mas aun.
Sintio una punzada en el corazon al caer en la cuenta de que no tenia ningun recuerdo de si mismo a gatas detras de Sara como ahora con Albin. Entonces estaba tan ocupado… Tan imbuido de su propia importancia y de la de todo cuanto queria hacer y lograr… De los juegos y las tonterias, se decia con cierta soberbia, ya se encargaba bien Charlotte; pero, por primera vez, se preguntaba si no fue el quien salio perdiendo. De repente, tomo conciencia de algo que lo hizo pararse en seco y contener la respiracion: no sabia cual era el juego favorito de Sara, ni que programa infantil le gustaba ver o si preferia pintar con tiza roja o azul, ni que asignatura era su preferida en la escuela, ni que libro queria que Charlotte le leyese por las noches. No sabia nada esencial sobre su propia hija. Nada en absoluto. A juzgar por lo poco que sabia de ella, podria haber sido la hija del vecino. Lo unico que creia conocer era su caracter dificil, obstinado y agresivo. Le hacia dano a su hermano, rompia las cosas y les pegaba a los companeros del colegio. Pero nada de eso era Sara, eso eran solo algunas cosas de las que hacia.
Se acurruco en el suelo, destrozado por el dolor. Ahora era demasiado tarde para aprender a conocerla. Ya no estaba.
Albin parecio notar que algo no iba bien. El pequeno interrumpio su griterio, se arrastro junto a Niclas y se acurruco a su lado como la cria de un animal. Y alli se quedaron un rato, el uno junto al otro.
Unos minutos mas tarde llamaron a la puerta. Niclas se sobresalto y Albin miro inquieto a su alrededor.
– No pasa nada -lo tranquilizo Niclas-. Sera un senor o una senora que viene a preguntar algo.
Lo cogio en brazos y fue a abrir. Era Patrik Hedstrom, acompanado de un grupo de hombres a los que no conocia.
– ?Que pasa ahora? -pregunto Niclas en tono cansino.
– Tenemos una orden de registro -dijo Patrik tendiendole el documento.
– ?Si ya han registrado la casa una vez! -le recordo Niclas mientras ojeaba la orden. En la mitad de la lectura, se detuvo y miro a Patrik con los ojos desorbitados-. ?Que es esto? ?Intento de asesinato de Stig Florin? Estaran de broma, ?no?
Pero Patrik no se reia.
– Lo siento. Esta siendo tratado de envenenamiento por arsenico. Ha sido un milagro que sobreviviera a esta noche.
– ?Envenenamiento por arsenico? -repitio Niclas con expresion bobalicona-. Pero ?como…?
Seguia sin comprender de que le hablaban y sin moverse del vano de la puerta.
– Eso es lo que pensamos averiguar, asi que, por favor, dejenos entrar…
Niclas se hizo a un lado sin articular palabra. Los hombres que acompanaban a Patrik tomaron sus maletines y sus equipos, y entraron con gesto sereno.
Patrik se quedo con Niclas en el vestibulo, como dudando, antes de volver a tomar la palabra:
– Tambien hemos obtenido la licencia para abrir la tumba de Lennart. Supongo que ya habran empezado con ello.
Niclas estaba atonito. Aquello se le antojaba demasiado irreal como para comprenderlo.
– ?Por que…? ?Que…, quien…? -balbucio.
– Aun no podemos dar cuenta de todos los detalles, pero tenemos razones de peso para creer que el tambien fue envenenado con arsenico. Aunque no tuvo la misma suerte que Stig -anadio Patrik con gesto compungido-. En fin, ahora sera mejor que se mantenga apartado para que los chicos puedan hacer su trabajo.
Patrik no aguardo la respuesta y entro sin mas.
Sin saber que hacer, Niclas se fue a la cocina y se sento con Albin aun en brazos. Lo puso en la trona y lo soborno con una galleta para que estuviese entretenido. En su mente atribulada, todo eran preguntas.
Martin tiritaba al gelido viento otonal. La cazadora del uniforme no era proteccion suficiente contra las aceradas rafagas que cruzaban el cementerio y, ademas, al poco de que llegaran, empezo a llover.
Aquella empresa le producia nauseas. El, que ni siquiera habia asistido a un entierro, tenia que presenciar como sacaban un ataud del fondo de la tierra, en lugar de ver como lo enterraban. Era tan raro como ver una pelicula al reves. Comprendia por que Patrik le pidio que fuese en esta ocasion. El ya habia asistido a una exhumacion hacia tan solo un par de meses, y seguro que con una vez era mas que suficiente. Como confirmacion de sus reflexiones, uno de los enterradores, dirigiendose a el, mascullo:
– Debe de haberse convertido en un deporte para la gente de la comisaria: a ver a cuantos senores somos capaces de desenterrar en el menor tiempo posible.
Martin no replico, pero penso que mas les valia no presentarle al fiscal una solicitud similar en mucho tiempo.
Torbjorn Ruud se coloco a su lado. El tampoco pudo contenerse:
– Bueno, pues a este paso, en Fjallbacka tendran que empezar a ponerles una goma a los ataudes en lugar de cerradura; quiero decir que asi podran ir abriendolos segun necesidad.
Martin no pudo por menos de sonreir pese a lo inapropiado del momento y, cuando sono el telefono de Ruud, ambos luchaban por contener la risa.
– Si, aqui Ruud.
Escucho con atencion, colgo y le dijo a Martin:
– Han entrado en la casa de los Florin. Hemos dividido el equipo, tres hombres alli y dos aqui. Luego ya veremos si hemos de rehacer los grupos.
– ?Que es lo que vais a hacer? Quiero decir, directamente despues de la exhumacion -pregunto Martin con interes.
– No mucho. Por ahora, solo controlar que el traslado se produce con la menor contaminacion posible, pero tambien tomaremos muestras de la tierra. De todos modos, lo mas importante es llevar el cadaver al forense para que pueda empezar enseguida. En cuanto haya salido el ataud, nos iremos a casa de los Florin para ayudarles con el registro. Y supongo que tu haras lo mismo, ?no?
Martin asintio.
– Si, eso es lo que pensaba hacer. -Guardo silencio un minuto-. ?Menudo lio descomunal ha resultado ser este caso!
Torbjorn Ruud asintio:
– Y que lo digas.
Agotados los temas de conversacion, se mantuvieron callados a la espera de que los hombres terminasen de cavar. Unos minutos despues, atisbaron la tapadera del feretro. Lennart Klinga habia vuelto a la tierra.
Le dolia todo el cuerpo. Veia figuras borrosas que transitaban a su alrededor para luego desaparecer. Stig intento abrir la boca para decir algo, pero ninguna parte de su cuerpo parecia dispuesta a obedecer. Se sentia como si hubiese perdido un asalto con Tyson. De pronto, se pregunto si estaba muerto. No era posible sentirse asi y estar vivo.
La idea lo lleno de panico e hizo acopio de las fuerzas que le quedaban para producir un sonido con sus cuerdas vocales. En algun lugar lejano, muy lejano, creyo oir un grunido que tal vez fuese su voz.
Y lo era. Una de las figuras borrosas se le acerco, adquiriendo un contorno cada vez mas definido. Un rostro amable de mujer aparecio en su campo de vision y Stig entrecerro los ojos para enfocar mejor.
– ?Donde? -logro articular con la esperanza de que la mujer comprendiese a que se referia, como asi fue.
– Esta en el hospital de Uddevalla, Stig. Lleva aqui desde ayer.
– ?Vivo? -pregunto con un nuevo esfuerzo.
– Si, esta vivo -sonrio la enfermera de cara redonda y despejada-. Pero ha faltado poco. De todos modos, lo peor ha pasado ya.
De haber podido, se habria echado a reir. «Lo peor ha pasado ya», si, si, para ella era facil decirlo. Ella no sentia el fuego en cada fibra de su cuerpo y el dolor que lo horadaba hasta el esqueleto. Pero al parecer, aun vivia. Con sumo esfuerzo, volvio a mover los labios.
– ?Esposa?
No consiguio pronunciar su nombre. Le parecio ver una expresion extrana en el rostro de la enfermera, pero se le borro enseguida. Seguramente seria el dolor, que le jugaba malas pasadas.