veinticuatro horas del dia jugando. Pero con eso no pagaba el alquiler, de modo que tendria que seguir trabajando hasta que la jubilacion llegase para liberarlo. Gosta contaba los dias.
Se sento y clavo la mirada en la pantalla del ordenador. Por razones de seguridad, no tenian conexion a Internet, de modo que averiguo el nombre correspondiente de la direccion realizando una llamada al servicio de informacion telefonica. Tras una breve conversacion, consiguio que le dieran el nombre de los propietarios de la casa a la que pertenecia el contenedor. Gosta dejo escapar un suspiro. Era una tarea absurda desde el principio. Su escepticismo se vio refrendado cuando supo que los duenos tenian su residencia habitual en Gotemburgo. Era evidente que esas personas no tenian nada que ver con el asesinato. Sencillamente, habian tenido la mala suerte de que el asesino eligiese justo su contenedor como destino final de la chica muerta.
En este punto de su reflexion, empezo a pensar en la joven. Su falta de energia para el trabajo no guardaba relacion alguna con su capacidad de empatia. Sufria con las victimas y sus familiares y se alegraba de, al menos, no haber tenido que ver el cadaver de la muchacha. Martin aun conservaba cierta palidez cuando se lo cruzo por el pasillo.
Gosta tenia la sensacion de haber cumplido su cupo de personas muertas durante todos sus anos de profesion. Despues de cuarenta anos en aquel oficio, aun recordaba a cada uno de ellos. La mayoria eran fruto de accidentes o suicidios, los asesinatos se contaban entre las excepciones. Pero cada caso de muerte habia dejado una muesca en su memoria, y era capaz de evocar imagenes tan nitidas como fotografias. Tantas visitas como habia hecho a los familiares del fallecido… Tanto llanto, tanta desesperacion, conmocion y horror. Quiza su apatia se debiese a que su vaso de desgracias ya estaba colmado. Quiza cada muerte, el dolor y el sufrimiento de cada persona, habian ido llenando el vaso poco a poco, hasta que ya no quedaba lugar para una sola gota mas. No era una excusa, pero si una posible explicacion.
Con un suspiro, cogio el auricular dispuesto a llamar a los propietarios de la casa para informar de que les habian dejado un cadaver en el contenedor. Marco el numero. Mejor terminar con ello cuanto antes.
– ?De que va esto? -pregunto Uffe en la sala de interrogatorios, tan cansado como enojado.
Patrik tardo un poco en responder. Martin y el se entretuvieron primero en sacar sus papeles y ponerlos en orden. Estaban sentados enfrente de Uffe, ante la endeble mesa que, junto con las cuatro sillas, constituia el unico mobiliario de la sala. Uffe no parecia estar especialmente nervioso, observo Patrik para si, pero, a lo largo de los anos, habia aprendido que el aspecto de las personas que se sometian a un interrogatorio de la policia tenia muy poco que ver con como se sentian en realidad. Se aclaro la garganta, cruzo las manos por delante de los documentos y se inclino un poco.
– Al parecer anoche se produjo una buena pelea, ?no? -Patrik escruto con interes la reaccion de Uffe, que se limito a exhibir media sonrisa. El joven se retrepo con indiferencia manifiesta y solto una risita.
– Bah, ?aquello? Si, ese se paso con la mano dura, ahora que lo pienso -dijo senalando a Martin-. Quiza habria que considerar la posibilidad de poner una denuncia por violencia desmedida. -Volvio a reir mientras Patrik sentia que su irritacion aumentaba por momentos.
– Si -asintio sereno-. Tenemos aqui un informe de Martin, mi colega, y de la otra agente que estuvo en el lugar. Y ahora quiero escuchar tu version.
– Mi version -dijo Uffe estirando las piernas de modo que quedo medio tumbado en la silla, lo que no parecia una postura muy comoda-. Mi version es que hubo una simple bronca. Una bronca de nada, porque habiamos bebido. Nada mas. ?Por que? -Uffe entorno los ojos y Patrik se dio cuenta de que su cerebro alcoholizado trabajaba de un modo frenetico.
– Oye, veras, aqui las preguntas las hacemos nosotros, no tu -le respondio Patrik tajante-. A la una menos diez de la madrugada, dos de nuestros policias vieron como atacabas a Lillemor Persson, una de las participantes del programa.
– Querras decir Barbie -lo interrumpio Uffe con una risotada-. Lillemor… joder, eso si que tiene gracia.
Patrik tuvo que contener el impulso de darle a aquel jovenzuelo una buena bofetada. Martin parecio presentirlo, de modo que tomo la palabra con la intencion de darle a Patrik tiempo de serenarse.
– Fuimos testigos de como te empleaste con Lillemor a empujones y punetazos. ?Que fue lo que desencadeno esa pelea?
– No entiendo por que tanta murga con eso. ?Si no fue nada! Fue un pequeno… desacuerdo. ?Apenas la toque! -El desenfado de Uffe empezaba a ceder ante cierta preocupacion.
– ?En que no estabais de acuerdo? -continuo Martin.
– ?En nada! O sea, bueno, ella habia ido hablando mal de mi, y me entere. Solo queria que lo confesara. ?Y que lo retirase! No puede dedicarse a ir por la vida contando mierdas sin mas. Yo solo queria que le entrase en la cabeza.
– Y cuando, unas horas mas tarde, la atacaste con otros participantes, ?era eso lo que pretendias, que le entrase en la cabeza? -intervino Patrik mirando el informe.
– Bueeeno -respondio Uffe vacilante. Su posicion en la silla era ya mas normal y la sempiterna sonrisa empezaba a esfumarse de su rostro-. Pero, joder, preguntadle a Barbie directamente. Os juro que pensara lo mismo. Fue una simple bronca, no es para que intervenga la poli.
Patrik y Martin cruzaron una breve mirada. Luego, Patrik miro a Uffe y dijo:
– Lillemor no podra decirnos mucho sobre esto. La han encontrado muerta esta manana. Asesinada.
Un denso silencio invadio la sala. Uffe palidecia por momentos. Martin y Patrik aguardaban su reaccion.
– Estas… Estais de broma, ?no? -logro articular por fin. Pero ninguno de los policias se pronunciaba. Muy despacio, las palabras de Patrik empezaron a hacer mella en su cerebro. Ya no quedaba ni rastro de la sonrisa-. ?Que cono! ?Creeis que yo…? Pero si yo… ?Si solo fue una bronca de nada! Yo no habria… Yo no… -Uffe solo era capaz de balbucir, con la mirada vacilante y nerviosa.
– Vamos a necesitar hacerte una prueba de ADN -repuso Patrik al tiempo que ponia sobre la mesa el material necesario-. No tendras nada que objetar, ?verdad?
Uffe dudo un instante.
– No, cono -dijo al fin-. Coged lo que querais. Yo no he hecho nada.
Patrik se inclino y, con un bastoncillo de algodon, tomo una muestra de saliva del interior de la mejilla de Uffe. Por un segundo, parecio que el joven cambiaba de opinion, pero ya era tarde, y el bastoncillo cayo en un sobre que Patrik cerro enseguida. Uffe se quedo contemplando el sobre. Trago saliva y miro a Patrik con los ojos desorbitados.
– No cortareis la emision, ?verdad? No podeis. Quiero decir que no, que no podeis hacerlo sin mas. -Su voz destilaba desesperacion, y Patrik sintio crecer el desprecio que le inspiraba aquel espectaculo. ?Como era posible que un programa de television fuese mas importante que la vida de una persona?
– No nos corresponde a nosotros decidirlo -respondio Patrik secamente-. Sino a la productora. Si hubiese estado en mi mano, habriamos acabado con esa porqueria en un abrir y cerrar de ojos, pero… -Abrio los brazos en senal de impotencia y vio el alivio reflejado en la cara de Uffe-. Puedes irte -le dijo con acritud. Aun tenia grabado en la memoria el cuerpo de Barbie, desnudo y sin vida, y la idea de que su muerte se convirtiese en entretenimiento televisivo le producia nauseas. ?Que le pasaba a la gente?
El dia habia empezado estupendamente. Habia sido divino, divino de verdad, se atreveria a decir. Primero salio a hacer una carrera bien larga bajo el frio aire primaveral. Por lo general, no era un gran aficionado a la naturaleza, pero aquella manana, para su sorpresa, se alegro al ver la luz del sol filtrandose por entre el follaje de las copas de los arboles. Aquella maravillosa sensacion duro en su pecho hasta que llego a casa y propicio unos minutos de sexo con Viveca que, para variar, se dejo convencer facilmente. Esa era, por lo demas, una de las pocas nubes que ensombrecian la existencia de Erling. Desde que se casaron, ella habia ido perdiendo practicamente todo interes por esa faceta del matrimonio y era incuestionable lo absurdo que resultaba buscarse una esposa joven y de buen ver de la que luego no se podia disfrutar. No, aquello tenia que cambiar. Las actividades de aquella manana lo reafirmaron en su conviccion de que tendria que hablar muy seriamente sobre ese detalle con la buena de Viveca. Tendria que explicarle que el matrimonio consistia en un toma y daca, unos servicios por otros. Y si, en lo sucesivo, queria seguir recibiendo ropa, joyas, diversion y un hogar decorado con objetos caros y hermosos, tendria que generar y renovar su entusiasmo y mostrarse docil en los terrenos que exigia su hombria. Aquello nunca habia supuesto ningun problema antes de que se casaran, cuando ella vivia en un bonito apartamento que pagaba el y tenia que competir con su mujer, con la que llevaba casado treinta anos. Entonces se mostraba complaciente a todas horas y en los lugares mas extraordinarios. Erling noto que su vigor