La conversacion de aquella manana habia removido tantos sentimientos… Tanta basura como habia ido acumulando en el fondo, durante tanto tiempo, pero que ahora empezaba a emerger a la superficie. Observo a Jonna, sentada en la caja de enfrente. En cierto modo, la envidiaba. Quiza no su tendencia a estar depre y lo de los cortes. Barbie no seria capaz de llevar el cuchillo contra su propia carne como ella. Pero si le envidiaba su indiferencia manifiesta ante lo que los demas pensaban y opinaban. Para Barbie, nada revestia mayor importancia que su aspecto y el modo en que los demas la percibian. No siempre fue asi, como demostraron las fotos del colegio que saco aquella mierda de diario vespertino. Unas fotos en las que aparecia menuda y escualida, con el dichoso aparato en los dientes, unos pechos pequenos, casi inexistentes, y el cabello oscuro. Cuando publicaron las fotos en las portadas, creyo morir de desesperacion. Pero no por la razon que todos sospechaban; no porque le preocupase que la gente supiera que tanto las tetas como el pelo eran falsos, no era tan imbecil, sino porque le dolia ver aquello de lo que ya no quedaba nada. La alegria de su sonrisa, llena de seguridad, llena de confianza. Se alegraba de ser quien era, una chica segura y satisfecha de la vida que tenia. Sin embargo, aquel dia todo cambio. El dia en que murio su padre.

Barbie y su padre habian vivido muy bien. Su madre murio de cancer cuando ella era pequena pero, de alguna manera, el habia logrado hacer que se sintiera completa, nunca tuvo la sensacion de que le faltase nada. Sabia que las cosas no fueron nada faciles durante un tiempo, cuando ella era un bebe y su madre acababa de morir y cuando tuvo lugar aquel terrible suceso. Barbie habia oido toda la historia, pero su padre pago el precio, aprendio la leccion, siguio adelante y se forjo una vida para si mismo y para su hija. Hasta aquel dia de octubre.

Cuando ocurrio, le parecio irreal. Toda su vida se derrumbo de un plumazo, se lo arrebataron todo. No habia mas familia ni mas parientes a quienes recurrir, de modo que se vio arrojada a un mundo de familias de acogida y de condiciones de vida provisionales, y aprendio cosas que habria querido ignorar. Y la seguridad que antes sentia, desaparecio por completo. Sus amigos no comprendieron que lo sucedido la cambio por dentro, que aquel dia le arrebato algo fundamental de su ser, que nunca volveria a ser la misma. Lo intentaron un tiempo, pero luego la abandonaron a su destino.

Y fue entonces cuando comenzo la persecucion, la busqueda de reafirmacion con chicos mayores y chicas de vida dura. Ya no bastaba con ser normal y parecer un chico. Ni tampoco bastaba con llamarse Lillemor. De modo que comenzo con lo que podia permitirse. Se tino el pelo de rubio en el bano de la casa de uno de los novios que pasaron por su vida. Cambio toda su ropa por otra nueva mas corta, mas estrecha, mas sexy. Porque, en efecto, habia descubierto cual era el billete que la sacaria de aquella miseria: el sexo. Con sexo compraria atencion y compraria cosas. Le daria la posibilidad de distinguirse de la mayoria. Un novio que tenia dinero le pago la operacion del pecho. A ella le habria gustado un poco mas pequeno, pero pagaba el, de modo que el decidia. Queria la talla ciento diez, y esa era la talla que tenia. Una vez realizada la transformacion externa, solo era cuestion de embalaje. El novio que sucedio al que le financio el pecho, la llamaba su pequena Barbie, y asi resolvio el asunto del nombre. Despues, solo le quedaba decidir en que foro lanzar su nuevo yo. Comenzo con varios trabajos de modelo ligera de ropa o sin nada de ropa. Pero el programa Gran Hermano supuso su verdadero lanzamiento. Se convirtio en la gran estrella de la serie. Y no le importo lo mas minimo que toda Suecia hubiese podido seguir su vida sexual desde sus casas. ?A quien iba a importarle? No existia una familia que la llamase para reprenderla por ponerlos en ridiculo. Estaba sola en el mundo.

Por lo general, conseguia no pensar en lo que existia antes de Barbie. Habia relegado a Lillemor a lo mas recondito de su conciencia, hasta el punto de que ya apenas existia. Y otro tanto habia hecho con el recuerdo de su padre. No podia permitirse evocar su imagen. Para sobrevivir, debia evitar que el sonido de su risa o la sensacion de su mano en la mejilla existiesen en la vida que ahora vivia. Seria demasiado doloroso. Pero la conversacion mantenida con el psicologo aquella manana habia tocado unas cuerdas que ahora vibraban pertinaces en su pecho. Sin embargo, no parecia ser la unica afectada. El ambiente se enrarecio una vez que todos y cada uno de los participantes hubieron pasado por aquella habitacion, despues de que cada uno de ellos pasara unos minutos con el. En algun que otro momento sintio que alguno de los demas la observaba con malevolencia, pero, cuando se daba la vuelta para ver de donde procedia aquella sensacion, esta se esfumaba.

Al mismo tiempo, algo la inquietaba. Algo sobre lo que Lillemor intentaba llamar su atencion, pero Barbie ignoraba la advertencia. Habia cosas a las que no podia permitirse abrir las puertas.

Los productos seguian pasando por la cinta que tenia delante. No parecian terminar jamas.

Como de costumbre, la busqueda en el archivo resulto un trabajo tan duro como aburrido. Nada parecia hallarse donde debia. Patrik estaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas, con un monton de cajas a su alrededor. Sabia que tipo de documento estaba buscando y, con un exceso de ingenuidad, creyo que estaria en la caja donde se leia «Material de formacion». Pero no. Oyo pasos en la escalera y levanto la vista. Era Martin.

– Hola. Annika me ha dicho que te habia visto bajar. ?Que haces? -Martin contemplaba desconcertado el monton de cajas dispuestas en circulo alrededor de Patrik.

– Estoy buscando las notas de una conferencia a la que asisti en Halmstad hace un par de anos. Pensaba que las encontraria archivadas con cierta logica, pero ?que va! Algun imbecil se ha dedicado a cambiarlo todo de sitio, asi que nada esta en su lugar. -Arrojo en una caja un fajo de papeles que tampoco se hallaban donde debian.

– Ya, Annika lleva mucho tiempo quejandose de que no mantenemos ningun orden en la documentacion que se archiva aqui. Los documentos de los que se encarga ella si van a su sitio, dice, pero luego parece como si tuvieran pies.

– Si, no me explico por que la gente no puede simplemente dejar las cosas en el mismo lugar de donde las cogio. Se que deje las notas en una carpeta que archive en esta caja. -Senalo la caja marcada con la leyenda «Material de formacion», y continuo-: Pero ahora resulta que no esta aqui. La cuestion es en que caja estara la maldita carpeta. «Personas desaparecidas», «Casos resueltos», «Casos sin resolver», etcetera, etcetera. Lo que tu sugieras valdra tanto como lo que sugiera yo -aseguro abarcando con un gesto del brazo las paredes de la pequena sala repleta de cajas de arriba abajo.

– Bueno, a mi lo que me tiene fascinado es que archives las notas que tomas cuando vas a una conferencia. Las mias siguen en el despacho, hechas un verdadero lio.

– Ya, pues ahora comprendo que eso deberia haber hecho yo. Pero, en mi infinita simpleza, considere que quiza fuesen utiles para alguno de vosotros… -respondio Patrik con un suspiro al tiempo que cogia otro monton de documentos, que empezo a hojear enseguida. Martin se sento a su lado en el suelo y se puso manos a la obra con otra de las cajas.

– En fin, te echare una mano, asi acabaras antes. ?Que es lo que buscas? ?Que conferencia era? Y ?por que buscas las notas que tomaste?

Patrik respondio sin apartar la vista de sus papeles:

– Pues lo que te he dicho, una conferencia celebrada en Halmstad en 2002, si no recuerdo mal. Trataba de casos raros sobre los que seguian existiendo interrogantes que no se habian resuelto.

– ?Y? -replico Martin inquisitivo, aguardando una explicacion.

– Bueno, te lo contare cuando encontremos las notas. Por ahora solo tengo una vaguisima idea, asi que quiero refrescar mi memoria antes de decir nada.

– Vale -convino Martin, que dejo de insistir, aunque ahora sentia una gran curiosidad. Sin embargo, conocia a Patrik lo suficiente como para saber que de nada serviria presionarlo.

De pronto, Patrik alzo la vista y sonrio malicioso:

– Pero… bueno, te lo cuento si tu tambien me cuentas…

– ?Que te cuente yo? ?El que? -pregunto Martin desconcertado en un primer momento. Sin embargo, al ver la expresion jocosa de Patrik, comprendio enseguida a que se referia su colega. Martin se echo a reir y le dijo:

– Vale, es un trato. Cuando tu me cuentes lo tuyo, yo te contare lo mio.

Llevaban una hora de busqueda infructuosa cuando Patrik exclamo:

– ?Aqui esta! -Saco ansioso los documentos de la funda de plastico.

Martin reconocio la caligrafia de Patrik e intento leer el texto desde donde estaba, pero era imposible, de modo que tuvo que esperar mientras Patrik hojeaba los papeles. Tres paginas despues, su indice se detuvo en el centro del folio. Patrik fruncio el entrecejo y Martin intento animarlo con el pensamiento a que leyera mas rapido. Despues de lo que a el se le antojo una eternidad, Patrik lo miro triunfante.

– Vale, primero tu secreto -le dijo.

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