El comisario respondio inmediatamente.
– Knutas.
– Hola. Soy Johan Berg de Noticias Regionales. ?Que tal va todo?
– Si, bien, gracias. ?Y tu? Hace tiempo que no se nada de ti.
– Estoy bien. He visto una pequena noticia en el periodico acerca de un presunto asesinato en Grabo. ?Es cierto?
– No sabemos gran cosa.
– ?Que es lo que ha ocurrido?
Una pequena pausa. Johan podia imaginarse como Knutas cargaba la pipa y se echaba hacia atras apoyandose en el respaldo de la silla. Habian mantenido una estrecha relacion cuando Johan cubria desde Gotland la informacion de los asesinatos y posteriormente tomo parte en la resolucion del caso.
– Ayer por la tarde fue hallado un hombre muerto en un sotano de la calle Jungmansgatan, en Grabo, no se si conoces esa zona.
– Si, claro.
– Por las lesiones que presentaba sospechamos que lo han matado.
– ?Cuantos anos tenia?
– Nacio en 1943.
– ?Conocido por la policia?
– Si, pero no porque hubiera cometido ningun delito digno de mencion, sino porque era un alcoholico empedernido. Solia deambular por la ciudad bebiendo. Uno de los borrachines locales, vamos.
– ?Se trata de una pelea de borrachos?
– Eso parece.
– ?Como fue asesinado?
– De eso no puedo hablar.
– ?Cuando se produjo el asesinato?
– El cuerpo sin vida ha permanecido alli unos cuantos dias. Puede que hasta una semana.
– ?Como es posible que haya permanecido tanto tiempo si estaba en un sotano?
– Se encontraba en un espacio cerrado.
– ?En un cuarto trastero?
– Si, podria decirse.
– ?Como lo encontraron?
– Lo encontro el portero.
– ?Habia denunciado alguien su desaparicion?
– No, pero un amigo se puso en contacto con el portero.
Knutas estaba empezando a impacientarse.
– Entiendo. ?Quien era?
– Escucha, eso no te lo puedo decir. Ahora tengo que dejarte, de momento tendras que conformarte con esto.
– De acuerdo. ?Cuando crees que podras decir algo mas?
– No tengo la menor idea. Adios.
Johan apago el movil y penso que aquella muerte no parecia interesante para incluirla en las
«El metro de Estocolmo un lunes de noviembre por la manana debe de ser uno de los sitios mas deprimentes del mundo», penso Johan alli sentado con la cabeza apoyada contra la ventana mientras las negras paredes del metro pasaban a toda velocidad a medio metro de distancia.
El vagon iba lleno de gente palida, abrumada por la seriedad y la rutina diaria. No se oia ninguna conversacion, solo el traqueteo y el ruido sordo del metro. Alguna tos aislada y el ruido adormilado de los periodicos gratuitos. La gente miraba al techo, a los anuncios publicitarios, al suelo, a traves de la ventana o a algun punto lejano e indefinido. A todas partes, menos a los demas.
El olor a tela mojada se mezclaba con el olor a perfume, a sudor y al polvo quemado de los radiadores. Las cazadoras se apretujaban contra los abrigos, las bufandas contra los gorros, los cuerpos contra los cuerpos, calzado contra calzado, las caras casi se rozaban, pero sin contacto.
«?Como es posible que haya tanta gente junta en un mismo sitio sin que se oiga nada? -seguia pensando Johan-. Esto no puede ser normal.»
Era una de esas mananas en que sentia ganas de largarse de alli.
Cuando salio del metro en la estacion de Karlaplan, sintio una especie de liberacion. Aqui al menos se podia respirar. La gente caminaba a su alrededor como si fueran soldados de plomo camino del autobus, la escuela, los comercios, los dispensarios de la seguridad social, los despachos de abogados o lo que fuese.
El, por su parte, cruzo el parque que habia junto a la iglesia de Gustav Adolfkyrkan. Los ninos de la guarderia estaban fuera columpiandose en medio de aquel viento cortante. Sus mejillas brillaban como manzanas maduras.
El inmenso edificio de la television destacaba entre la niebla del mes de noviembre. Johan saludo a la estatua que representaba a Lennart Hyland antes de cruzar el vestibulo.
En el piso donde se encontraba la redaccion habia movimiento. Las noticias de la manana de ambito nacional estaban en marcha y fuera de los ascensores invitados, presentadores, meteorologos, maquilladores, reporteros y redactores corrian, saliendo del estudio, yendo a los servicios o dirigiendose a la mesa del desayuno. La hilera de ventanales ofrecia una vista del extenso parque Gardet envuelto en la niebla gris, por el que pululaban los alegres perros de la guarderia canina que habia en la calle Grev Magnigatan. Perros marrones, negros y con manchas trotaban y jugaban por los prados, indiferentes al hecho de que aquel era un aburrido lunes de noviembre.
La reunion de la manana de Noticias Regionales contaba con la presencia de casi todos. Fotografos, un editor madrugador, reporteros, programadores y el redactor jefe se encontraban alli. Apenas quedaba sitio en el sofa dispuesto en un rincon de la redaccion. Despues de comentar la ultima emision, criticando algunas cosas y elogiando otras, Max Grenfors, el redactor jefe, saco la lista de reportajes del dia. El trabajo podia cambiar a lo largo de la reunion. Bien porque algun reportero aportara una idea nueva, bien porque las protestas contra un reportaje propuesto fueran tan fuertes que acababa directamente en la papelera, o bien porque la discusion tomaba nuevos derroteros que llevaban a cambiar toda la planificacion. A Johan le parecia que asi era precisamente como tenia que funcionar una redaccion de noticias y le gustaban las reuniones matutinas.
Conto brevemente a los demas lo que sabia del asesinato de Gotland. Todos estuvieron de acuerdo en que aquello parecia una pelea de borrachos. A Johan le encomendaron la tarea de comprobar como evolucionaba el asunto, puesto que al dia siguiente iba a viajar hasta Gotland para hacer un reportaje a proposito de un camping amenazado de cierre.
La redaccion de
No le habian gustado los cambios que se habian producido desde que empezo a trabajar como reportero en la television diez anos atras. Actualmente los reporteros apenas tenian tiempo para repasar su material antes de entregarselo al editor. Lo cual tenia unas consecuencias nefastas sobre la calidad. Fotografias buenas, a las que el fotografo habia dedicado un gran esfuerzo, corrian el riesgo de pasar desapercibidas porque, con las prisas, nadie reparaba en ellas. No eran pocas las veces en que los fotografos se sentian decepcionados despues de ver la secuencia emitida. Cuando empezaban a hacer recortes en el tratamiento de las imagenes, que era toda la fuerza de la television, las cosas iban mal, y Johan se negaba a escribir el reportaje y a editarlo antes de haber repasado personalmente su material.
Logicamente, habia excepciones. A veces habia prisa y tenian que montar el reportaje veinte minutos antes de la emision y, pese a todo, conseguian tener lista la secuencia.
La imprevisibilidad era el mayor atractivo de trabajar en una redaccion de noticias. Uno no sabia nunca por la