circulaban por el cerebro de Kerstin, sin que supiera como responderlas. Habia seguido por television y la prensa la informacion sobre el asesinato de la chica del programa Fucking Tanum, pero se sentia extranamente embotada, colmada de su propio dolor. Sin embargo, no pudo evitar preocuparse por el hecho de que le restase tiempo y recursos a la investigacion de la muerte de Marit; que la atencion que atraian los medios de comunicacion llevase a la policia a dedicar todo su tiempo a investigar la muerte de la chica y que dejasen de preocuparse por Marit.

Kerstin se incorporo en el sofa y cogio el telefono, que estaba sobre la mesa. Si no habia quien mirase por los intereses de Marit, tendria que hacerlo ella. Se lo debia.

Desde la muerte de Barbie se reunian en circulo en el centro del jardin de la granja una vez al dia. Al principio, tal medida fue acogida con una lluvia de protestas, un silencio contrariado seguido de comentarios cinicos; pero una vez que Fredrik les explico que era un imperativo para poder seguir con la grabacion del programa, los participantes consintieron en colaborar, aunque en contra de su voluntad. Algo mas de una semana despues y de un modo un tanto antinatural, llegaron incluso a acudir con entusiasmo a la reunion colectiva con Lars. El no les hablaba con superioridad, los escuchaba, hacia comentarios que ellos no consideraban fuera de lugar y les hablaba con su mismo lenguaje. Y, aunque a su pesar, tambien Uffe empezaba a sentir cierta simpatia por Lars. Claro que antes se dejaria morir que admitirlo abiertamente. Las sesiones de grupo se habian ido alternando con conversaciones individuales y ya nadie protestaba por ello. Cierto que ninguno de los componentes del grupo se sentia feliz con la idea, pero la medida habia alcanzado al menos cierto grado de aceptacion.

– ?Que os han parecido los ultimos dias, despues de lo ocurrido? -pregunto Lars observandolos uno a uno, con la esperanza de que alguno respondiese. Finalmente, detuvo la mirada en Mehmet.

– A mi me parece que ha estado bien -aseguro tras reflexionar brevemente-. Todo ha sido tan caotico que, en realidad, no hemos tenido tiempo de pararnos a pensar ni nada.

– ?Pensar en que? -pregunto Lars animandolo a continuar y a desarrollar su idea.

– Pues en lo que paso. En Barbie. -Mehmet guardo silencio y bajo la vista. Lars aparto la mirada de el y la paseo por el resto de los congregados.

– ?Y a vosotros os parece que eso es bueno? Me refiero a no tener que pensar en ello. ?Creeis que el caos ha surtido un efecto positivo?

De nuevo se hizo el silencio.

– Yo no -respondio Jonna en tono sombrio-. A mi me parece que ha sido duro. Muy duro.

– ?En que sentido? ?Que aspecto te ha parecido duro? -pregunto Lars, con la cabeza ligeramente inclinada.

– Pensar en lo que le paso. Recrear las imagenes de lo ocurrido. Y pensar en como murio y eso. Y en que la encontraron en aquel… contenedor. Un cosa tan asquerosa, vamos.

– ?Y vosotros? ?Recordais tambien imagenes de aquella noche? -Lars fijo la vista en Calle.

– Bah, pues claro que si, joder. Pero es mejor no pensarlo. Quiero decir, ?de que sirve pensarlo? De todos modos, Barbie ya esta muerta, ?no?

– Ya. Y no crees que, para tu bienestar, seria mejor hacer frente a esas imagenes, trabajar con ellas, ?verdad?

– ?Que va! Lo mejor es tomarse otra cerveza, ?a que si, Calle? -Uffe le propino una patada en la pierna a este y rompio a reir, pero, al ver que nadie lo secundaba, recobro su malhumor habitual. Lars se centro entonces en el y Uffe empezo a retorcerse incomodo en la silla. Era el unico que todavia se negaba en cierta medida a entregarse al proceso, como lo llamaba Lars.

– Uffe, tu siempre pareces tan duro y tan chulo, pero ?en que terminos piensas tu cuando recuerdas a Barbie? ?Que recuerdos te vienen a la memoria?

Uffe miro a su alrededor como si no pudiese dar credito a lo que oia. ?Que que recuerdos tenia de Barbie? Se rio burlon y miro a Lars, antes de responder:

– Pues, yo me atreveria a decir que miente quien diga que no son las tetas lo que recuerda de ella en primer lugar. ?Menudas bombas de silicona! -exclamo moldeando en el aire el objeto de su recuerdo antes de mirar a su alrededor en busca de apoyo moral. Pero tampoco en esta ocasion parecieron apreciar su broma.

– Joder, Uffe, cortate un poco al hablar -lo recrimino Mehmet irritado-. ?Eres tan tonto como parece o te lo haces?

– Oye, ?y a ti de donde cono te vienen esos aires? -Uffe se inclino hacia Mehmet con gesto amenazador, pero en algun lugar recondito de su cerebro de reptil comprendio que quiza sus comentarios no hubiesen sido muy afortunados, por lo que se retiro a su silencio y su malhumor habituales. Sencillamente, no lo pillaba. A nadie le caia bien antes de morir, y en cambio, alli estaban ahora, sentados como lloricas compungidos hablando de Barbie como si hubiera sido su mejor amiga.

– Tina, tu apenas te has pronunciado. ?Como te ha afectado a ti la muerte de Lillemor?

– A mi me parece algo terrible, muy tragico. -Tina tenia los ojos llenos de lagrimas y negaba vehementemente con la cabeza-. Es que tenia toda la vida por delante. Y una carrera y eso. Iban a fotografiarla para Slitz cuando hubiera terminado la serie, eso ya estaba acordado, y habia hablado con un tio sobre viajar a Estados Unidos para ver si podia aparecer en Playboy. Que podria haberse convertido en la proxima Victoria Silvstedt, vamos. Victoria no tardara en ser un vejestorio y Barbie solo tenia que llegar y sustituirla. Ella y yo hablabamos mucho de eso y… tenia tantas aspiraciones… Era una tia genial, vamos. Joder, ?que pena! -Las lagrimas le rodaban ya por las mejillas, y Tina se las enjugo cuidadosamente con la mano, para no estropearse el maquillaje.

– Si, es una verdadera pena -dijo Uffe-. Que el mundo haya perdido a la sustituta de Victoria Silvstedt. ?Que va a hacer el mundo ahora, eh? -Uffe estallo en una sonora carcajada, pero alzo las manos a la defensiva al advertir las miradas iracundas que le dirigian los demas-. Vale, vale, me callo. Vosotros seguid lloriqueando, hipocritas, panda de imbeciles…

– Uffe, parece que todo esto te produce una honda frustracion -observo Lars sin perder la calma.

– Tanto como frustracion, no se. A mi me parecen un punado de hipocritas, ahi llorando por Barbie, aunque cuando estaba viva no se preocupaban una mierda por ella. Yo, al menos, soy sincero -dijo levantando las manos.

– Tu no eres sincero -objeto Jonna-. Tu eres un imbecil.

– Anda, mira, ha hablado la neurotica. Subete las mangas, anda, que vea tu ultima obra de arte. Una pirada total, vamos. -Uffe se echo a reir y Lars se puso en pie.

– No creo que adelantemos mucho mas por hoy. Uffe, me parece que tu y yo vamos a tener la conversacion individual ahora mismo.

– Fine, fine. Pero no te creas que me voy a sentar a llorar, ?vale? Con lo bien que lo hacen estos maricas. -Se levanto y le dio una colleja a Tina, que se volvio iracunda y lo amenazo con el puno. Uffe se carcajeo simplemente y echo a andar despacio detras de Lars. Los demas se quedaron mirandolo mientras se marchaba.

Ella habia ido a Tanumshede para almorzar. No habian podido verse desde la cena en el Gestgifveriet, y Mellberg anhelaba con un ansia febril que diesen las doce. Miro el reloj, que marcaba implacable las doce menos diez, mientras aguardaba en la puerta. Las manecillas se arrastraban y Mellberg miraba alternativamente el reloj y los coches que de vez en cuando entraban en el aparcamiento. Habia propuesto el Gestgifveriet tambien en esta ocasion. Si uno buscaba un entorno romantico, no existia mejor alternativa.

Cinco minutos despues, vio girar hacia el restaurante su pequeno Fiat rojo. El corazon le latia de un modo peculiar y sintio que se le secaba la boca. Con un acto reflejo, comprobo que el peluquin estaba en su lugar. Se seco las manos en los pantalones y se le acerco para darle la bienvenida. El semblante de Rose-Marie se ilumino al verlo, y Mellberg tuvo que contener el impulso de abalanzarse sobre ella y darle un largo beso alli mismo, en el aparcamiento. La intensidad de sus sentimientos lo llenaba de asombro. Se sentia de nuevo como un adolescente. Se abrazaron y se saludaron y el la dejo pasar primero para entrar en el restaurante. Durante un segundo, poso la mano en la espalda de Rose-Marie, y noto que le temblaba ligeramente.

Una vez dentro, solto un hipido de sorpresa. En una mesa situada junto a una de las ventanas estaban Hedstrom y Molin, que lo observaban perplejos. Rose-Marie miro alternativamente a Mellberg y a sus colegas con curiosidad y, muy a su pesar, Mellberg se dio cuenta de que tendria que presentarselos. Martin y Patrik le estrecharon la mano a Rose-Marie con una amplia sonrisa. Mellberg suspiraba para sus adentros. Ahora no

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