por nuestros pecados, por nuestras debilidades, por nuestras faltas y nuestros errores. Perdon por cosas que hemos hecho… y por cosas que hemos dejado de hacer.

– ?Y cual era el motivo de Elsa para buscar el perdon? -pregunto Patrik tranquilo, observando atentamente al sacerdote. Por un instante, creyo que Silvio estaba a punto de ir a contarles algo, pero luego bajo la vista y dijo:

– La confesion es sagrada. Y, ademas, ?eso que importa? Todos tenemos algo por lo que ser perdonados.

Patrik tuvo la sensacion de que habia algo mas detras de aquellas palabras, pero sabia lo suficiente acerca del voto de silencio de un confesor como para no seguir presionando al sacerdote.

– ?Durante cuantos anos fue Elsa miembro de esta comunidad? -pregunto cambiando de asunto.

– Dieciocho anos -respondio Silvio-. Ya digo, nos hicimos muy buenos amigos.

– ?Sabe si Elsa tenia enemigos? ?Alguien que deseara su muerte?

Una vez mas advirtio la misma vacilacion en el cura, quien, finalmente, nego con la cabeza.

– No, no conozco a nadie que le deseara ningun mal. Aparte de nosotros, Elsa no tenia ni amigos ni enemigos. Nosotros eramos su familia.

– ?Es eso algo habitual? -se intereso Martin, incapaz de impedir que en su voz resonara el escepticismo.

– Ya se lo que piensa -repuso sin alterarse el hombre de cabellos plateados-. No, no tenemos normas ni restricciones de ese tipo para nuestros fieles. La mayoria tienen familia y otros amigos fuera de la parroquia. Somos como cualquier otra comunidad cristiana. Pero en el caso concreto de Elsa… bueno, ella solo nos tenia a nosotros.

– El modo en que murio… -comenzo Patrik-. Sabe que alguien la obligo a ingerir una gran cantidad de alcohol. ?Como era su relacion con la bebida?

De nuevo creyo advertir Patrik una ligera vacilacion, como si el sacerdote reprimiese su voluntad de hablar. Sin embargo, respondio riendose:

– Pues yo diria que Elsa era, a ese respecto, como la mayoria de la gente. Se tomaba una o dos copas de vino algunos sabados, pero sin excesos. Si, diria que su relacion con la bebida era bastante normal. Ademas, yo le ensene a apreciar los vinos italianos, incluso organizamos alguna que otra tarde de cata aqui en el local. Tuvieron mucho exito.

Patrik enarco una ceja. Aquel cura catolico lo tenia muy sorprendido, desde luego.

Despues de haber reflexionado un instante, por si se les habia quedado alguna pregunta en el tintero, Patrik dejo su tarjeta de visita sobre la mesa.

– Si recuerda algun detalle, no dude en llamarnos, por favor.

– Tanumshede -leyo Silvio en la tarjeta-. ?Donde queda eso?

– En la costa oeste -respondio Patrik poniendose de pie-. Entre Stromstad y Uddevalla, mas o menos.

Totalmente perplejo, observo que Silvio palidecia por completo. Durante un segundo, lo vio tan blanco como a Martin durante el viaje en coche del dia anterior. Pero el sacerdote se recupero enseguida y asintio sin pronunciar palabra. Patrik y Martin se despidieron un tanto desconcertados. Ambos con la sensacion de que Silvio Mancini sabia mucho mas de lo que les habia confiado.

La expectacion se mascaba en el ambiente. Todos estaban ansiosos por oir lo que Patrik y Martin habian conseguido averiguar durante su excursion aquel fin de semana. Patrik se fue derecho a la comisaria en cuanto llegaron de Nykoping y dedico un par de horas a preparar la reunion. De ahi que las paredes de su despacho estuvieran plagadas de fotos y papeles, notas, dibujos y flechas por todas partes. Parecia caotico, pero ya se encargaria el de poner orden en aquel jaleo.

No quedo mucho espacio libre en su despacho cuando todos hubieron tomado asiento, pero Patrik no quiso colocar el material en ningun otro lugar, de modo que tendrian que arreglarse. Martin llego el primero y se sento al fondo. Luego llegaron Annika, Gosta, Hanna y Mellberg, por ese orden. Nadie dijo ni una palabra, sino que se dedicaron a mirar con interes el material fijado a las paredes. Todos trataban de hallar el hilo conductor, la guia que los llevaria hasta el asesino.

– Como ya sabeis, Martin y yo hemos estado este fin de semana en Lund y en Nykoping. Las dos comisarias se habian puesto en contacto con nosotros, pues tenian casos cuyas caracteristicas coincidian con las de las muertes de Marit Kaspersen y Rasmus Olsson. La victima de Lund -se dio la vuelta para senalar una fotografia de la pared- se llamaba Borje Knudsen. Tenia cincuenta y dos anos, alcoholico recalcitrante, encontraron su cadaver en su piso. Para entonces llevaba alli tanto tiempo que, por desgracia, no lograron encontrar indicios de lesiones fisicas como las que hemos documentado en las demas victimas. Sin embargo… -Patrik hizo aqui una pausa y dio un trago del vaso de agua que tenia en la mesa-. Sin embargo, si que tenia esto en la mano -anadio senalando lo que habia en la pared, junto a la foto: la funda de plastico con la pagina del cuento.

Mellberg levanto la mano.

– ?Tenemos respuesta del laboratorio sobre si habia huellas dactilares en las paginas que encontramos en los casos de Marit y Rasmus?

A Patrik lo sorprendio el hecho de que su jefe anduviese tan alerta.

– Si, nos llego la respuesta, y nos han devuelto las paginas -asintio senalando las paginas que habia junto a las fotos de Marit y Rasmus-. Pero, por desgracia, no hallaron huellas dactilares. La pagina encontrada en la mano de Borje esta sin analizar, asi que saldra para el laboratorio hoy mismo. Si lo esta, en cambio, la que descubrieron en Elsa Forsell, la victima de Nykoping. El analisis se llevo a cabo durante la investigacion inicial, con resultado negativo.

Mellberg asintio, dando a entender que quedaba satisfecho con la respuesta, y Patrik continuo.

– El caso de Borje se clasifico como un accidente, sencillamente pensaban que habia muerto de una borrachera. En el caso de Elsa, en cambio, los colegas de Nykoping investigaron su muerte como un asesinato, aunque nunca dieron con el asesino.

– ?Tenian muchos sospechosos? -pregunto Hanna. Parecia serena, concentrada y estaba un tanto palida. Patrik se pregunto preocupado si no estaria incubando alguna enfermedad: no podia permitirse el lujo de perder personal en aquella situacion.

– No, no habia ningun sospechoso. Las unicas personas con las que parecia relacionarse eran los miembros de su comunidad catolica y, segun parece, ninguno de ellos tenia problemas con ella. Al igual que la victima de Lund, tambien a ella la asesinaron en su piso. -Senalo la foto que habian tomado del lugar del crimen-. Y, oculto entre las paginas de la Biblia que tenia en la mano, estaba esto. -Senalo entonces la pagina del cuento de Hansel y Gretel.

– Pero ?que clase de loco de mierda es? -pregunto Gosta incredulo- ?Que cono tiene que ver el cuento con todo esto?

– No lo se, pero me huelo que es la clave de esta investigacion -respondio Patrik.

– Esperemos que la prensa no se entere de esto -mascullo Gosta-. De lo contrario, tendremos al «asesino de Hansel y Gretel», con esa aficion que tienen por bautizar a los asesinos…

– Ya, bueno, no tengo que recordaros lo importante que es que nada de esto llegue a oidos de la prensa - recalco Patrik, que tuvo que contenerse para no mirar a Mellberg. Pese a ser el jefe, siempre constituia una carta dudosa. Pero incluso el parecia haber recibido su racion de atencion mediatica las ultimas semanas, porque asintio conforme.

– ?Tenemos algun dato, o alguna intuicion, de cuales serian los puntos de contacto entre los asesinatos? - pregunto Hanna.

Patrik miro a Martin, que fue quien respondio:

– No, por desgracia, volvemos al punto cero. Borje no era precisamente abstemio, y Elsa parecia tener una relacion normal con la bebida, ni abstemia radical ni consumo exagerado.

– De modo que no tenemos ni idea de cual es la conexion entre los asesinatos -concluyo Hanna con gesto preocupado.

Patrik dejo escapar un suspiro y abarco con una mirada todo el material que habia fijado en las paredes.

– No -dijo finalmente-. Lo unico que sabemos es que, con toda probabilidad, el asesino es el mismo en los cuatro casos. Por lo demas, no existe un solo punto de contacto entre ellos. Nada hay que nos indique que Elsa y Borje guarden relacion alguna con Marit y Rasmus ni con las ciudades en las que vivian. Aunque, como es natural, tendremos que emprender otra ronda de interrogatorios con los parientes de Marit y Rasmus para ver si les suenan los nombres de Borje y de Elsa, o si saben si alguno de los dos vivio en Lund o en Nykoping. En estos

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