se avivaba ante el solo recuerdo. Quiza hubiese llegado la hora de recordarselo a Viveca. Despues de todo, el tenia bastante que recuperar.
Erling acababa de poner el pie en el primer peldano de la escalera, para subir a la planta de arriba, cuando lo interrumpio el timbre del telefono. Por un instante, sopeso la posibilidad de ignorar la llamada, pero luego se dio la vuelta y se dirigio a la mesa de la sala de estar, donde se encontraba el inalambrico. Quiza fuese algo importante.
Cinco minutos despues seguia con el auricular en la mano, mudo de espanto. Las consecuencias de la noticia que acababa de recibir cruzaban su mente como un torbellino y su cerebro se esforzaba por dar con alguna posible solucion. Se levanto resuelto y grito en direccion a la primera planta:
– Viveca, me voy a la oficina. Se ha producido un incidente del que tengo que hacerme cargo enseguida.
Un murmullo procedente del piso superior le confirmo que Viveca lo habia oido, de modo que Erling se puso raudo la cazadora y cogio las llaves del coche que estaban colgadas junto a la puerta de entrada. Con aquello no habia contado, desde luego. ?Que demonios iba a hacer ahora?
Ser Mellberg en un dia como aquel era una delicia. Tuvo que recordarse el motivo por el que se encontraba donde se encontraba y, con no poco esfuerzo, compuso una expresion tras la cual ocultar la satisfaccion que sentia, mostrando una mezcla de implicacion y resolucion. Sin embargo, aquello de ser el centro de atencion de los focos se le daba a la perfeccion. Sencillamente, realzaba su persona. Y no podia dejar de preguntarse como reaccionaria Rose-Marie al verlo aparecer como el hombre clave de la comisaria en todos los diarios de la manana y de la tarde. Saco pecho y echo hacia atras los hombros en una pose que se le antojaba poderosa. El flash de las camaras casi lo cegaba, pero supo mantener la postura. Aquella era una ocasion que no podia desaprovechar.
– Disponen de un minuto mas para hacer fotos, luego tendran que calmarse un poco.
El mismo era consciente del respeto que infundia su voz y disimulo un estremecimiento de gozo. Para aquello habia venido al mundo. Durante unos segundos mas se oyo el chasquido de las camaras, hasta que alzo una mano y paseo la mirada por los representantes de la prensa alli congregados.
– Como ya saben, esta manana hemos encontrado el cadaver de la joven Lillemor Persson.
Un mar de manos se alzo en el aire, y Mellberg acepto magnanimo la intervencion del enviado del Expressen.
– ?Se ha constatado ya que fue asesinada? -Todos aguardaban expectantes su respuesta, con el boligrafo a unos milimetros del bloc de notas. Mellberg carraspeo discretamente.
– No podemos afirmar nada hasta que no dispongamos del examen del forense, pero todo indica que le quitaron la vida.
Un murmullo y el rumor de los boligrafos siguieron a su respuesta. Las camaras de television, identificadas con el canal y la redaccion a la que pertenecian, zumbaban vertiendo sobre Mellberg la potente luz de sus focos. Durante un segundo, sopeso a cual de ellas debia dar prioridad, hasta que decidio ofrecer su mejor perfil al canal Cuatro. Como quiera que la avalancha de preguntas no cesaba, Mellberg hizo un gesto hacia un periodista de otro diario vespertino.
– ?Tienen algun sospechoso en este momento? -Una vez mas, se hizo un silencio cargado de expectacion por la respuesta de Mellberg, que entorno los ojos levemente ante la potencia de los focos.
– Hemos interrogado a varias personas -declaro-. Pero, por ahora, no tenemos ningun sospechoso concreto.
– ?Se interrumpiran las grabaciones del programa Fucking Tanum? -En esta ocasion le toco el turno de preguntas a un reportero del noticiario Aktuellt. La expectacion flotaba en el aire.
– No tenemos ningun derecho, ni, por otro lado, ningun motivo, para intervenir en esa cuestion. Adoptar una postura a ese respecto es competencia de los productores del programa y de la direccion del canal de television.
– Pero ?acaso puede un programa como ese continuar grabando despues de que hayan asesinado a uno de sus participantes? -insistio el mismo reportero.
Mellberg respondio, manifiestamente irritado:
– Como acabo de decir, no tenemos posibilidad de intervenir sobre ese particular. Tendran que hablar con el canal de television directamente.
– ?La habian violado? -Ya nadie esperaba la aprobacion de Mellberg, sino que las preguntas le llovian como pequenos proyectiles.
– A esa pregunta tendra que responder la autopsia.
– Pero ?habia algun indicio de violacion?
– Estaba desnuda cuando la encontramos, pueden sacar sus propias conclusiones.
Mellberg enseguida cayo en la cuenta de que tal vez no hubiese sido muy conveniente dar a conocer ese dato, pero se sentia abrumado por la presion a la que estaba sometido, hasta el punto de que parte de la satisfaccion y la excitacion que habia experimentado ante la idea de la conferencia de prensa empezaba a atenuarse poco a poco. Aquello no tenia nada que ver con las conferencias de prensa para los medios de comunicacion locales.
– ?Existe alguna relacion entre el crimen y el lugar donde la encontraron? -En esta ocasion, era uno de los reporteros locales quien habia conseguido colarse con una pregunta, compitiendo con los periodistas de los grandes diarios nacionales y de la television, que parecian estar mucho mas curtidos a la hora de abrirse paso a codazos.
Mellberg sopeso cuidadosamente la respuesta. No queria irse de la lengua una vez mas.
– No hay ningun indicio de que exista tal conexion, por ahora -dijo al cabo de unos segundos.
– Pero, ?donde la encontraron? -se apresuro a sacar partido el reportero del diario vespertino-. Corre el rumor de que hallaron su cadaver en un camion de la basura. ?Es eso cierto? -Una vez mas, todas las miradas quedaron pendientes de los labios de Mellberg. El comisario se los humedecio, algo nervioso.
– No hay comentarios.
Joder, no iban a ser tan tontos como para no comprender que aquella respuesta significaba que el rumor era cierto. Quiza deberia haberle hecho caso a Hedstrom, que, justo antes de la conferencia de prensa, le propuso encargarse el del turno de preguntas. Pero, que lo ahorcaran si estaba dispuesto a ceder una ocasion como aquella para ser el centro de las camaras. El recuerdo de la indignacion que experimento cuando Hedstrom formulo la pregunta le infundio valor y le ayudo a recobrar el animo.
– ?Si? -dijo invitando a hablar a una mujer que llevaba un buen rato agitando la mano, sin haber tenido aun ocasion de hablar.
– ?Han interrogado a alguno de los participantes de Fucking Tanum?
Mellberg asintio. Esos muchachos no tenian el menor reparo en hacer el ridiculo en la television, de modo que no le preocupo lo mas minimo compartir esa informacion con la prensa.
– Si, los hemos interrogado.
– ?Alguno de ellos es sospechoso del asesinato? -El camara del noticiario Rapport no dejaba de filmar mientras el reportero sostenia un enorme microfono cerca de Mellberg para captar su respuesta.
– En primer lugar, aun no se nos ha confirmado que se trate de un asesinato. Pero no, por ahora, no disponemos de ningun dato que apunte a ninguna persona en particular. -Una mentira inofensiva, desde luego. Mellberg habia leido el informe de Molin y de Kruse, y ya se habia forjado una idea muy clara de quien era el culpable. Pero no era tan necio como para compartir ese tesoro antes de tener atados todos los cabos.
Las preguntas empezaban a repetirse y Mellberg se oyo a si mismo recurrir una y otra vez a las mismas respuestas. Finalmente, se canso y les comunico que daba por terminada la conferencia de prensa. Con el repiqueteo de las camaras fotograficas a su espalda, salio de la sala con toda la autoridad de que fue capaz. Su deseo era que, cuando Rose-Marie pusiera las noticias aquella noche, viese que era todo un hombre.
Durante los dias que siguieron a la muerte de Barbie, le habia ocurrido en mas de una ocasion que la gente se detenia a senalarla murmurando. Cierto que estaba acostumbrada a que se quedasen mirandola desde que aparecio en Gran Hermano, pero aquello era muy distinto. No se trataba de la natural curiosidad o admiracion que despertaba el hecho de que hubiese aparecido en television, sino de un ansia de sensacionalismo y algo asi como una sed mediatica que la hacia encogerse de malestar.
En cuanto supo lo de Barbie, sintio deseos de irse a casa de inmediato. Su primer impulso fue huir, retirarse al unico lugar en el que podia refugiarse. Al mismo tiempo, era consciente de que, en el fondo, aquello no era una solucion. En casa se encontraria con el mismo vacio, la misma soledad. No habria alli nadie que la abrazase, que