– No te preocupes por mi. Ademas, hay mas gente que tiene motivos para estar preocupada. Tenemos una lista con un monton de personas que han hecho lo mismo. Si te dijera quienes son, no te lo ibas a creer.

Knutas se retrepo en la silla despues de la conversacion y empezo a llenar la pipa. Estaba satisfecho de que no hubiera ningun policia en la lista y acepto la explicacion de su amigo. ?Cielos! ?Quien no habia hecho alguna tonteria? Una vez, hacia mucho tiempo, el mismo habia mangado un paquete de calzoncillos en un comercio de la calle Adelsgatan. Cuando estaba en la tienda con el paquete en la mano le entraron unas ganas irresistibles de experimentar lo que se sentia al birlar algo. Salio directamente del establecimiento con el paquete bajo el brazo. Paso tantos nervios que iba temblando, pero cuando traspaso la salida lo invadio una sensacion de felicidad. Una especie de inaccesibilidad. Era como si el hecho en si lo hiciera inalcanzable. Cuando se habia alejado lo suficiente del comercio y se dio cuenta de que se habia librado, miro el paquete para descubrir sencillamente que se habia equivocado de talla.

Knutas todavia se avergonzaba cuando pensaba en aquella peripecia. Se dio media vuelta en la silla y miro a traves de la ventana. En algun lugar ahi fuera andaba suelto el asesino.

Nada apuntaba a que fueran a encontrarlo en el circulo de los conocidos habituales de Dahlstrom. Al contrario. Evidentemente este estaba metido en algo de lo que ellos no tenian la menor idea. Fuera lo que fuera, lo habia ocultado bien. El problema era saber cuanto tiempo habia durado aquello. Probablemente, no seria muy anterior a la fecha del primer ingreso en el banco, dedujo. El 20 de julio. El mismo dia que Niklas Appelqvist habia visto a Dahlstrom con un hombre en el puerto. No era muy aventurado suponer que aquel hombre le entrego entonces a Dahlstrom el dinero que ese dia, mas tarde, el mismo ingreso en el banco. Veinticinco mil coronas. El siguiente ingreso, en octubre, fue por el mismo importe exactamente. ?Seria posible que realmente no tuvieran nada que ver el uno con el otro? Desde el principio Knutas habia dado por supuesto que las dos operaciones estaban relacionadas, pero ya no estaba tan seguro. Quiza se trataba sencillamente del pago de distintos trabajos de carpinteria. Pero una persona que hubiera empleado a Dahlstrom, ?por que iba a concertar una cita con el en el puerto a las cinco de la manana para algo tan trivial? El hombre, evidentemente, no queria que lo reconocieran.

Fanny sentia sus musculos agradablemente cansados. Calypso se habia portado de maravilla. Lo habia montado por su camino favorito a traves del bosque, aunque en realidad era un paseo demasiado largo para un caballo de carreras tan sensible. Pero, que demonios, le permitian montar tan pocas veces que no lo pudo evitar.

El caballo era muy manso y seguia sus indicaciones sin la menor dificultad. La hacia sentirse capacitada. Habian galopado largas distancias por el suave sendero del bosque. Ni un alma a la vista. Por primera vez en mucho tiempo habia experimentado algo parecido a la felicidad. Se le alegraba el corazon cuando cabalgaba. Se elevaba un poco sobre la silla y apretaba las piernas. Le lloraban los ojos por el viento, y la conciencia de galopar a mayor velocidad de la que ella realmente era capaz de controlar lo hacia todo mas excitante. Esto era vida. Ver las orejas del caballo apuntando hacia delante, oir el sonido sordo de los cascos contra el suelo, sentir la fuerza y la energia del animal.

Cuando volvio trotando al paso hasta la cuadra, sujetando el caballo con las riendas flojas, se sentia relajada. Tenia el presentimiento de que todo se iba a arreglar. Lo primero que iba a hacer era romper con el de una vez por todas. La habia llamado al movil veinte veces, seguro, a lo largo del dia, pero ella se habia abstenido de contestar. Queria pedirle perdon. Habia escuchado los mensajes y parecia triste y arrepentido. Trataba de convencerla de que no pensaba ni una palabra de lo que habia dicho. Por la manana le habia enviado un mensaje al movil con unas flores dibujadas y un corazon. Nada de eso le causaba ya ninguna impresion.

Se habia terminado dijese el lo que dijera. Nada le haria cambiar de idea. Habia decidido no creerse sus amenazas de que iba a hacer que la echaran de las cuadras. Llevaba un ano trabajando alli y todos la conocian. No le harian caso. Y si lo intentaba, pensaba contarlo todo. Estaba prohibido legalmente mantener relaciones sexuales con alguien de su edad, y ella lo sabia, ?vaya si lo sabia! Tan tonta no era. Y el era un viejo asqueroso. Quiza hasta podia acabar en la carcel. No le estaria mal empleado. Seria una liberacion deshacerse de el, poder disponer de su cuerpo en paz y no tener que hacer todas las guarradas que le pedia que hiciera. Deseaba poder volver a disponer de si misma. Su madre era como era, pero Fanny iba a cumplir pronto quince anos y ya no tendria que seguir viviendo en casa mucho tiempo mas. Tal vez pudiera mudarse al ano siguiente, cuando empezara en el instituto. Habia muchos jovenes de los pueblos que lo hacian. Vivian en la ciudad de lunes a viernes y se iban a casa el fin de semana. Eso podia hacer ella tambien. Solo con que le contara a la asistente social o a la enfermera del instituto su situacion, seguro que la ayudarian.

Cuando abrazo a Calypso en el box, sintio gratitud hacia el caballo. Era como si el animal le hubiera infundido fuerza y confianza en si misma. Una especie de confianza en que todo iba a arreglarse.

No habia recorrido mas de trescientos metros cuando vio las luces del coche. Venia conduciendo en direccion contraria, redujo la velocidad y bajo el cristal de la ventanilla.

– Hola, ?vas a casa?

– Si -grito Fanny deteniendose.

– Espera un momento -le dijo el hombre-. Solo voy a dar la vuelta al coche. Esperame ahi.

– Esta bien.

Dudando, se bajo de la bicicleta y se coloco en el arcen. Lo vio desaparecer y tuvo ganas de hacer lo mismo. Irse a casa pedaleando todo lo deprisa que pudiera y librarse de el. Se arrepintio inmediatamente. Iba a cortar con el de una vez por todas.

Cuando regreso le pidio que se subiera en el coche rapidamente.

– ?Y que hago con la bicicleta? -pregunto resignada.

– Dejala en la cuneta, nadie le hara caso. Ya vendremos a buscarla luego.

Fanny no se atrevio a llevarle la contraria. Le temblaban las piernas cuando se sento en el asiento.

– Tengo que volver pronto a casa. Mama esta en el trabajo y tengo que sacar a Mancha.

– Te dara tiempo. Solo queria verte y hablar un rato, ?es que no quieres?

Le hizo la pregunta sin mirarla.

– Si -le contesto mirandolo de soslayo.

Su voz parecia forzada, y el parecia tenso. Movia las mandibulas como si le rechinaran los dientes.

A ella le parecio que conducia demasiado deprisa, pero no se atrevio a protestar. Fuera estaba oscuro y se veian pocos coches en la carretera. Tomo direccion sur hacia Klintehamn.

– ?Adonde vamos?

– No muy lejos. Pronto estaras en casa.

El miedo se fue aduenando de ella. Se estaban alejando cada vez mas de la ciudad, y entonces supo adonde se dirigian. Se lo penso y llego a la conclusion de que no conseguiria nada protestando. La tensa situacion que reinaba en el coche le decia que era mejor no hacerlo.

Cuando llegaron a la casa insistio en que se diera una ducha.

– ?Y eso por que?

– Apestas a caballo.

Fanny abrio el grifo y el agua caliente se deslizo sobre su piel desnuda sin que sintiera nada. Se enjabono mecanicamente mientras sus pensamientos zigzagueaban por su cabeza. ?Por que estaba tan raro?

Se seco con una toalla de bano e intento ahuyentar el malestar que se iba apoderando de ella. Se convencio a si misma de que solo estaba tenso por lo que ocurrio la ultima vez. Para mayor seguridad, se vistio con toda la ropa. Por si tenia que salir de alli corriendo.

El hombre estaba sentado en la cocina leyendo el periodico cuando bajo. Eso la tranquilizo.

– Vaya, ?te has vestido? -pregunto con frialdad. La miraba como ausente; dirigia su vista vidriosa hacia ella pero era como si no la viera.

Su alivio desaparecio como barrido por el viento. ?Que le pasaba? ?Estaba drogado? Su pregunta seguia flotando en el aire.

– Si -dijo insegura-. Pense…

– ?Si? ?Que pensaste, pequena?

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