dinero tampoco le habia alcanzado para un billete de primera, ni siquiera de segunda, asi que tendria que viajar como un pavo real entre los pasajeros de tercera clase. Es decir que, en el barco, no enganaria a nadie con su disfraz de gran dama, pero en cuanto pusiese el pie en Gotemburgo, nadie sabria como hizo la travesia.
De pronto, sintio que algo blando le rozaba la mano. Agnes miro hacia el suelo y vio a una nina muy pequena, con un vestido blanco de volantes, que la observaba con los ojos llenos de lagrimas. La muchedumbre iba y venia a su alrededor sin percatarse de que, seguramente, la nina habia perdido a sus padres.
–
La pequena empezo a llorar mas aun y Agnes recordo vagamente que los ninos tal vez no empezasen a hablar a una edad tan temprana como la que aparentaba ella. Se diria que la pequena acababa de aprender a caminar y que, en cualquier momento, podia quedar aplastada bajo los pies de la gente que la rodeaba.
Agnes tomo a la nina de la mano y miro a su alrededor. Nadie parecia de su clase. Todos los que la rodeaban llevaban burdas ropas de trabajadores y la pequena pertenecia sin duda a otra clase social. Agnes estaba a punto de llamar a alguien para pedir ayuda cuando se le ocurrio una idea. Era una osadia, una osadia increible, pero genial ?No tendria su historia de la viuda de un hombre rico mas credibilidad si ademas llevase consigo a una nina? Aunque recordaba lo dificiles que habian sido los chicos, con una nina seria totalmente distinto. La pequena era dulce como la miel. Podria llevarla con lindos vestidos y sus rizos adorables estaban hechos para adornarlos de lazos y flores. Una autentica
Niclas fue a casa en cuanto ella lo llamo. Charlotte no quiso decirle por telefono de que se trataba y cuando entro por la puerta, iba sin resuello. Lilian bajaba por la escalera con una bandeja en la mano y lo miro desconcertada.
– ?Que haces en casa a estas horas?
– Charlotte me llamo. ?Sabes que ha pasado?
– No, mi hija no me cuenta nunca nada -replico Lilian con acritud para, acto seguido, dedicarle a Niclas una sonrisa lisonjera-. Acabo de comprar pan fresco, esta en la cocina, en una bolsa.
Niclas hizo caso omiso de su insinuacion y bajo en dos zancadas la escalera que conducia al sotano. No le sorprenderia que Lilian estuviese con la oreja puesta en la puerta en aquel momento, intentando oir lo que decian.
– ?Charlotte?
– Estoy aqui, cambiando a Albin.
Niclas fue al bano y la vio de espaldas, delante del cambiador. Solo por la postura, supo que estaba enfadada y se preguntaba que le habrian dicho ahora.
– ?Que es eso tan importante que no podia esperar? Tenia citados a un monton de pacientes.
Un buen ataque era la mejor defensa.
– Me llamo Martin Molin.
Niclas intento recordar quien era.
– El policia de Tanumshede, aquel joven y pecoso -le aclaro ella.
Niclas cayo enseguida.
– ?Que queria?
Charlotte, que ya habia terminado de vestir a Albin, se volvio hacia el con el nino en brazos.
– Se han enterado de que alguien amenazo a Sara el dia antes de su muerte.
Su voz sonaba fria y metalica, y Niclas aguardo a que continuase.
– ?Si…?
– El hombre que la amenazo es mayor, de cabello gris y vestido de negro. Llamaba a Sara «fruto del Diablo». ?Te suena a alguien que conozcas?
En una fraccion de segundo la colera lo domino.
– ?Maldita sea! -grito antes de echar a correr escaleras arriba.
Al abrir la puerta de acceso a la planta baja, casi derribo a Lilian. Tenia razon al pensar que estaria escuchando detras, pero ahora no merecia la pena irritarse por eso. Se puso los zapatos sin molestarse en atarselos, cogio la cazadora y corrio hacia el coche.
Diez minutos mas tarde daba un frenazo ante la casa de sus padres, despues de atravesar el pueblo a mas velocidad de la debida. La casa estaba en la cima del monte, justo sobre el campo de minigolf, y tenia exactamente el mismo aspecto que cuando el era nino. Abrio de golpe la puerta del coche sin molestarse en cerrarla antes de precipitarse en direccion a la entrada de la casa. Se detuvo un instante, respiro hondo y aporreo la puerta. Niclas esperaba que estuviese alli. Por poco creyente que fuese, no estaba bien hacerle lo que tenia pensado dentro de la iglesia.
– ?Quien es? -pregunto la voz dura y familiar de su padre.
Niclas tanteo el picaporte. Como de costumbre, no habian cerrado con llave y entro sin vacilar y gritando antes de ver a nadie.
– ?Donde estas, viejo cobarde?
– Pero, por todos los santos, ?que ocurre? -pregunto su madre, que salio al pasillo con un pano de cocina y un plato en las manos.
Detras de ella, Niclas vio aparecer la figura enjuta de su padre desde la sala de estar.
– Preguntale a ese -dijo Niclas senalando a Arne con mano temblorosa. Hacia diecisiete anos que no lo veia.
– No se de que habla -repuso el padre, negandose a hablarle directamente a su hijo-. Menuda desfachatez presentarse aqui asi y ponerse a vociferar. Ya esta bien, no hay mas que salir por la puerta otra vez.
– Sabes muy bien de que hablo, viejo de mierda. -Niclas vio con satisfaccion que su padre se sobresaltaba ante el apelativo-. Y menuda cobardia, ?emplearse con una nina indefensa! Si fuiste tu quien la mato, me encargare de que no levantes cabeza nunca mas, hijo de…
Su madre los miro aterrada y alzo la voz, algo tan insolito en ella que Niclas se callo enseguida y hasta su padre, que estaba a punto de responderle, cerro la boca.
– Que cualquiera de vosotros dos sea tan amable de explicarme de que estais hablando. Niclas, no puedes entrar en casa y ponerte a gritar como un loco, y si se trata de algo relacionado con Sara, yo tambien tengo derecho a saberlo.
Despues de respirar hondo un par de veces, Niclas le respondio entre dientes:
– La policia ha sabido que ese -dijo, incapaz de mirarlo a la cara- estuvo amenazando a Sara el dia antes de su muerte. -No pudo controlar su ira y le grito-: ??Es que estas mal de la cabeza, viejo pirado?! Asustar asi a una nina y llamarla «fruto del Diablo» o lo que quiera que fuese. Tenia siete anos, ?no lo entiendes? ?Siete anos! ?Y piensas que voy a atribuir a la casualidad que estuvieses con ella el dia antes de su muerte, eh?
Dio un paso en direccion al padre, que retrocedio dos.
Asta miro fijamente a su esposo.
– ?Es verdad lo que ha dicho?
– Yo no tengo por que responder ante nadie. Solo respondere ante Nuestro Senor -sentencio Arne altisonante, dandoles la espalda a su hijo y a su esposa.
– Deja esas historias, ahora vas a responder ante mi.
Niclas miro asombrado a su madre que, en actitud combativa y con los brazos en jarras, siguio a su marido hasta la sala de estar. Arne tambien estaba perplejo al ver que su esposa se atrevia a enfrentarsele, y abria y cerraba la boca sin poder articular palabra.