tardaria mucho en saberlo toda la comisaria. Por otro lado… Se enderezo un poco. Desde luego, no se avergonzaba de que lo vieran con Rose-Marie.

– ?Quereis sentaros con nosotros? -pregunto Patrik indicandoles las dos sillas vacias.

Mellberg estaba a punto de rechazar la oferta cuando oyo que Rose-Marie aceptaba satisfecha. Lanzo para si una maldicion. Tenia tantas ganas de pasar un rato a solas con ella… Un almuerzo compartido con Hedstrom y Molin no le proporcionaria la romantica intimidad con la que habia sonado. Pero debia aguantarse. A espaldas de Rose-Marie, dedico a Patrik una mirada furiosa, pero luego retiro la silla para que Rose-Marie pudiera sentarse. Hedstrom y Molin no daban credito a lo que veian. Era natural. Los mocosos de su edad no habian oido hablar siquiera de la palabra gentkman.

– ?Como me alegro de conocerte… Rose-Marie! -exclamo Patrik mirandola con interes. La mujer sonrio y las arrugas que enmarcaban sus ojos se pronunciaron aun mas. Mellberg apenas podia apartar la vista de ella. Habia algo en su forma de torcer la boca al sonreir y en el brillo de sus ojos… No, no tenia palabras para describirla.

– ?Y donde os conocisteis? -intervino Molin en un tono algo jocoso. Mellberg lo observo con el entrecejo fruncido. Esperaba que no creyesen que iban a poder reirse a su costa. Y a costa de Rose-Marie.

– En Munkedal, en una verbena popular. -A la mujer le brillaban los ojos-. Tanto a Bertil como a mi nos llevaron sendos amigos y, la verdad, ninguno de los dos estaba muy entusiasmado con la fiesta, pero a veces el destino nos lleva al lugar adecuado por vias muy extranas. -Al decir esto, sonrio a Mellberg, que se sintio enrojecer de felicidad. Ahora sabia que el no era el unico que se comportaba como un loco sentimental. Rose- Marie tambien noto algo especial desde la primera noche.

La camarera se acerco para tomar nota.

– Pedid lo que querais, ?invito yo! -se oyo decir Mellberg a si mismo, para gran sorpresa suya.

Por un instante, lamento sus palabras, pero la admiracion que reflejaban los ojos de Rose-Marie lo reforzo en su decision y, por primera vez en su vida, comprendio el verdadero valor del dinero. ?Que eran unos cuantos billetes comparados con la mirada complacida de una mujer hermosa? Hedstrom y Molin lo contemplaban atonitos, y Mellberg resoplo irritado:

– Venga, pedid lo que sea, antes de que me arrepienta y os lo descuente del salario.

Aun en estado de shock, Patrik balbucio que comeria «mendo» y Molin, tan perplejo como su colega, solo fue capaz de asentir para indicar que tomaria lo mismo.

– Yo tomare pytt i panna [6] -aseguro Mellberg antes de dirigirse a Rose-Marie-. Y tu, preciosa mia, ?que te gustaria probar hoy? -Hedstrom se atraganto con un sorbo de agua y le dio un ataque de tos. Mellberg lo recrimino con la mirada y penso en lo vergonzoso que era que hombres adultos no supieran comportarse. Desde luego, la juventud de hoy presentaba lagunas imperdonables en su educacion.

– Tomare solomillo de cerdo -respondio Rose-Marie desplegandose la servilleta sobre las rodillas.

– ?Vives en Munkedal? -pregunto Martin solicito mientras le servia agua a la dama que tenian a la mesa.

– Vivo en Dingle, pero es provisional -explico la mujer, que dio un sorbo de agua antes de proseguir-. Se me presento la oportunidad de jubilarme anticipadamente con unas condiciones que no podia rechazar, y luego decidi mudarme mas cerca de mi familia. Asi que, por el momento, me alojo en casa de mi hermana, hasta que encuentre una vivienda propia. He vivido tantos anos en la costa oriental que quisiera pensarmelo muy bien antes de elegir donde construir mis cimientos de nuevo.

Una vez que me haya instalado, no me movere de alli hasta que me saquen con los pies por delante. -Rose- Marie estallo en una sonora carcajada que hizo brincar el corazon de Mellberg. Se diria que ella lo oyo, pues, bajando la mirada timidamente, anadio-: Ya veremos donde termino. En realidad, tiene mucho que ver con las personas que nos cruzamos en la vida. -En este punto alzo la vista, y Mellberg y ella se sostuvieron la mirada durante un silencio elocuente. No recordaba haber sido tan feliz en toda su vida. Abrio la boca para decir algo cuando llego la camarera para servirles la comida. Rose-Marie se volvio entonces a Patrik y le pregunto:

– ?Y como os va con el asunto de ese asesinato tan terrible? Por lo que me ha contado Bertil, es algo espantoso.

Patrik intentaba concentrarse en que la porcion de pescado, patata, salsa y verduras que tenia en el tenedor no cayese en el plato mientras se lo llevaba a la boca.

– Si, «espantoso», esa es la forma mas apropiada de describirlo -dijo una vez que hubo terminado de masticar-. Y el circo mediatico que se ha organizado en el pueblo no nos ha facilitado las cosas, precisamente - anadio mirando hacia la granja municipal.

– Ya. Yo no entiendo que la gente disfrute viendo esa basura -aseguro Rose-Marie meneando la cabeza-. Sobre todo, despues de un suceso tan tragico. ?Uf. ?La gente se comporta como buitres!

– Una gran verdad, si senor -opino Martin sombrio-. Yo creo que el problema es que no ven a las personas que aparecen en television como a verdaderos seres humanos. Es la unica explicacion que se me ocurre. No pueden verlos como a verdaderos seres humanos. De lo contrario, ?como iban a regodearse en esas cosas?

– ?Sospechais que alguno de los demas participantes este implicado en el asesinato? -pregunto Rose-Marie, bajando la voz con cierto secretismo.

Patrik miro a su jefe de soslayo. No se sentia muy comodo discutiendo cuestiones relativas a la investigacion con personas ajenas a la profesion, pero Mellberg no se pronuncio.

– Estudiamos el caso desde todos los angulos posibles -respondio prudente-. Aun no abrigamos ninguna sospecha concreta -remato, resuelto a no decir nada mas.

Comieron en silencio durante unos minutos. La comida era excelente y al extrano cuarteto le costaba hallar un tema comun de conversacion. De improviso, el silencio se vio interrumpido por el estruendo de un timbre de telefono. Patrik rebusco en el bolsillo en busca de su movil y se encamino a buen paso hacia el vestibulo mientras respondia, a fin de no molestar a los demas comensales. Regreso al cabo de unos minutos y, sin sentarse de nuevo, se dirigio a Mellberg:

– Era Pedersen. La autopsia de Lillemor Persson esta lista. Puede que tengamos algo mas sobre lo que trabajar.

Patrik estaba visiblemente preocupado.

Hanna disfrutaba del silencio que reinaba en la casa. Habia aprovechado para almorzar alli, ya que, en coche, solo le llevaba unos minutos. Despues del estres de los ultimos dias en la comisaria, era un alivio poder descansar los oidos de tanto telefono durante un rato. En casa solo se oia, como un murmullo lejano, el rumor del trafico de la calle.

Se sento a la mesa de la cocina y soplo un poco para enfriar la comida que habia calentado unos minutos en el microondas. Eran restos de salchicha con sofrito de verduras de la cena del dia anterior, un plato que, para su gusto, sabia casi mejor al dia siguiente que recien preparado.

Era tan agradable estar sola en casa. Amaba a Lars mas que a nadie en el mundo, pero, cuando el estaba en casa, siempre se mascaba la tension en el ambiente, aquel vacio impronunciable. A ella la vida en esa especie de campo de tension cada dia la destrozaba mas.

El problema consistia en que era consciente de que lo que desgastaba su relacion era algo que jamas podrian cambiar. El pasado descansaba sobre sus vidas como una fina membrana. En ocasiones intentaba hacerle comprender a Lars que debian retirar juntos la membrana, dejar que entrase un poco de aire, un poco de luz. Pero el no conocia otro modo de vivir que aquella oscuridad, aquella humedad, aquello que, aunque pesado, le resultaba familiar.

A veces Hanna anhelaba otra cosa. Algo distinto del miserable circulo vicioso en el que habian caido. Y durante los ultimos anos, habia pensado en mas de una ocasion que quiza un hijo borraria el pasado. Un nino que despejase con su luz las tinieblas en que vivian, que aligerase el peso y les permitiese respirar otra vez. Pero Lars se negaba. Ni siquiera se prestaba a tratar el asunto. Ellos tenian su trabajo, cada uno el suyo, y eso bastaba, aseguraba Lars. El problema era que ella sabia que no bastaba. Sentia la exigencia constante de algo mas. No veia fin a la situacion. Un nino haria que todo se detuviese, que todo concluyese. Dejo el tenedor en el plato, presa del mayor abatimiento. Ya no tenia apetito.

– ?Que tal estas? -Simon miraba preocupado a Mehmet, que estaba sentado frente a el en la zona de descanso del personal de la panaderia. Llevaban trabajando intensamente muchas horas y se concedieron una breve pausa. No obstante, eso significaba que Uffe debia quedarse al frente de la tienda, por lo que Simon no dejaba de lanzar miradas nerviosas hacia esa parte del local.

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