No, ?que va!, es que me apetecia mucho tener un vestido de novia, penso Erica irritada. Sin embargo, se guardo el comentario y no dijo ni una palabra.
Parecia como si Anna le hubiese leido el pensamiento, pues se apresuro a explicar:
– Si, van a casarse el sabado de Pentecostes.
– ?Vaya! -exclamo la mujer horrorizada-. Entonces es urgente, muy urgente. Apenas queda poco mas de un mes, ?que horror! No puede decirse que lo haya planeado con tiempo.
Una vez mas, Erica se trago un comentario airado al sentir en su brazo la mano de Anna, que intentaba calmarla. La senora les indico que se acercasen y Erica la siguio vacilante. Aquella situacion le resultaba tan… extrana… Claro que jamas habia puesto un pie antes en una tienda de vestidos de novia, y eso bien podia explicar la sensacion de extraneza. Miro a su alrededor y sintio que la cabeza le daba vueltas, literalmente. ?Como podria ella encontrar un vestido de novia alli, en medio de aquel mar de volantes y gasas?
Una vez mas, alli estaba Anna, consciente de como se sentia. Le indico a Erica que se sentara en el sillon, dejo a Maja en el suelo y, con voz firme y segura, le dijo a la mujer: -?Podria sacarnos varios modelos para que los vea mi hermana? Sin demasiados adornos, algo sencillo y clasico, aunque con algun detalle que destaque, ?verdad? -pregunto mirando a Erica, que no pudo por menos de echarse a reir: Anna la conocia casi mejor que ella misma.
La propietaria de la tienda empezo a sacar un vestido tras otro. Erica negaba unas veces, afirmaba otras. Finalmente, seleccionaron cinco vestidos y Erica entro en el probador con el corazon en un puno. Aquella no era su distraccion favorita. Poder contemplar su cuerpo desde tres angulos distintos al mismo tiempo mientras la luz implacable evidenciaba todo lo que quedaba oculto bajo la ropa invernal era una experiencia espeluznante. En todos los sentidos, observo Erica al comprobar que deberia haberse pasado la cuchilla aqui y alla. En fin, ya era tarde para remediarlo. Muy despacio y con cuidado, se puso el primero de los vestidos. Era un modelo tipo funda, con un escote palabra de honor y, cuando fue a subir la cremallera, ya sabia que aquello no seria nada agradable.
– ?Que tal va eso? -le grito la mujer desde el otro lado de la cortina, con su tono de voz mas entusiasta-. ?Necesita ayuda con la cremallera?
– Si, creo que si -respondio Erica saliendo del probador muy a su pesar. Les dio la espalda para que la senora pudiera subirle la cremallera, tomo aire y se contemplo en el espejo de cuerpo entero. Aquello no tenia remedio. No, no lo tenia. Sintio que las lagrimas acudian a sus ojos. No era asi como se habia imaginado de novia. En sus suenos, siempre habia estado deliciosamente delgada, con el pecho firme y la piel tersa. La figura que la miraba desde el espejo, en cambio, parecia una variante femenina del muneco de Michelin. Los pliegues se ondulaban claramente en la cintura, tenia la piel ajada y apagada por el frio invernal. El cuerpo del vestido habia embutido sus carnes de modo que, por debajo de los brazos, sobresalian unos pliegues extranos en forma de molletes de piel y grasa. Tenia un aspecto horrible. Se aguanto las ganas de llorar y volvio a entrar en el probador. Sin saber como, logro bajarse la cremallera sin ayuda y se quito el vestido. Tocaba probarse el siguiente. Aquel pudo ponerselo sin asistencia, de modo que salio a que la vieran Anna y la propietaria. En esta ocasion, no logro ocultar como se sentia y vio en el espejo que le temblaba el labio inferior, pues estaba al borde del llanto. Unas cuantas lagrimas rodaron por sus mejillas y se las enjugo con el reverso de la mano. No queria ponerse a llorar alli y hacer el ridiculo, pero no podia evitarlo. Tampoco aquel vestido le quedaba bien. Como el anterior, era de corte sencillo, pero iba abrochado al cuello y con la espalda descubierta, lo que, al menos, eliminaba los pliegues de los brazos. En este caso, el mayor problema era la barriga. No conseguia imaginarse como podria ponerse lo bastante en forma como para sentirse guapa el dia de su boda. Se suponia que tenia que ser divertido. Y llevaba toda la vida esperandolo, sonando con verse alli eligiendo y descartando y probandose un monton de hermosos vestidos de novia, uno tras otro. Imaginando como los ojos de todos se volvian para admirarla cuando se dirigiese al altar con su novio del brazo. En sus suenos, siempre parecia una princesa el dia de su boda. Al ver que las lagrimas empanaban de nuevo sus ojos, Anna se levanto y poso una mano sobre su brazo desnudo:
– Pero, querida, ?que te pasa?
Erica sollozo.
– Es que… Es que… estoy tan gorda. Todo me queda espantoso.
– No estas gorda en absoluto, Erica. Aun te sobran unos kilos del embarazo y nada mas. Y de aqui al dia de la boda, nos habremos deshecho de ellos. Tienes un cuerpo precioso. Por ejemplo, mira el escote. Yo habria matado por un escote asi el dia que me case.
Anna le senalo el espejo y Erica siguio su dedo con la vista, aunque a disgusto. En un principio no vio mas que su cara patetica, las mejillas humedas y la nariz hinchada y enrojecida por el llanto. Pero despues bajo la mirada y, bueno, si, quiza Anna tuviese razon. Aquel escote no estaba nada mal.
Entonces se incorporo a la conversacion la propietaria de la tienda.
– Le queda precioso, lo que ocurre es que no lleva la ropa interior adecuada. Si se lo prueba con un
La mujer cogio uno de los vestidos que tenia colgados en el expositor y se lo entrego con gesto alentador. Erica se lo puso, aunque con escepticismo, y volvio a salir del probador. Respiro hondo, solto el aire y se coloco delante del espejo con el estoicismo de un soldado que vuelve a la linea de fuego. Su cara se transformo de asombro. Aquello era otra cosa. Aquel vestido le quedaba… ?le quedaba perfecto! Todo aquello que, con los anteriores, se veia espantoso, con este se convertia en ventajas. La barriga aun sobresalia un poco mas de la cuenta, desde luego, pero nada que no pudiera arreglarse con una buena faja. Miro asombrada a Anna y a la propietaria. Su hermana asintio encantada y la senora daba palmaditas de entusiasmo.
– ?Menuda novia! ?Que le decia yo? Este modelo es perfecto para su estatura y para sus formas.
Erica se miro una vez mas en el espejo, aun un tanto esceptica, pero no pudo por menos de admitir que era verdad. Se veia guapa. Se sentia como una princesa. Si lograba perder algunos de los kilos de mas en las semanas previas a la boda, ?le quedaria perfecto! Se volvio hacia Anna.
– No voy a seguir probandome, me quedo con este.
– ?Estupendo! -se congratulo la senora-. Estoy segura de que quedara mas que satisfecha. Si quiere, puede dejarlo aqui hasta que se acerque el dia de la boda, asi podemos hacer una ultima prueba unos dias antes. Si hay que meterle de algun sitio, habra tiempo.
– Gracias, Anna -le susurro Erica apretandole la mano. Anna le devolvio el gesto.
– Estas preciosa -le dijo. Y Erica creyo ver un destello de llanto en los ojos de su hermana. Fue un momento muy hermoso, un momento que se merecian, despues de todo lo que habia sucedido, de todo lo que habian pasado.
– Bien, ?que tal, como os sentis por ahora? -Lars miro a los jovenes que tenia en circulo a su alrededor. Nadie pronuncio una palabra. La mayoria se miraba los zapatos. Todos menos Barbie, que lo observaba con insistencia-. ?Alguien quiere empezar? -Lars los miraba alentandolos y algunos de ellos empezaron a levantar la vista.
Finalmente, fue Mehmet quien tomo la palabra.
– Pues, bueno, no va mal -dijo sin anadir nada mas.
– ?Podrias contarnos algo mas? -Lars hablaba con una dulzura comedida.
– Pues, bueno, quiero decir que, por ahora, esta guay. El trabajo no esta mal y eso… -El joven volvio a guardar silencio.
– Y a los demas, ?que os parecen los puestos que os han asignado?
– ?Los puestos? -resoplo Calle-. Yo me paso los dias fregando platos asquerosos, pero pienso hablar con Fredrik esta tarde. Ya me ocupare yo de que haya cambios en ese terreno -aseguro dirigiendole a Tina una mirada elocuente, que la joven le devolvio con un destello de rabia en los ojos.
– Y tu, Jonna, ?que tal te ha ido a ti la semana?
Jonna era la unica que parecia seguir hallando sus zapatos increiblemente interesantes. Murmuro algo ininteligible por respuesta, pero sin levantar la vista. Todos los componentes del circulo formado en el centro del gran local de la granja se inclinaron para oir mejor lo que decia.
– Perdona, no te hemos oido. ?Podrias repetirlo? Ademas, me gustaria que nos mostraras un minimo de respeto y que nos mirases a la cara cuando te diriges a nosotros. De lo contrario, parece que nos menosprecias.