sin querer ninguna prueba, por si la cosa no era lo que parecia. Sin embargo, nada de lo que veia en el lugar de los hechos contradecia la hipotesis del suicidio. La gruesa cuerda que colgaba de un gancho clavado al techo estaba enrollada alrededor del cuello del chico y, a sus pies, habia una silla volcada en el suelo. Parecia una silla de cocina. La habria sacado de la casa. Tenia un cojin estampado de arandanos rojos cuya frescura se oponia en fuerte contraste a la macabra escena.
Patrik oyo a su espalda una voz familiar.
– Pobre diablo, con lo joven que era.
Torbjorn Ruud, el jefe del equipo de la policia cientifica de Uddevalla, entro en el garaje y se quedo mirando a Sebastian.
– Catorce anos -aclaro Patrik
Ambos quedaron unos minutos en silencio, reflexionando sobre lo absurdo que resultaba que un nino de catorce anos hallase la vida tan insoportable como para considerar que la unica salida era la muerte.
– ?Existe alguna razon para creer que no fue un suicidio? -pregunto Torbjorn mientras preparaba la camara que llevaba en la mano.
– No, en realidad no -respondio Patrik-. Incluso dejo una carta, aunque aun no la he visto. En ella menciona el nombre de una persona que tambien aparece en una investigacion de asesinato, asi que no queria dejar nada al azar.
– ?El asesinato de la nina? -pregunto Torbjorn.
Patrik asintio.
– Vale, en ese caso lo trataremos como un posible asesinato. Dile a alguno de los del equipo que vaya a buscar la carta enseguida, antes de que pase por demasiadas manos.
– Si, ahora mismo -respondio Patrik aliviado al ver que se le ofrecia la posibilidad de alejarse del garaje.
Se dirigio a Martin que, un tanto avergonzado, se limpiaba la boca con una servilleta.
– Lo siento -se disculpo al tiempo que miraba abatido sus zapatos llenos de salpicaduras del almuerzo.
– No te preocupes. A mi tambien me ha pasado en alguna ocasion -confeso Patrik-. A partir de ahora, los de la cientifica y los chicos de la ambulancia se encargaran de el. Voy a echarle un vistazo a la carta. Tu intenta hablar un poco con el padre.
Martin asintio y se agacho para limpiarse los zapatos lo mejor que pudo. Patrik le hizo una sena a uno de los policias de Uddevalla. La colega tomo su maletin y se fue con el sin decir una palabra.
Un silencio siniestro reinaba en la casa. El padre del chico los siguio con la vista cuando entraron. Patrik miro a su alrededor.
– Yo diria que esta en el piso de arriba -dijo la colega.
Segun creia recordar, se llamaba Eva. Fue una de las que examinaron el bano de los Florin.
– Si, aqui abajo no hay nada que se parezca a la habitacion de un adolescente, asi que supongo que tienes razon.
Mientras subian la escalera, a Patrik le vino a la memoria la casa en la que el habia crecido. Ambas parecian construidas en la misma epoca y reconocia el estilo: el tejido en lugar del papel de las paredes y la escalera de pino claro con un ancho pasamanos.
Eva tenia razon. Al final de la escalera habia una puerta abierta que daba paso a lo que, sin duda, era la habitacion de un adolescente. La puerta, las paredes e incluso el techo estaban cubiertos de posters y no era preciso ser un genio para hallar un tema comun. El muchacho adoraba a los heroes de peliculas de accion. Alli estaban todos los que pegaban primero y preguntaban despues. Sobre todo hombres, naturalmente, aunque le habia concedido el honor de ocupar un puesto en su coleccion a una mujer: Angelina Jolie, Lara Croft. Aunque Patrik sospechaba que Sebastian la puso alli por otras razones, aparte de su valentia. En concreto, dos razones. Y la verdad, no se lo reprochaba.
El folio de papel blanco que habia sobre la mesa le hizo recordar la gravedad del asunto y, junto con la colega, se dirigio al escritorio. Eva se puso un par de guantes y cogio una bolsa de plastico del espacioso maletin. Con mucho cuidado, sujetando la carta por una esquina con el indice y el pulgar, la metio en la bolsa y se la dio a Patrik. Ya podia leerla sin destruir posibles pruebas.
Patrik ojeo la carta en silencio. El dolor que destilaba su contenido lo sacudio hasta tal extremo que estuvo a punto de perder el equilibrio. Carraspeo un poco para mantener la calma y, una vez terminada la lectura, se la dio a Eva. La carta era autentica, sin duda.
Patrik se sentia indignado y resuelto. No podia ofrecerle a Sebastian un Schwarzenegger que hiciese justicia con sus gafas de sol, pero si podia brindarle a Patrik Hedstrom. Y esperaba que fuese suficiente.
En ese momento sono su movil. Patrik respondio un tanto ausente, aun presa de la rabia que le provocaba la absurda muerte del chico. Se sorprendio un poco al oir la voz de Dan. El amigo de Erica no lo llamaba nunca directamente. La sorpresa no tardo en tornarse en estupefaccion.
Puesto que la adrenalina seguia bombeandole por las venas, Niclas penso que podia aprovechar para enfrentarse a todos los problemas de una vez. La mayoria de las cosas que habia hecho mal en su vida se debian justo a eso: a su miedo al conflicto, a lo debil que era a la hora de la verdad. Empezaba a tomar conciencia de que a Charlotte le debia lo que aun quedaba de bueno en su vida.
Cuando aparco ante la casa, se obligo a permanecer sentado en el coche unos minutos solo para respirar. Necesitaba reflexionar sobre lo que le diria a su esposa. Tenia que encontrar las palabras adecuadas. Desde que tuvo que confesarle que habia tenido una aventura con Jeanette, sintio que el abismo que los separaba crecia cada minuto que pasaban juntos. Las grietas ya existian antes de su confesion y antes de la muerte de Sara, de modo que no era dificil que se ensancharan. Dentro de poco, seria demasiado tarde. Y el secreto que compartian no los unia precisamente, sino que aceleraba el proceso de distanciamiento. Por ahi tenian que empezar, se decia. Si no comenzaban a ser totalmente sinceros el uno con el otro, no tendrian salvacion. Y por primera vez en mucho tiempo, quiza por primerisima vez, estaba seguro de que eso era lo que queria.
Salio del coche muy despacio. Aun habia una parte de el que le decia que huyera, que volviese a refugiarse en el centro medico y a enterrarse en el trabajo, que encontrase a otra mujer a la que abrazar, que volviese al terreno conocido. Pero refreno ese instinto, apremio el paso y entro en la casa.
Oyo el murmullo de voces en el piso de arriba y comprendio que Lilian estaba con Stig. Menos mal. No sentia el menor deseo de exponerse una vez mas a su bombardeo de preguntas y cerro la puerta sin hacer ruido para que no lo oyesen.
Charlotte lo miro sorprendida al verlo entrar al sotano.
– ?Como? ?Estas en casa?
– Si, creo que debemos hablar.
– ?No hemos hablado suficiente? -respondio ella con indiferencia sin dejar de doblar ropa.
Albin estaba jugando en el suelo, a su lado. Charlotte estaba exhausta y abatida. Niclas sabia que no paraba de dar vueltas en la cama por las noches y que apenas dormia unas horas, aunque el fingia no darse cuenta. No hablaba con ella ni le acariciaba la mejilla ni la abrazaba. Charlotte tenia unas profundas ojeras y habia adelgazado mucho. Tantas veces como habia pensado que podria esmerarse un poco y adelgazar unos kilos… Ahora daria cualquier cosa por verla recuperar su redondez de antes.
Niclas se sento a su lado en la cama y le tomo la mano. Al ver su expresion de asombro, se dio cuenta de que era algo que hacia muy de tarde en tarde. Incluso se sintio extrano y torpe, y, por un instante, volvio a sentir deseos de salir huyendo. Pero retuvo la mano de Charlotte entre las suyas y le dijo:
– Lo siento tanto, Charlotte. Todo. Todos los anos que he estado ausente, tanto fisica como psiquicamente. Todo aquello de lo que te he acusado mentalmente, pero que en realidad era culpa mia. Las veces que te he enganado, la proximidad fisica que te hurte a ti para ofrecersela a otras, no haber encontrado un modo de sacar a nuestra familia de esta casa, no haberte escuchado, no haberte amado lo suficiente. Lo siento todo y mas. Pero no puedo cambiar el pasado, solo prometerte que a partir de ahora todo sera distinto. ?Me crees? Por favor, Charlotte, necesito oir que me crees.
Ella alzo la vista. Con los ojos anegados de lagrimas, lo miro serena.
– Si, te creo. Por Sara, te creo.
El asintio, incapaz de continuar. Despues carraspeo y anadio:
– Bien, pues hay algo que debemos hacer. Lo he pensado y creo que no podemos vivir con ese secreto. Lo que vive en la oscuridad, se convierte en un monstruo.