– Vale, es bastante dificil. Y pesado. Y, ante todo, es toda una empresa mantener a tu madre en su sitio. Pero te aseguro que tambien es muy divertido.

– Bueno, vale -respondio Patrik, sintiendose menos culpable.

Cuando salieron de la iglesia, el atardecer habia dado paso a la noche. Recorrieron despacio el mismo camino de regreso a casa, bajando por Langbacken, en direccion a Salvik. Ambos habian disfrutado del paseo y de la charla, pero querian llegar a casa antes de que Maja se durmiera.

Por primera vez en mucho tiempo, Patrik tuvo la sensacion de que la vida era algo bueno. Por suerte, existian aspectos que compensaban el mal. Y que transmitian la luz y la energia suficientes para seguir adelante.

Detras de ellos, la oscuridad se cernia sobre Fjallbacka. Por encima del pueblo se veia la iglesia. Vigilante. Protectora.

Mellberg daba vueltas por su pequeno piso de Tanumshede con el frenesi de un demente. Una vez hecho, podia pensarse que habia sido una locura invitar a cenar a Rose-Marie con tan poco tiempo para prepararlo todo, pero tenia tantas ganas… De oir su voz, de hablar con ella, de que le contase como le habia ido la jornada, de saber en que pensaba. Asi que la llamo. Y se oyo a si mismo preguntarle si no querria ir a cenar a su casa.

De modo que ahora se hallaba en un verdadero aprieto. Salio corriendo de la comisaria hacia las cinco y, sin saber que hacer, se fue al supermercado Konsum. Se le quedo la mente en blanco. Ni un solo plato se dignaba asomar a su cabeza y, teniendo en cuenta lo limitados que eran sus conocimientos de cocina, quiza no fuese tan extrano. Mellberg contaba con la cantidad suficiente de instinto de supervivencia como para comprender que no debia apostar por ningun plato de alta cocina; tocaba mas bien un plato medio preparado. Recorrio indefenso los pasillos hasta que la encantadora Mona, empleada del supermercado, se le acerco y le pregunto si buscaba algo concreto. Mellberg le expuso abruptamente su dilema y la mujer lo guio sin prisas hasta la seccion de preparados de carne y charcuteria. Tras decidirse por un pollo asado, Mona le ayudo a localizar las patatas con mahonesa, verduras para una ensalada, pan recien hecho y helado Carte d'Or para el postre. Quiza no fuese un menu propio de un gourmet, pero desde luego era algo que ni siquiera el podia malograr. Una vez en casa, se entrego como un loco a crear de nuevo el orden que el viernes anterior, sin ir mas lejos, habia reinado alli, y ahora intentaba colocarlo todo del modo mas vistoso posible. Sin embargo, aquella empresa resulto ser un reto mucho mayor de lo que esperaba. Con las manos llenas de grasa, miro irritado el pollo, que parecia mirarlo burlon desde la bandeja, lo cual no dejaba de ser una proeza, puesto que al animal le habian arrancado la cabeza hacia mucho tiempo.

– ?Como cono…? -vocifero tirando un poco del ala del animal. ?Como iba a conseguir que aquello tuviese un aspecto apetitoso en la bandeja? Ademas, el condenado pollo se le resbalaba como una anguila. Finalmente, se canso de esforzarse por conseguir una buena presentacion y sirvio una pechuga y un muslo para cada uno. Asi tendria que valer. Luego cogio una buena porcion de patatas con mahonesa y la coloco al lado, antes de ponerse manos a la obra con la ensalada. Cortar pepino y tomate era algo que dominaba, desde luego. No puso la ensalada en los platos, sino en una gran fuente de plastico. Era roja y estaba algo estropeada, pero su vajilla era limitada. Y, de todos modos, lo mas importante era el vino. Descorcho una botella de tinto y la coloco en la mesa. Por si acaso, tenia dos mas en la despensa. No pensaba dejar nada al azar. Tonight's the night, se dijo silbando complacido. Rose-Marie no podria reprocharle que no se hubiese esforzado. Jamas se habia esforzado tanto por una mujer. Nunca. Ni siquiera sumando todos los esfuerzos de su vida.

El ultimo detalle que faltaba, para completar el ambiente, era la musica. Su coleccion podia calificarse de escualida, pero al menos tenia un CD con lo mejor de Sinatra. Lo habia comprado barato en la estacion de servicio de Statoil. En el ultimo minuto, se acordo tambien de encender las velas, luego dio un paso atras y admiro su creacion. Mellberg estaba extremadamente satisfecho consigo mismo. Nadie podria decir que no era un hacha para el romanticismo.

Acababa de cambiarse de camisa cuando llamaron a la puerta. Rose-Marie llegaba con diez minutos de antelacion, constato mirando el reloj, y se apresuro a meterse el faldon de la camisa por la cintura del pantalon.

– Joder, joder -mascullo entre dientes cuando se le cayo el peluquin y, mientras el timbre volvia a sonar, Mellberg se apresuro a entrar en el cuarto de bano para colocarselo. Tenia muchisima pericia, de modo que en un santiamen se habia vuelto a cubrir la calva con esmero. Tras una ultima ojeada al espejo, constato que tenia un aspecto de lo mas elegante.

A juzgar por la admiracion que reflejaba la mirada de Rose-Marie cuando Mellberg abrio la puerta, ella era de la misma opinion. El, por su parte, se quedo sin respiracion al verla. Llevaba un esplendoroso vestido rojo y una gruesa gargantilla de oro como unico adorno. Cuando cogio su abrigo, noto el aroma de su perfume y cerro los ojos un instante. No comprendia que tenia aquella mujer que tanto lo alteraba. Sintio que le temblaban las manos mientras le colgaba el abrigo en la percha, y se obligo a respirar hondo varias veces para serenarse. No podia comportarse como un adolescente nervioso.

La conversacion fluyo sin dificultad durante la cena. Los ojos de Rose-Marie brillaban al resplandor de las velas y Mellberg le conto un sinfin de anecdotas de su carrera policial, animado por el ostensible entusiasmo de su dama. Una vez consumidas las dos botellas de vino y ya ingeridos tanto el unico plato como el postre, pasaron al sofa de la sala de estar para tomarse el cafe con un conac. Mellberg sentia la tension en el aire y estaba cada vez mas convencido de que, aquella noche, la cosa se dispararia. Rose-Marie lo miraba de un modo que solo podia significar una cosa. Sin embargo, no queria correr ningun riesgo lanzandose a la carga en el momento equivocado. Bien sabia el lo sensibles que eran las mujeres a la oportunidad del momento. Al final, no pudo contenerse mas. Miro fijamente el centelleo de los ojos de Rose-Marie, tomo un buen trago de conac y se lanzo sobre ella.

Y si, vaya si la cosa se disparo… Mellberg llego a creer en algun momento que se habia muerto y que estaba en el cielo. Ya entrada la noche, se durmio con una sonrisa en los labios y se abandono a una hermosa ensonacion con Rose-Marie como protagonista. Por primera vez en su vida, Mellberg era feliz en los brazos de una mujer. Se dio media vuelta y se puso a roncar. En la oscuridad, a su lado, yacia Rose-Marie mirando al techo. Ella tambien sonreia.

– ?Que cojones es esto? -bramo Mellberg al entrar en la comisaria hacia las diez de la manana. No es que fuera un gran madrugador en condiciones normales, pero aquella manana parecia mas cansado que de costumbre-. ?Lo habeis visto? -pregunto agitando un periodico. Paso como un rayo por delante de Annika y entro en tromba en el despacho de Patrik sin llamar a la puerta.

Annika estiro el cuello para tener algo de perspectiva de lo que ocurria, pero solo oyo maldiciones sueltas procedentes del despacho de Patrik.

– ?Cual es el problema? -pregunto Patrik tranquilamente, cuando Mellberg dejo por fin de soltar improperios. Le indico a su jefe que se sentara. Mellberg parecia a punto de sufrir un infarto en cualquier momento y aunque Patrik, en momentos de debilidad, deseaba que Mellberg perdiera la vida, no queria, en el fondo, que este cayese muerto en su despacho.

– ?Has visto esto? Esos mierdas… -Mellberg estaba tan enfadado que no era capaz de pronunciar palabra y, simplemente, estampo el periodico en la mesa de Patrik. Sin saber lo que contenia el diario, pero lleno de malos presentimientos, Patrik le dio la vuelta para leer lo que decia la primera pagina. Cuando vio los titulares en negro, el mismo sintio crecer la ira en su pecho.

– ?Que cojones! -estallo Patrik.

Mellberg asintio y se desplomo en la silla, enfrente de Patrik.

– ?De donde demonios han sacado esto? -le pregunto agitando el tambien el periodico.

– No lo se -respondio Mellberg-. Pero cuando pille a ese hijo de perra…

– ?Que mas dice? A ver, dejame que vea las paginas centrales. -Patrik hojeo nervioso las paginas y leyo cada vez mas iracundo-. Menudos… menudos hijos de perra.

– Si, una institucion fenomenal, el tercer poder estatal -ironizo Mellberg meneando la cabeza.

– Esto tiene que verlo Martin -dijo Patrik poniendose de pie. Se asomo al pasillo, llamo al colega y volvio a sentarse.

Unos segundos mas tarde llego Martin.

– ?Si? -pregunto sorprendido. Sin decir una palabra, Patrik le mostro el diario.

Martin leyo en voz alta:

– «?Exclusiva! Hoy, seleccion de fragmentos del diario de la victima. ?Reconocio la joven a su asesino?» -

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