los demas miembros de la comunidad para ver si se habia producido una especie de cisma o algo asi, que hubiese podido culminar en el asesinato de Elsa, pero el resultado fue cero.

– Si quisieramos hablar con alguien que hubiese tenido una relacion cercana con Elsa… ?quien se os ocurre? -Martin tenia el boligrafo preparado para anotar el nombre.

– Sin duda, el sacerdote. Silvio Mancini. El si es del sur de Europa -dijo Gerda guinandole un ojo a Martin, que se sonrojo en el acto.

– Por lo que deduje de vuestra consulta, tambien la victima de Tanumshede presentaba indicios de haber estado atada, ?no es cierto? -Rickard le dirigio la pregunta a Patrik.

– Asi es. Nuestro forense hallo huellas de una cuerda en los brazos y en las munecas. Si no me equivoco, fue una de las razones que os inclinaron a considerar la muerte de Elsa como un asesinato, ?verdad?

– Si. -Gerda saco una fotografia que les paso a Patrik y a Martin por la mesa. Ambos la observaron unos segundos y constataron que, en efecto, las marcas de la cuerda se apreciaban con total claridad. Patrik reconocio ademas los extranos moratones alrededor de la boca-. ?Detectasteis residuos de pegamento? -le pregunto a Gerda.

– Si, el pegamento procedente de cinta adhesiva marron normal y corriente. -Gerda carraspeo un poco-. Comprendereis que nos interesa mucho conocer la informacion de que disponeis sobre los demas casos. A cambio, claro esta, os facilitaremos todo lo que tenemos nosotros. Se que, en ocasiones, se da un alto grado de rivalidad entre los distritos policiales, pero nosotros deseamos sinceramente iniciar una buena colaboracion con canales abiertos entre nosotros. -No lo dijo como una suplica, sino como una fria constatacion. Patrik asintio sin la menor vacilacion.

– Por supuesto. Necesitamos toda la ayuda que nos podais prestar. Igual que vosotros. De modo que lo mas logico es que nos faciliteis copias de vuestro material y viceversa. Ademas de mantenernos en contacto por telefono.

– Bien -dijo Gerda.

A Patrik no le paso inadvertida la admiracion que reflejaba la mirada que Rickard dirigio a su mujer. El respeto de Patrik por Rickard Svensson aumento enseguida. Era preciso ser un hombre de verdad para saber apreciar a tu mujer, cuando esta habia ascendido mas alto que tu en el escalafon.

– ?Sabeis donde podemos localizar a Silvio Mancini? -pregunto Martin cuando ya se levantaban para despedirse.

– La comunidad catolica tiene un local en el centro -Konrad les anoto la direccion en un bloc, arranco la hoja y se la dio a Martin antes de explicarles como llegar.

– Cuando hayais hablado con Silvio, podeis pasar por aqui a recoger el paquete con las copias de todo el material -sugirio Gerda mientras le estrechaba la mano a Patrik-. Dare orden de que las hagan ahora mismo.

– Muchas gracias por la ayuda -dijo Patrik con sinceridad. Tal y como Gerda habia mencionado, la colaboracion entre los distritos no siempre era el punto fuerte de la policia, y se sentia muy satisfecho de que en el caso de aquella investigacion ocurriese justo lo contrario.

– No piensas dejarte ya de tonterias?

Jonna cerro los ojos. La voz de su madre sonaba siempre tan dura y tan acusadora por telefono…

– Tu padre y yo hemos estado hablando y pensamos que es una irresponsabilidad inaudita por tu parte malgastar tu vida de ese modo. Ademas, tenemos que mirar por nuestra reputacion en el hospital. Debes comprender que no eres tu sola la que hace el ridiculo, ?nosotros tambien!

– Ya sabia yo que algo tendria que ver esto con el hospital -murmuro Jonna.

– ?Que dices? Tienes que hablar un poco mas alto, Jonna, no oigo lo que dices. Ya tienes diecinueve anos, deberias haber aprendido a expresarte bien a estas alturas. Y te dire que los ultimos articulos que publicaron los diarios no nos han gustado lo mas minimo. La gente empieza a preguntarse que clase de padres somos. Y debes saber que hemos hecho lo que hemos podido. Pero tu padre y yo tenemos una mision importante que cumplir y tu ya eres mayor, Jonna, lo bastante para comprenderlo y para demostrar un poco de respeto por lo que hacemos. ?Sabes? Ayer opere a un nino ruso que sufria un grave fallo cardiaco. En su pais no podia recibir la atencion quirurgica que necesitaba, pero ?yo le ayude! Le ayude a sobrevivir, a vivir una vida digna. En mi opinion, deberias mostrarte un poco mas humilde ante la vida, Jonna. Tu has vivido una existencia sin problemas. ?Te hemos negado algo alguna vez? Siempre has tenido ropa, techo y comida. Piensa en todos los ninos que no lo han pasado ni la mitad de bien que tu, ?que digo la mitad?, ni una decima parte. A ellos les habria gustado estar en tu pellejo. Y, desde luego, a ellos no se les han ocurrido esas tonterias de autolesionarse y cosas de esas. ?Sabes? Yo creo que eres una egoista, Jonna, y que ya es hora de que madures. Tu padre y yo pensamos…

Jonna colgo el auricular y se desplomo hasta quedar sentada en el suelo, con la espalda apoyada en la pared. La ansiedad crecia sin cesar hasta que sintio como si quisiera subir y salirle por la garganta. Lleno cada milimetro de su cuerpo, como si fuera a estallarle dentro. La sensacion de no tener adonde ir, ningun lugar al que huir, se adueno de ella como en tantas ocasiones anteriores y, con mano temblorosa, fue a sacar la cuchilla que siempre llevaba en el monedero. Los dedos le temblaban de forma tan incontrolada que se le cayo al suelo. Lanzo una maldicion y trato de recuperarla. Se corto los dedos varias veces pero, tras unos cuantos intentos, lo consiguio y se la llevo despacio hacia la cara interior del brazo derecho. Fijo la vista en la cuchilla con la maxima concentracion mientras la hundia en la piel escoriada, cubierta de cicatrices, que parecia un paisaje lunar de carne rosa en algunas zonas y blanca en otras, surcada por pequenos rios de color rojo. Cuando empezaron a brotar las primeras gotas de sangre, sintio que la angustia cedia. Apreto mas fuerte y el hilillo rojo se convirtio en una corriente bombeante. Jonna la observo con una expresion de alivio. Levanto la cuchilla otra vez y dibujo otro rio entre las cicatrices. Luego, alzo la cabeza y le sonrio a la camara. Casi parecia feliz.

– Hola, buscamos a Silvio Mancini -dijo Patrik sosteniendo la placa a la vista de la mujer que les abrio la puerta. Ella se hizo a un lado y grito hacia el interior del local: -?Silvio! Esta aqui la policia.

Un hombre de pelo cano que vestia vaqueros y un jersey se les acerco por el pasillo y Patrik acerto a constatar que, en su subconsciente, se habia imaginado que apareceria con el uniforme completo de cura, en lugar de con ropa normal. La parte logica de su yo se dijo que el sacerdote no podia llevar la sotana a todas horas, pero a el le llevo unos segundos reajustar sus expectativas.

– Patrik Hedstrom y Martin Molin -saludo Patrik senalando a su colega. El sacerdote asintio y los invito a sentarse en un pequeno tresillo. No era un local muy amplio, pero si muy cuidado y profusamente adornado con todos los atributos que Patrik, como profano, asociaba al catolicismo: imagenes de la Virgen Maria y un gran crucifijo, por ejemplo. La senora que les habia abierto la puerta aparecio con una bandeja de cafe y galletas. Silvio le dio las gracias amablemente, pero ella respondio solo con una sonrisa y se retiro enseguida. Silvio dirigio su atencion hacia los dos policias y pregunto en un sueco correcto, aunque con inconfundible acento italiano:

– Bien, ?que puedo hacer por la policia?

– Querriamos hacerle algunas preguntas sobre Elsa Forsell.

Silvio exhalo un suspiro.

– Ya, bueno, yo tenia la esperanza de que, tarde o temprano, la policia encontraria algo con lo que seguir investigando. Aunque creo en el fuego del infierno como en una realidad tangible, prefiero que los asesinos reciban su castigo ya en esta vida. -El sacerdote exhibio una sonrisa con la que consiguio expresar humor y empatia a un tiempo. Patrik experimento la sensacion de que el y Elsa habian sido muy buenos amigos, impresion que el propio Silvio confirmo con su siguiente comentario-: Elsa fue una buena amiga durante muchos, muchos anos. Participaba con asiduidad en las actividades de la comunidad y yo era, ademas, su confesor.

– ?Nacio en el seno de una familia catolica?

– No, en absoluto -rio Silvio-. Pocas lo son en Suecia, a menos que hayan venido de un pais catolico. Pero Elsa asistio a uno de nuestros servicios religiosos y, bueno, yo creo que encontro lo que buscaba. Elsa era… -Silvio dudo un instante-. Elsa era una especie de alma destrozada. Buscaba algo y lo hallo entre nosotros.

– ?Y que era lo que buscaba? -pregunto Patrik observando al hombre que tenia enfrente. Todo en aquel sacerdote confirmaba que era un hombre bueno, un hombre que irradiaba serenidad, que transmitia paz. Un autentico hombre de Dios.

Silvio guardo silencio un buen rato antes de responder. Parecia querer medir muy bien sus palabras, pero al final miro a Patrik fijamente y declaro:

– Perdon.

– ?Perdon? -repitio Martin extranado.

– Perdon -reitero Silvio con calma-. Lo que todos buscamos, la mayoria sin ser conscientes de ello. Perdon

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