pavoneandose por ahi, precisamente. -Intento reir, pero la amargura torno su risa en algo mucho mas ominoso.
– Ya, pero… ?no tomo ninguna medida en contra de su ex mujer y de Kerstin?
– No entiendo que quiere insinuar -respondio Ola entornando los ojos.
– Nos referimos a una serie de cartas amenazadoras y llamadas telefonicas intimidatorias -respondio Martin.
– ?Quien? ?Yo? -Ola abrio los ojos de par en par. No resultaba facil juzgar si su asombro era sincero o fingido-. Y, ademas, ?que importancia podria tener eso? Quiero decir, puesto que la muerte de Marit fue consecuencia de un accidente.
Patrik decidio aguardar unos minutos antes de corregir su afirmacion. No queria revelar cuanto sabian de golpe, sino que preferia hacerlo poco a poco.
– Alguien les estuvo enviando cartas anonimas y llamandolas por telefono, tambien amparandose en el anonimato.
– Ya, bueno, a mi no me parece sorprendente -respondio Ola con una sonrisa-. Ese tipo de personas suelen atraer sobre si esa clase de atencion. Puede que en las grandes ciudades se tolere, pero aqui no.
Patrik estaba a punto de desmayarse ante el exceso de prejuicios que demostraba aquel hombre. Le costo contener el impulso de agarrarlo por la camisa y decirle cuatro verdades. El unico consuelo era que, a medida que hablaba, Ola iba cavando su propia tumba.
– Es decir, que no es usted el autor de las cartas ni de las llamadas, ?no? -pregunto Martin con la misma expresion de desprecio mal disimulada.
– No, jamas me rebajaria a algo semejante. -Ola les sonrio con superioridad. Estaba tan seguro de si mismo, y de su casa tan limpia y tan ordenada… Patrik sentia un deseo irrefrenable de alterar tanto orden.
– En ese caso, no pondra objecion alguna a que le tomemos las huellas dactilares, ?verdad? Para compararlas con las que el laboratorio cientifico encuentre en los sobres, claro.
– ?Mis huellas dactilares? -Su sonrisa se esfumo en un instante-. No lo entiendo. ?Por que indagar en eso ahora? -pregunto claramente preocupado. Patrik se carcajeo para sus adentros y una breve ojeada a la cara de Martin le revelo que tambien su colega disfrutaba de la situacion.
– Primero, responda a la pregunta. ?O puedo dar por sentado que no tiene inconveniente en dejarnos sus huellas? Asi podremos descartarlo.
Ola empezo a retorcerse en el sillon de piel. Miro vacilante de un lado a otro y se puso a ordenar los objetos que habia sobre la mesa de cristal. En opinion de los dos policias, aquello estaba ya en perfecto orden, pero al parecer Ola no compartia su parecer, pues lo fue desplazando todo unos milimetros aqui y otros milimetros alla, hasta que todo estuvo lo bastante recto como para que se serenase.
– Pues… -comenzo indeciso, como queriendo retardar su respuesta-. Bueno, he de confesarlo, entonces -dijo al fin, de nuevo con una sonrisa en los labios. Se retrepo con aire de haber recuperado el equilibrio que parecia haber perdido por un instante-. Si, sera mejor decir la verdad. Es cierto que les envie unas cartas y las llame unas cuantas veces. Claro que fue una tonteria, pero esperaba que Marit tomase conciencia de que la situacion era insostenible y que recobrase el sentido comun. Hubo un tiempo en que nosotros estabamos estupendamente. Y podiamos volver a estarlo. Pero tenia que abandonar aquel disparate y dejar de ponerse en ridiculo a si misma y al resto de la familia. Sobre todo por Sofie. Imaginense, si hubieran tenido que ir a la escuela con semejante equipaje. Los companeros les habrian machacado. Marit tenia que comprenderlo. No funcionaria, sencillamente, aquello no funcionaria.
– Y, sin embargo, llevaba cuatro anos funcionando, asi que no parecia que tuviese mucha prisa por volver con usted -observo Patrik con fingida dulzura.
– Bueno, era cuestion de tiempo, simple cuestion de tiempo. -Ola empezo a trajinar de nuevo con los objetos de la mesa. De pronto, se dirigio vehemente a los dos policias-. Pero, bueno, lo que no entiendo es que importancia puede tener eso ahora. Marit esta muerta y, si Sofie y yo nos libramos de esa mujer, podremos seguir adelante. ?Por que hurgar en eso ahora?
– Porque hay una serie de indicios que apuntan a que la muerte de Marit no fue fruto de un accidente.
Un siniestro silencio inundo la sala de estar. Ola los miraba perplejo.
– ?Que no fue… un accidente? -El hombre los miraba nervioso de hito en hito-. ?Que estan insinuando? ?Que alguien…? -Dejo la pregunta inconclusa. Si su sorpresa no era autentica, podia afirmarse que era un gran actor. Patrik habria dado casi cualquier cosa por saber lo que pasaba por la mente de Ola en aquellos momentos.
– Si, creemos que pudo haber alguien involucrado en la muerte de Marit. Sabremos mas dentro de muy poco, pero por ahora… usted es nuestro principal candidato.
– ?Yo? -pregunto Ola sin dar credito a lo que acababa de oir-. Pero… si yo jamas le haria dano a Marit. ?Yo la queria! ?Yo solo queria que volvieramos a ser una familia!
– Ya, y movido por ese gran amor, la amenazaba a ella y a su chica -sentencio Patrik rezumando sarcasmo.
Ola se estremecio al oir la expresion «su chica».
– Es que… ?ella no lo entendia! Seguro que sufrio una especie de crisis de los cuarenta, las hormonas se le dispararon y, de alguna manera, eso le afecto al cerebro y por eso lo tiro todo por la borda. Llevabamos veinte anos juntos, ?se imaginan? Nos conocimos en Noruega cuando teniamos dieciseis y yo creia que siempre estariamos juntos. Superamos juntos un monton de… -Se detuvo un instante, como si dudase, antes de reanudar su alegato-:… problemas cuando eramos jovenes y teniamos todo lo que queriamos. Y luego, de pronto… -Ola habia ido levantando la voz y ahora alzo los brazos en un gesto de impotencia, claro indicio de que aun no entendia lo que habia sucedido hacia cuatro anos.
– ?Donde estuvo la noche del pasado domingo?
Patrik aguardaba una respuesta con expresion grave.
Ola le sostenia la mirada incredulo.
– ?Me esta preguntando si tengo una coartada? ?Es eso? ?Quiere que le de mi punetera coartada del domingo, es eso?
– Si, eso es -respondio Patrik con absoluta serenidad.
Ola parecio estar a punto de perder la compostura, pero se controlo.
– Estuve en casa toda la tarde. Yo solo. Sofie pasaba la noche en casa de una amiga, de modo que no hay nadie que pueda atestiguarlo. Pero asi fue. -Los miro retador.
– ?Nadie con quien hablara por telefono siquiera? ?Ni un vecino que llamase a su puerta para pedirle un favor? -pregunto Martin.
– Nadie -repitio Ola.
– Vaya, pues eso no es nada bueno -comento Patrik laconico-. Significa que, si se confirma que la muerte de Marit no fue un accidente, usted sigue siendo sospechoso.
Ola rio con amargura.
– O sea, que ni siquiera estan seguros. Y aun asi vienen aqui y me exigen que presente una coartada - constato meneando la cabeza con displicencia-. Que me ahorquen si estan en sus cabales. -Ola se puso de pie-. Creo que deberian marcharse.
Patrik y Martin se levantaron tambien.
– Si, en realidad ya habiamos terminado. Pero es posible que volvamos.
Ola rio de nuevo.
– Si, seguro que si. -Dicho esto, se encamino a la cocina y no se molesto en despedirse siquiera.
Patrik y Martin salieron sin que los acompanase a la puerta. Ya en la calle, se detuvieron de pronto.
– Bueno, ?tu que crees? -pregunto Martin subiendose un poco mas la cremallera para protegerse la garganta. Aun no habia llegado el verdadero calor primaveral y el viento seguia soplando frio.
– No lo se -admitio Patrik lanzando un suspiro-. Si tuvieramos la certeza de que lo que tenemos entre manos es una investigacion de asesinato, habria sido mas facil, pero asi… -Volvio a suspirar-. Si cayera en la cuenta de que es lo que me resulta tan familiar de todo esto. Hay algo que… -Guardo silencio meneando la cabeza con amargura-. Nada, que no caigo. Tendre que repasarlo todo con Pedersen una vez mas, por si da con alguna que otra pista. Y quiza los tecnicos hayan conseguido sacar algo en limpio del coche.
Si, esperemos que si -asintio Martin dirigiendo sus pasos hacia el coche.
– Oye, creo que me voy a ir a casa dando un paseo -le dijo Patrik.