manana como iba a discurrir el dia. Johan trabajaba sobre todo haciendo reportajes para la seccion de sucesos, y la red de contactos que habia establecido a lo largo de esos anos era muy valiosa para la redaccion. Tambien era el basicamente el responsable de cubrir la informacion de Gotland, que pertenecia al ambito de las Noticias Regionales desde hacia dos anos. El enorme deficit de la Television Sueca habia hecho que suprimieran la redaccion local de Gotland y que el seguimiento de las noticias de la isla se trasladara de Norrkoping a Estocolmo. Johan se habia hecho cargo de Gotland encantado, porque estaba enamorado del lugar desde pequeno. Ahora no era solo la isla la que lo atraia.
Se distinguia muy bien el interior de las casas en medio de la oscuridad de la tarde. Una tenia objetos de cobre en la pared de la cocina, en otra habia un rustico reloj de pie pintado en vivos colores. En una sala de estar una nina saltaba en el sofa y hablaba con alguien a quien Fanny no podia ver. Mas alla se veia a un hombre con un recogedor en la mano. «Seguro que se le habia caido sin querer una miga sobre la alfombra», penso Fanny apretando los labios. En otra cocina se divisaba por la ventana a una pareja que, al parecer, estaban preparando la comida juntos.
De pronto se abrio la puerta de uno de los chales mas grandes. Salio una pareja ya mayor y se acercaron charlando animadamente al taxi que los estaba esperando. Iban bien vestidos y Fanny sintio el fuerte perfume de la senora cuando pasaron justo a su lado. No notaron que ella se habia parado y los observaba.
Tenia frio con aquella cazadora tan fina. En casa le esperaba su madre y el silencioso y oscuro piso. Su madre trabajaba en el turno de noche de la empresa Flextronics. A su padre, Fanny solo lo habia visto dos veces en su vida, la ultima cuando ella tenia cinco anos. Su grupo tenia una actuacion en Visby y le hizo una breve visita. Todo lo que recordaba era una mano grande y seca que sujetaba las suyas y un par de ojos castanos. Su padre era negro como la noche. Era un rastafari procedente de Jamaica. En las fotos que habia visto tenia rizos largos y retorcidos. Se llamaban «rastas», le explico su madre.
Vivia en Estocolmo, donde tocaba los tambores en una orquesta, y tenia una mujer y tres hijos en Farsta. Era todo lo que sabia.
Nunca la llamaba, ni siquiera el dia de su cumpleanos. A veces se imaginaba como seria si el y su madre vivieran juntos. Quiza su madre no beberia tanto. Quiza estaria mas alegre. Quiza Fanny se libraria de tener que hacerse cargo de todo: la comida, la limpieza y la lavadora, sacar a
En lo primero que se fijaron Karin y Wittberg fue en las esculturas. De casi dos metros de altura, en hormigon, dispuestas en grupo sobre la parcela. Una de ellas representaba un caballo encabritado que relinchaba desesperadamente hacia el cielo, otra recordaba a un gamo, una tercera, a un alce con la cabeza demasiado grande. Grotescas y fantasmales, estaban alli plantadas bajo la lluvia torrencial sobre la extensa superficie llana del cesped.
Fueron corriendo desde el coche hasta la casa, cuyo techo sobresalia del sencillo porche y ofrecia un cierto abrigo. Era la tipica casa de los anos cincuenta: una sola planta y sotano, con la fachada revocada en color gris sucio. Las escaleras estaban carcomidas, y el riesgo de que se hundieran bajo sus pies parecia considerable. El timbre de la puerta apenas se oia. Pasados unos minutos, abrio una mujer alta y fuerte de unos setenta anos. Llevaba puestos una chaqueta de punto y un vestido de flores. El cabello era abundante y blanco.
– Somos de la policia -explico Wittberg-. Queremos hacerle algunas preguntas. ?Es usted Doris Johnsson, la madre de Bengt Johnsson?
– Si, soy yo. ?Se ha vuelto a meter en algun lio? Pasen. Se van a empapar ahi fuera.
Se sentaron en el sofa de piel de la sala de estar. La estancia estaba repleta de objetos. Ademas del sofa con su mesa, habia en la sala tres sillones, un chifonier rustico, el televisor, pedestales con flores y una libreria. En las repisas de las ventanas se amontonaban macetas con flores, y en cada superficie libre de la sala habia figuras de cristal de diferentes hechuras. Todas tenian en comun una cosa: representaban animales. Perros, gatos, erizos, ardillas, vacas, caballos, cerdos, camellos, aves… En diferentes tamanos, posturas y colores, destacaban sobre las mesas, en las ventanas y en las estanterias.
– ?Colecciona todo esto? -pregunto Karin tontamente.
La cara llena de arrugas de la mujer resplandecio.
– Llevo muchos anos coleccionando. Tengo seiscientas veintisiete -explico orgullosa-. ?Que era lo que querian?
– Si, bueno, me temo que venimos a darle una mala noticia. -Willberg se echo hacia delante-. Un amigo de su hijo ha aparecido muerto y sospechamos que puede tratarse de un asesinato. Se llamaba Henry Dahlstrom.
– ?Dios mio!, ?Henry? -la mujer palidecio-. ?Lo han asesinado?
– Asi es, desgraciadamente. Aun no hemos detenido al autor del crimen y por eso queremos hablar con todas las personas cercanas a Henry. ?Sabe usted donde esta Bengt?
– No, esta noche ha dormido fuera.
– ?Donde?
– No lo se.
– ?Cuando ha sido la ultima vez que lo ha visto? -pregunto Karin.
– Ayer por la tarde. Solo se paso un momento. Yo estaba abajo en el sotano tendiendo la colada, asi que no nos vimos. Solo me saludo desde lo alto de la escalera. Esta manana ha llamado para decirme que iba a pasar unos dias en casa de un amigo.
– ?Ah, si? ?En casa de quien?
– Eso no me lo ha dicho.
– ?Ha dejado algun numero de telefono?
– No. Es un hombre adulto. A mi me parecio que estaba en casa de una mujer.
– ?Y eso por que?
– Precisamente porque actuaba con tanto secretismo. Si no, me suele decir donde esta.
– ?Llamo al telefono fijo o al movil?
– Al fijo.
– ?Tiene identificador de llamada en el telefono?
– Si, en efecto, lo tengo.
Karin se levanto y se dirigio al vestibulo. Volvio despues de un momento.
– No, no se ve. Debe de ser un numero oculto.
– ?Tiene telefono movil?
Doris Johnsson estaba en el vano de la puerta, y miro con expresion desafiante a los policias que estaban sentados en el sofa.
– Antes de seguir respondiendo a mas preguntas, quiero saber que es lo que ha ocurrido. Yo tambien conocia a Henry. Tendran que contarmelo todo.
– Si, claro -titubeo Wittberg, que parecia francamente impresionado por la actitud autoritaria de la corpulenta mujer.
– A Henry lo encontraron ayer por la tarde Bengt y el portero en su cuarto de revelado, en el sotano de la casa en donde vivia. Lo habian matado, no puedo explicarle como. Cuando el portero se fue para llamar a la policia, Bengt desaparecio y no ha dado senales de vida desde entonces. Por lo tanto, para nosotros, es muy importante ponernos en contacto con el.
– Se asustaria, claro.
– Es muy posible, pero, para poder apresar al autor del crimen, debemos hablar con todos los que han visto algo o puedan contarnos que se traia entre manos Henry los dias anteriores al asesinato. ?Tiene alguna idea de