– Vamos, venga ya. Me muero de curiosidad. -Martin se echo a reir e intento arrebatarle a Patrik los documentos, pero su colega parecia estar preparado para la maniobra, porque los retiro con celeridad y los sostuvo en el aire.

– Olvidalo. Tu primero.

Martin dejo escapar un suspiro.

– Eres un chinche, ?lo sabias? Bueno, pues si, es lo que crees. Pia y yo vamos a tener un nino. A finales de noviembre. -Martin lo senalo con el dedo-. ?Pero no le digas nada a nadie aun! Solo esta de ocho semanas, y queremos guardar el secreto hasta que llegue a los tres meses.

Patrik levanto ambas manos y agito los documentos que tenia en la derecha.

– Te prometo que sere una tumba. Pero, ?joder! ?Enhorabuena!

En el rostro de Martin se dibujo una sonrisa de oreja a oreja. Habia estado a punto de contarselo a Patrik varias veces, porque se moria de ganas de difundir la buena noticia, pero Pia queria que esperasen hasta que hubieran pasado los meses mas criticos, y asi lo harian. En cualquier caso se alegraba de haberselo contado a alguien.

– Bueno, pues ya lo sabes. Y ahora, cuentame por que nos hemos pasado los ultimos sesenta minutos aqui sentados cogiendo polvo.

Patrik adopto enseguida una expresion grave. Le paso a Martin los documentos y le senalo el parrafo por el que debia empezar a leer. Tras unos minutos, Martin lo miro perplejo.

– Como ves, no cabe la menor duda de que Marit fue asesinada -observo Patrik.

– No, desde luego que no.

Ya tenian una respuesta. Pero esa respuesta suscitaba montones de preguntas. Tenian muchisimo trabajo por delante.

Hacia tanto ruido con las bandejas que se oia hasta en la tienda. Mehmet asomo la cabeza por la trastienda del horno.

– ?Que cono estas haciendo? ?Quieres echar abajo el local?

– ?Pasa de mi, anda! -respondio Uffe desafiante, y volvio a aporrear con las bandejas.

– Sony… -Mehmet puso las manos en alto-. ?Te has despertado con el pie izquierdo o que?

Uffe no respondio. Se concentro en apilar las bandejas y, una vez hubo terminado, se sento con gesto cansado. Empezaba a estar muy harto de aquello. Fucking Tanum no habia satisfecho sus expectativas, al menos no hasta el momento. Que el tuviera que trabajar -en serio- era algo que no se le habia pasado por la cabeza. Era, sin duda, un borron en su hoja de servicios. Nunca habia realizado un trabajo honrado en su vida. Algunos robos, algun que otro atraco y otras cosas por el estilo: eso era lo que le habia garantizado hasta la fecha una vida de no trabajador. No es que fuese una vida de lujo, no; solo se habia atrevido a pequenos robos, aunque lo suficiente para no tener que currar. Y luego le surgio esto. Hasta la vida en la isla le resulto mas facil. Alli podia pasarse los dias tomando el sol y cotilleando con los demas participantes. Con alguna que otra competicion y entrega de premios Robinson de vez en cuando, pero, por lo demas, una vida ociosa. Y si, joder, claro que pasaba hambre, pero a el eso no le preocupaba tanto.

Tampoco los demas participantes de Fucking Tanum eran como esperaba. Una panda de gilipollas. Mehmet, tan decente el, que trabajaba en el horno como una muia, de forma totalmente voluntaria. Calle, que participaba solo para poder seguir siendo el rey de la plaza de Stureplan. Tina, una arrogante, que se creia tan superior que le entraban ganas de zumbarle. Y Jonna, una perdedora de mierda. Y aquello de los cortes, es que no conseguia explicarselo. Y, como no, Barbie. La expresion de Uffe se ensombrecio enseguida. A esa zorra tenia que decirle un par de cosas. Si se habia creido que podia opinar lo que le viniera en gana sin mayores consecuencias, estaba muy equivocada. Despues de lo que le habia dicho aquella manana, lo tenia clarisimo, mantendria una charla con aquella imbecil de silicona.

– Uffe, ?piensas hacer algo hoy o que? -Simon lo miraba apremiante, y Uffe se levanto de la silla resoplando. Le dedico una sonrisa a la camara del techo y se dirigio a la tienda. Tendria que sacrificarse y currar un poco, que remedio. Pero por la tarde… Barbie y el mantendrian una conversacion muy seria por la tarde.

Cuando se marchaba a casa, Mellberg se detuvo un instante en el despacho de Hedstrom, que estaba con Martin. Parecian muy ocupados. La mesa estaba atestada de papeles y Martin escribia algo en el bloc. Patrik hablaba por telefono y se habia encajado el auricular entre el hombro y la oreja para, al mismo tiempo, poder rebuscar entre los papeles que tenia delante. Mellberg considero por un instante la posibilidad de entrar y preguntarles que era tan trascendental, pero, tras meditarlo convenientemente, decidio abstenerse. Tenia cosas mas importantes que hacer. Por ejemplo, irse a casa y prepararse para la cita con Rose-Marie. Habian quedado a las siete en el restaurante Gestgifveriet, lo que significaba que disponia de dos horas para conseguir un aspecto tan presentable como fuera posible.

Jadeaba penosamente tras el corto paseo hasta su casa. Su condicion fisica no era la que debiera, tenia que admitirlo. Cuando entro en el piso, de repente lo vio todo con los ojos de un extrano. Aquello no era suficiente, incluso el se daba cuenta. Si queria montarse un pequeno asedio nocturno en casa, debia hacer algo. Su cuerpo y su mente protestaron ante la idea de ponerse a limpiar un poco, pero, por otro lado, rara vez habia tenido un acicate tan bueno. Sencillamente, causarle una buena impresion a la mujer con la que iba a verse aquella noche revestia para el una importancia insolita.

Una hora mas tarde se dejo caer resoplando en el sofa, cuyos cojines habia mullido por primera vez desde que llego a aquella casa. De pronto, tuvo clarisimo por que limpiaba tan de tarde en tarde. Muy simple: era demasiado esfuerzo. Sin embargo, cuando contemplo el resultado, pudo constatar que la limpieza obraba verdaderos milagros con su hogar. Ya no ofrecia una apariencia tan miserable. Tenia varios muebles muy bonitos, que habia heredado de sus padres y que, una vez liberados de la habitual capa de polvo, no podia decirse que tuviesen mal aspecto. El olor a rancio que se le adheria a la nariz nada mas entrar, procedente de platos sin fregar y de otras fuentes igual de antihigienicas, tambien habia logrado espantarlo ventilando, y la encimera de la cocina, atiborrada por lo general de cacharros sucios, relucia ahora bajo el sol primaveral. Ahora si que podia llevar alli a una mujer con la conciencia tranquila.

Mellberg miro el reloj y se levanto bruscamente. Tan solo faltaba una hora para la cita con Rose-Marie y estaba sudoroso y lleno de polvo. Se veria obligado a recurrir al procedimiento de renovacion abreviada. Saco la ropa que habia pensado ponerse. El repertorio no era tan amplio como hubiese querido. La mayoria de sus camisas y de sus pantalones, sometidos a una inspeccion mas exhaustiva, presentaban una variada gama de manchas y llevaban mucho tiempo sin haber visto ni por asomo una plancha. Finalmente, el metodo de exclusion lo llevo a elegir una camisa blanca de rayas azules, un pantalon negro y una corbata roja con estampados del Pato Donald. Esta ultima le parecia de una elegancia notable, y el mismo debia admitir que el color rojo le favorecia mucho a la cara. En cambio, los pantalones pertenecian a la categoria de la ropa sin planchar, y, durante unos segundos, reflexiono sobre como resolver el problema. Busco por todo el piso, pero la plancha brillaba por su ausencia. Estaba mirando distraidamente el sofa, cuando una brillante idea aterrizo en su cerebro. Entusiasmado, quito los cojines del asiento y extendio los pantalones, alisandolos al maximo. Cierto que aquello no estaba muy limpio, pero esa cuestion ya la resolveria mas tarde. En realidad, bastaria con cepillar un poco debajo de los cojines. Volvio a colocarlos y se sento encima cinco minutos. Si volvia a aplastarlos otros cinco minutos despues de ducharse, los pantalones quedarian seguramente como recien planchados. Suerte que no se habia convertido en un solteron inutil, constato ufano para sus adentros. Aun tenia el ingenio suficiente para encontrar remedio para todo.

La gente empezaba a acudir en masa a la granja donde se celebraria el baile. Habian retirado las camas de los participantes y cada uno de ellos guardo bajo llave sus objetos personales. Aun no se le habia permitido la entrada a nadie, de modo que la cola iba creciendo como una serpentina por todo el aparcamiento. Las chicas estaban ateridas de frio y daban saltitos para entrar en calor. El fresco viento primaveral hacia cuanto estaba en su mano para que se arrepintieran de haberse puesto las faldas mas cortas y las camisetas mas escotadas del armario. Sin embargo, las caras de cuantos formaban la cola expresaban la misma expectacion. Aquello era lo mas espectacular que habia ocurrido en Tanum desde hacia anos. Llegaron jovenes de toda la comarca e incluso de mas alla, de Stromstad y de Uddevalla. Todos observaban ansiosos la puerta que no tardaria en abrirse. Al otro lado se hallaban sus heroes, sus idolos, los que habian logrado alcanzar aquello con lo que ellos mismos sonaban: ser famosos; recibir invitaciones a fiestas en las que codearse con otros famosos; salir en television. ?Quien podia saberlo? Quiza aquella noche consiguieran apropiarse de un poco de ese brillo, hacer algo que atrajese la atencion de las camaras hacia ellos. Como le ocurrio a aquella chica en Fucking Toreboda. Consiguio

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