no romper a reir. Y no porque considerase la situacion especialmente jocosa, pero, en fin, en cierto modo, resultaba bastante comica.

– Bueno, al menos espero que cambieis de idea en lo que respecta a la lista de invitados. Si no invitais a la tia Gota y a la tia Rut, no podre salir a la calle nunca mas.

– ?Ah, si? -dijo Anna en tono inocente-. Sera porque Patrik tiene una relacion muy estrecha con ellas, ?no? ?Pasaron juntos mucho tiempo cuando Patrik era pequeno?

Kristina no se esperaba un ataque tan insidioso desde ese flanco, y permanecio en silencio unos segundos, mientras reagrupaba a sus tropas para la defensa.

– Pues, la verdad, tampoco es…

Anna la interrumpio con la misma voz inocente.

– ?Cuando las vio Patrik por ultima vez? No recuerdo que las haya mencionado nunca… -Anna guardo silencio y quedo a la espera de una respuesta.

Pero Kristina se vio obligada a retirarse con el ceno fruncido de indignacion.

– Bueno, puede que haga bastante tiempo, si. Creo que Patrik tendria… unos diez anos, si no recuerdo mal.

– Ah, pues entonces quiza deberiamos ocupar sus puestos con gente con la que Patrik haya tenido relacion durante los ultimos veintisiete anos, ?no? -pregunto Erica, conteniendo el impulso de entrechocar la mano con la de su hermana.

– Si, bueno, vosotras haceis lo que os da la gana de todos modos -protesto Kristina enojada, consciente de que podia dar por perdido aquel punto de la agenda. Pero, ?ay del que se rinde! De modo que, visiblemente asqueada, tomo otro sorbo de te y, con la mirada clavada en Erica, se preparo para lanzar la gran ofensiva-: Al menos espero que la dama de honor sea Lotta.

Erica miro a Anna con desesperacion. Aquel era un ataque inesperado contra sus planes. Ni siquiera habia considerado la posibilidad de que la hermana de Patrik fuese dama de honor. Logicamente, ella le habia reservado ese papel a Anna. Guardo silencio un instante, sopesando como contraatacar ante la ultima maniobra de Kristina, pero al final resolvio poner las cartas sobre la mesa.

– La dama de honor sera Anna -declaro con serenidad-. Y en cuanto a los demas detalles relacionados con la ceremonia, ya sean cruciales o insignificantes, los mantendremos en secreto y seran una sorpresa el dia de la boda.

Con expresion ofendida, Kristina hizo amago de ir a responder pero, al ver la ferrea mirada de Erica, opto por contenerse y contentarse con murmurar:

– Bueno, yo solo queria ayudar y punto. Pero como quereis prescindir de mi ayuda…

Erica no replico. Simplemente, sonrio y tomo un sorbo de cafe.

Patrik fue durmiendo todo el trayecto hasta Boras. Estaba destrozado despues de lo sucedido las ultimas semanas y tras haber pasado la noche en vela leyendo los documentos de Gradenius. Cuando se desperto, justo a la entrada de la ciudad, tenia un dolor de cuello criminal, pues se habia dormido con la cabeza apoyada en la ventanilla. Con una mueca, empezo a masajearse la zona dolorida mientras sus ojos se habituaban de nuevo a la luz.

– Estaremos alli dentro de cinco minutos -anuncio Martin-. Acabo de hablar con Eva Olsson hace un momento y me ha explicado como llegar. No debemos de andar muy lejos.

– Bien -respondio Patrik parcamente al tiempo que se esforzaba por ordenar sus ideas para la conversacion que tenian por delante. La madre de Rasmus Olsson reacciono con verdadera expectacion cuando la llamaron para preguntarle si podian ir a hablar con ella. «Por fin», les habia dicho. «Por fin hay alguien que quiere escucharme.» Patrik esperaba de todo corazon que la mujer no quedase decepcionada.

Le habia dado a Martin una buena descripcion del camino que debian seguir, de modo que no tardaron en encontrar el bloque de pisos en el que vivia. Cuando llamaron al portero automatico, les abrio enseguida. Tambien en la segunda planta una puerta se abrio en cuanto pusieron los pies en el rellano. Una mujer menuda, de cabello oscuro, los esperaba ansiosa. Una vez hechas las presentaciones, los invito a entrar en la sala de estar. En una mesa cubierta con un mantel de encaje, habia servido cafe, unas tazas muy bonitas que, con toda seguridad, pertenecian a la vajilla fina, unas servilletas diminutas y tenedores de postre. Habia tambien una preciosa jarra llena de leche y un azucarero con unas pinzas de plata. Todo era tan delicado que parecia como de una casita de munecas. Finalmente, en una gran bandeja de porcelana con el mismo dibujo que las tazas se veian cinco clases diferentes de galletas.

– Sientense -les dijo senalando un sofa con un estampado diminuto.

Era un piso muy silencioso. El triple cristal de las ventanas lo aislaba totalmente del ruidoso trafico de fuera y lo unico que se oia era el tictac de un viejo reloj de pared. Patrik reconocio la decoracion en color dorado y la forma del reloj. Su abuela paterna tenia uno igual.

– ?Los dos toman cafe? De lo contrario, tambien tengo te. -Los miro expectante, con un interes tal por complacerlos que a Patrik se le partia el corazon, pues intuia que la mujer no recibia visitas con demasiada frecuencia.

– Si, tomamos cafe, gracias -respondio con una sonrisa. Mientras ella servia las tazas con mucho cuidado, Patrik penso que la senora Olsson tenia un aspecto tan fragil y delicado como su porcelana. No mediria mas de uno sesenta y supuso que tendria entre cincuenta y sesenta anos. No resultaba facil calcularlo, pues tenia un aspecto de sufrimiento atemporal, como si el tiempo en ella se hubiese detenido. Curiosamente, la mujer parecio haberle leido el pensamiento y explico sin que le preguntaran:

– Pronto hara tres anos y medio que murio Rasmus.

Busco con los ojos las fotos dispuestas en el gran escritorio antiguo que adornaba una de las paredes de la sala de estar. Patrik la siguio tambien con la mirada y enseguida reconocio al hombre de las instantaneas que le habia entregado Gradenius, aunque esas fotografias no guardaban mucha similitud con las que la mujer tenia en su casa.

– ?Podria probar una galleta? -pregunto Martin.

Eva Olsson asintio y aparto la vista de las fotos.

– Claro, por favor, sirvanse lo que quieran.

Martin cogio una de las galletas y la puso en el plato de postre que tenia delante. Miro inquisitivo a Patrik, que respiro hondo, como para hacer acopio de la fuerza necesaria.

– Bueno… como le dijimos por telefono, hemos empezado a investigar mas a fondo la muerte de Rasmus - comenzo.

– Si, ya veo -respondio Eva con un destello en sus tristes ojos-. Lo que no entiendo es que sea la policia de… Tanumshede, ?no?, la que investigue su muerte. ?No tendria que hacerlo la de Boras?

– Si, bueno, formalmente, asi tendria que ser. Pero la investigacion se archivo aqui en Boras, y en nuestro distrito tenemos un caso que presenta ciertas coincidencias.

– ?Otro caso? -pregunto Eva tan desconcertada que se quedo con la taza a medio camino hacia la boca.

– Si, no puedo entrar en detalles por el momento -se apresuro a explicar Patrik-. Pero nos seria de gran ayuda que pudiera contarnos todo lo sucedido en torno a la muerte de Rasmus.

– Aja… -dijo la mujer en tono vacilante.

Patrik comprendia que, por mucho que se alegrase de que ahora volvieran a investigar el caso, le horrorizaba tener que evocar todos aquellos recuerdos. Le concedio unos minutos para que ordenase sus ideas y aguardo pacientemente. Al cabo de un rato, la mujer comenzo a hablar con voz temblorosa.

– Fue hace tres anos, el 2 de octubre, bueno, hace casi tres anos y medio… Rasmus… En fin, vivia conmigo. No acababa de arreglarselas solo para llevar su casa, asi que vivia conmigo. Acudia a su trabajo a diario. Salia a las ocho en punto todas las mananas. Llevaba ocho anos trabajando en el mismo establecimiento, y le gustaba mucho. Eran tan amables con el… -Eva sonrio ante aquel recuerdo-. Solia llegar a casa sobre las tres. Jamas se retraso mas de diez minutos. Nunca. Asi que… -En este punto, se le quebro la voz, pero se sereno enseguida y pudo continuar-. Asi que, cuando dieron las tres y cuarto, luego las tres y media, y, finalmente, las cuatro… Supe que algo no iba bien. Que habia sucedido algo. Y llame a la policia de inmediato. Pero ellos, bueno, no quisieron escucharme. Me dijeron que no tardaria en volver a casa, que, como adulto que era, no podian emitir la orden de busqueda tan pronto, «con indicios tan poco solidos». Eso dijeron exactamente, «con indicios tan poco solidos». Yo creo que no hay indicios mas solidos que la intuicion de una madre, pero claro, yo que se… -se interrumpio y exhibio una palida sonrisa.

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