado en la pared: Von Rosen, Gyllenstierna, Bauerbusch…
De pronto se sintio como un muchacho apocado. Experimento la misma sensacion de humillacion y de falta de dignidad que habia sufrido de pequeno. El no pertenecia a aquel mundo, era como un gato entre los arminos, no estaba a la altura, no era lo suficientemente refinado como para estar en aquel maravilloso y fascinante portal de marmol junto a las distinguidas personas que vivian detras de aquellas puertas oscurecidas con barniz. Estuvo un rato luchando consigo mismo. No podia darse la vuelta y salir de nuevo a la calle despues de hacer un viaje tan largo. Tenia que serenarse y armarse de valor. Lo habia hecho antes. Se sento en el escalon de abajo, apoyo la