humidores.
Fredrik Rehn meneo la cabeza.
– No, gracias, yo me limito a fumar palillos de veneno normales y corrientes -respondio sacando del bolsillo un paquete de Marlboro antes de encender un cigarrillo. El humo empezaba a adensarse en torno a la mesa.
– En fin, no necesito decir lo importante que es que tengamos verdadera difusion en las proximas semanas. -Erling dio otra calada-. Amal ocupo las primeras paginas como minimo una vez a la semana durante el periodo de grabacion del programa, y Toreboda incluso mucho despues. Espero que nosotros tengamos la misma cobertura, como minimo -dijo utilizando el puro para subrayar sus palabras.
El productor no se dejo amedrentar. Estaba acostumbrado a tratar con jefes de programacion seguros de si mismos y no le asustaba uno venido a menos que se habia convertido en obispillo de un pueblucho de nada.
– Habra titulares, habra titulares. Si la cosa no marcha, echaremos algo de lena al fuego y asunto concluido. Creeme, sabemos exactamente que botones pulsar con esta gente. No son muy complicados que digamos - aseguro entre risas, que Erling coreo sin dudar. Fredrik continuo-: En realidad, la cuenta es muy sencilla. Juntamos a un grupo de jovenes imbeciles y ansiosos de salir en television, anadimos un monton de alcohol y de camaras siempre grabando a su alrededor. Duermen poco, comen mal y se hallan siempre bajo la presion que ejercemos nosotros y los televidentes para que hagan algo, para que se hagan notar. Si no lo consiguen, ya se pueden ir olvidando de darse paseos por los bares, de colarse para entrar en los clubes nocturnos, de verse rodeados de tias a todas horas o de que les paguen por posar desnudos. Creeme, estan lo bastante motivados como para provocar titulares y generar buenos niveles de audiencia, y nosotros tenemos las herramientas adecuadas para ayudarles a canalizar esa energia.
– Bueno, parece que sabes lo que haces. -Erling se inclino y golpeo el puro contra el borde del cenicero para hacer caer una larga columna de ceniza-. Aunque admito que no comprendo cual es la gracia de estos programas. Jamas se me ocurriria verlo si no tuviera un interes tan particular justo en este programa. Los que se hacian antes, esos si eran programas de television. Aquello si que era television de calidad.
Fredrik Rehn contuvo un impulso de hacer un gesto de desprecio. ?Que los carcamales anduviesen siempre dando la murga con lo buenos que eran antes los programas de la television! Pero, si los sentaban delante de uno de esos espacios con el tal Hagge o como se llamara, no tardarian ni diez minutos en dormirse. Eran soporiferos. Sin embargo, sonrio a Erling como si estuviese completamente de acuerdo con el, pues le interesaba tenerlo de su lado.
– Se sobreentiende que aqui no queremos que nadie corra peligro ni lo pase mal -prosiguio Erling con el ceno fruncido. Un ceno que le habia sido de gran utilidad durante sus anos de jefazo. En efecto, despues de no poco entrenamiento, habia conseguido que pareciese autentico.
– Desde luego que no -convino el productor, intentando parecer tan preocupado e interesado como Erling-. Estamos muy pendientes de como se encuentran los participantes e incluso hemos contratado los servicios de un profesional con el que podran hablar mientras esten aqui.
– Y ?a quien habeis recurrido? -pregunto Erling al tiempo que dejaba el habano, del que no quedaba ya mas que una porcion minuscula.
– Pues tuvimos la fortuna de dar con un psicologo que se ha mudado a Tanum recientemente. A su mujer la han trasladado a la comisaria de aqui. Resulta que tiene una trayectoria profesional impecable, asi que tuvimos suerte. Hablara con los participantes, tanto de forma individual como en grupo, un par de veces a la semana.
– Estupendo, estupendo -se congratulo Erling asintiendo-. Nos preocupa muchisimo que todos se encuentren bien -insistio con una sonrisa paternal.
– En ese punto, estamos totalmente de acuerdo -respondio el productor devolviendole la sonrisa. Pero la suya no fue tan paternal.
Calle Stjernfelt miraba con repugnancia los restos de comida de los platos. Alli estaba, sin saber que hacer, con la mascarilla en una mano y el plato en la otra.
– ?Joder, que cosa mas asquerosa! -exclamo sin apartar la vista de los restos de patata, salsa y carne, mezclados hasta formar un mejunje imposible de identificar-. Oye, Tina, ?cuando vamos a cambiar de puesto, eh? -le pregunto con frustracion cuando la joven salio de la cocina y paso ante el con dos platos de comida elegantemente servidos.
– Por mi, jamas -le solto mientras empujaba la puerta con la cadera.
– ?Vaya mierda! ?Esto es odioso! -rugio Calle arrojando el plato en el fregadero, cuando una voz que resono a su espalda lo sobresalto de pronto.
– Oye, si rompes algo te lo descontamos del sueldo. -Gunther, el jefe de cocina del restaurante Gestgifveriet de Tanumshede lo miraba con encono.
– Si te has creido que estoy aqui por el salario, estas muy equivocado -le espeto Calle-. Para que lo sepas, en Estocolmo gasto yo mas en una noche de lo que tu ganas al mes -anadio antes de, con gesto desafiante, soltar otro plato en el fregadero. El plato se quebro y Calle miro a Gunther retandolo a actuar. Por un instante, parecio que el jefe de cocina iba a reprender al joven, pero echo una ojeada a las camaras y, protestando entre dientes, se puso a remover las salsas que hervian en los fogones.
Calle sonrio con desprecio. Las cosas no cambiaban, aunque uno cambiase de lugar. Tanumshede o la plaza de Stureplan en Estocolmo, tanto daba.
Calle abrigaba grandes expectativas cuando entro en
Ya se sabia que clase de gente participaba en ese programa. Desempleados, mozos de almacen y peluqueras. Para alguien como el seria pan comido dejarlos a todos fuera de juego. Pero la realidad resulto muy distinta y sorprendente. Sin la posibilidad de sacar la cartera, sin la posibilidad de brillar como un astro, comprendio que existian otros factores que podian ser decisivos. Cuando se acabo la comida, y la mugre y las pulgas tomaron el mando, no tardo en verse reducido a un cero a la izquierda, a un don nadie. Fue una experiencia verdaderamente dolorosa. Lo descalificaron sin darle la oportunidad de pasar a la votacion. De repente, se vio obligado a enfrentarse al hecho de que no le gustaba a la gente. Tampoco es que fuese el chico mas popular y apreciado de todo Estocolmo, pero al menos alli la gente lo trataba con respeto y admiracion. Y claro que le doraban la pildora a conciencia para poder compartir con el los momentos en que corria el champan y habia montones de tias entre las que elegir. En la isla, en cambio, ese mundo se le antojaba remoto y, al final, gano un inutil de Smaland. Un carpintero de mierda a cuyos pies todos se rindieron porque lo encontraban tan genuino, tan sincero, tan del pueblo. Menudos imbeciles. Desde luego, la experiencia de la isla era un recuerdo que deseaba olvidar tan pronto como fuese posible.
Ahora, en cambio, todo seria muy distinto. Aqui se hallaba mas en su elemento. Bueno, quiza no exactamente alli, delante del fregadero, pero en este programa tendria la oportunidad de demostrar que era alguien. Aqui si eran importantes su dialecto del selecto barrio de Ostermalm, el pelo peinado hacia atras y la ropa de marca. Aqui no se veria obligado a andar de un lado para otro medio desnudo como un salvaje ni a confiar en un personaje de poca monta. Aqui podia dominar. Con gesto discolo, cogio otro plato sucio de la pila y empezo a enjuagarlo. Hablaria con el jefe de produccion para que lo cambiaran al puesto de Tina. Aquello no se correspondia en absoluto con su imagen.
Como una respuesta ambulante a su razonamiento, Tina volvio a aparecer por la puerta.
La joven se apoyo contra la pared, se quito los zapatos y encendio un cigarrillo.
– ?Quieres uno? -le pregunto ofreciendole el paquete.
– Si, que cono -respondio Calle apoyandose como ella.
– Se supone que aqui no podemos fumar, ?no? -pregunto Tina expulsando el humo.
– Claro que no -respondio Calle antes de formar un anillo que rodeo la bocanada de Tina.
– ?Como crees que ira lo de esta noche? -le pregunto Tina.
– ?Te refieres a lo de la discoteca o lo que sea?