cogio la cabeza a Adrian con una mano y, con la otra, le aplasto la rebanada contra la boca. El pequeno manoteaba sin cesar, primero de rabia y luego con creciente panico al ver que el gran trozo de pan le llenaba la boca y le impedia respirar.

Anna se quedo paralizada en un primer momento, pero el inveterado instinto maternal desperto de repente, haciendo que se esfumase el miedo que Lucas le inspiraba. La unica idea que tenia en su cabeza era que su progenie necesitaba proteccion, y la adrenalina empezo a bombear su sistema vascular. Con un primitivo grunido, aparto la mano de Lucas y a Adrian, que lloraba desconsoladamente, le saco el trozo de pan de la boca a toda prisa. Luego se dio la vuelta para enfrentarse a Lucas.

Cada vez mas rapido, la espiral los arrastraba hacia el abismo.

Tambien Mellberg amanecio con una sensacion desagradable, pero por razones mucho mas egoistas. Un sueno espantoso lo habia despertado abruptamente varias veces durante la noche. Su tema era siempre el mismo: lo despedian sin la menor ceremonia. Y eso no podia suceder. Tenia que haber algun modo de eludir la responsabilidad del desgraciado suceso del dia anterior y el primer paso era necesariamente despedir a Ernst. En esta ocasion no habia mas opciones. Mellberg sabia que habia gastado algo de manga ancha hasta ahora en todo lo que concernia a Lundgren, y en cierto modo experimentaba la sensacion de que era pariente suyo. Al menos, tenia mucho mas en comun con el que con el resto de los pavisosos de la comisaria. Pero a diferencia de Mellberg, Ernst habia demostrado en esta ocasion una ausencia fatal de criterio que, ciertamente, significo su caida. Cometio un craso error, cuando Mellberg estaba convencido de que seria mas listo.

Lanzo un suspiro y bajo las piernas de la cama. Siempre dormia en calzoncillos y se puso a tantearse el bajo vientre, mas alla de su enorme barriga, para rascarse y ordenar sus cosas, que se le habian descolocado un poco mientras dormia. Mellberg miro el reloj. No habian dado las nueve. Quiza algo tarde para llegar a tiempo al trabajo, pero, despues de todo, el dia anterior no habia podido marcharse antes de las ocho, puesto que habian tenido que comprobar lo ocurrido. Ya habia empezado a perfilar el modo de expresar el informe a sus superiores, y tenia que controlar su lengua y no liarse. Minimizacion de danos, ese era el lema del dia.

Fue a la sala de estar y se quedo un momento contemplando a Simon. Estaba boca arriba roncando en el sofa, con la boca abierta y una pierna colgando. Se le habia caido la manta y Mellberg solo pudo hacerse la orgullosa reflexion de hasta que punto le habia transmitido a su hijo su propio fisico. Simon no era uno de esos memos escualidos, sino un joven de constitucion corpulenta que seguramente seguiria los pasos de su padre si se despabilaba un poco.

Dandole con el dedo del pie, le dijo:

– Venga, Simon, es hora de levantarse.

El chico no le hizo el menor caso y se dio media vuelta, con la cara pegada al respaldo del sofa.

Mellberg siguio zarandeandolo sin piedad. Claro que a el tambien le gustaba quedarse durmiendo por la manana, pero aquello no era un campamento de verano.

– Venga, te digo que te levantes.

El chico seguia sin reaccionar. Mellberg lanzo un suspiro pensando que tendria que sacar la artilleria pesada.

Fue a la cocina y dejo correr el agua del grifo hasta que salio muy fria. Lleno una jarra y volvio a la sala de estar. Con una sonrisa de satisfaccion, derramo el agua helada sobre el cuerpo desprotegido de su hijo, que reacciono tal como el deseaba.

– ?Que mierda! -grito Simon, que se incorporo en un santiamen.

Tiritando de frio, cogio una toalla que habia en el suelo y se seco con ella.

– ?Que punetas haces? -le espeto indignado mientras se ponia una camiseta con una calavera y el nombre de un grupo de rock en la pechera.

– El desayuno estara dentro de cinco minutos -respondio Mellberg, que ya se dirigia silbando a la cocina.

Por un instante, olvido las preocupaciones por su carrera, mas que satisfecho con su plan de actividades paterno filiales a las que se dedicarian en lo sucesivo. A falta de locales porno y de salas de juego, se conformarian con lo que habia; y lo que habia en Tanumshede era el museo de pintura rupestre. No es que a el le interesara mucho ver garabatos pintados en cuevas, pero era algo que podian hacer juntos. Y es que habia decidido que ese seria el nuevo tema de su relacion: juntos. Se acabo eso de jugar hora tras hora con el videojuego, se acabo la television hasta altas horas de la noche, entretenimiento que mataba definitivamente toda comunicacion; ahora compartirian cada noche la cena, un dialogo enriquecedor y, quiza, una partida de Monopoli como fin de fiesta.

Lleno de entusiasmo, le expuso sus planes a Simon durante el desayuno, aunque hubo de admitir que la reaccion del muchacho lo decepciono bastante. Entonces le explico que su intencion era hacer lo posible para que llegasen a conocerse. El renunciaba a lo que le gustaba y se sacrificaba llevandolo al museo y, en lugar de agradecerselo, Simon guardaba silencio y miraba con cara agria su tazon de cereales. Un consentido, eso era. Su madre lo habia mandado con el justo a tiempo para que le diese la educacion que necesitaba.

Mellberg suspiro resignado y se marcho al trabajo. Ser padre era una gran responsabilidad.

Patrik llego al trabajo a las ocho de la manana. El tambien habia dormido mal y, en suma, se paso la noche esperando a que llegase el dia para ponerse manos a la obra. Lo primero era averiguar si la llamada telefonica de la noche anterior habia acarreado algun cambio. Con mano tremula, marco de nuevo el numero, que ya conocia de memoria.

– Hospital de Uddevalla.

Dio el nombre del medico con el que queria hablar y aguardo paciente mientras lo localizaban. Tras unos minutos que se le hicieron eternos, lo pasaron con el.

– Hola, soy Patrik Hedstrom. Hablamos anoche. Queria saber si la informacion que le facilite ha sido de alguna utilidad.

Escucho expectante la respuesta del medico e hizo un gesto de triunfo con el puno. ?Tenia razon!

Cuando colgo el auricular, se aplico a abordar las tareas que requeria el hecho de que sus suposiciones fuesen correctas. Tendrian mucho, mucho que hacer aquel dia.

La segunda llamada, al fiscal. Ya se habia puesto en contacto con el el ano anterior para hacerle exactamente la misma peticion y, puesto que lo que solicitaba era bastante insolito, esperaba que al fiscal no le diese un infarto.

– Si, has oido bien, necesito licencia para una exhumacion. Otra vez, si. No, no es la misma tumba. Aquella ya la abrimos una vez, ?no? -Patrik le hablaba claro y despacio, intentando no impacientarse-. Si, tambien en esta ocasion es urgente y te agradeceria que te encargases de ello inmediatamente. Estoy enviando por fax toda la documentacion necesaria, seguramente ya la habreis recibido. Por cierto, la solicitud es doble: una exhumacion y otro registro domiciliario.

El fiscal parecia persistir en su actitud algo reacia y Patrik empezo a irritarse. Con voz ya mas terminante, le dijo:

– Tenemos entre manos el asesinato de una nina y esta en juego otra vida. No es una solicitud que te hago para distraerme, sino el resultado de una reflexion seria. Y la presento convencido de que la investigacion lo requiere, de modo que doy por sentado que movilizaras todos los recursos para despachar el asunto lo mas rapidamente posible. Quiero una respuesta para ambas solicitudes antes del almuerzo.

Dicho esto, colgo el auricular con la esperanza de que su pequena explosion no tuviese el efecto contrario y actuase como freno. No le quedaba otro remedio que correr ese riesgo.

Una vez zanjada la cuestion mas espinosa, hizo una tercera llamada telefonica. La voz de Pedersen denotaba cansancio:

– Hola, Hedstrom -lo saludo el forense.

– Buenos dias. Parece que has tenido turno de noche.

– Si, la cosa se complico de lo lindo a ultima hora, pero ya empezamos a verle el final. En cuanto termine con el papeleo, podre irme a casa.

– Suena bien -dijo Patrik con cierto remordimiento, pues llamaba para apremiarlo despues de un turno al parecer terrible.

– Supongo que quieres preguntar por los resultados de la ceniza hallada en el jersey y el buzo. Resulta que me llegaron ayer tarde, pero la cosa se complico tanto que… -se lamento agotado-. ?Es cierto que el buzo es de

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