Sammy nego con la cabeza.
– ?Inmigrante?
– No, sueco de pura cepa, Mattias Andersson. Vive con su madre en Svartbacken.
– ?Que te hace pensar que sea el arma asesina?
– Hay sangre de John en la hoja y el mango -lo informo Sammy-. Bohlin vio las manchas, pidio un analisis y coincidio con la sangre de John.
– ?Bohlin, de la Brigada Juvenil?
– El mismo.
– Bien hecho -dijo Ottosson-. ?Que ha dicho Mattias?
– Esta de camino -respondio Sammy.
Le lanzo una mirada a Lindell y ella creyo ver una expresion de triunfo en su rostro, pero al momento se persuadio de que se habia equivocado. En ese mismo instante sono el movil de Sammy. Respondio, escucho y finalizo la llamada con un «vale».
– Estan llegando -dijo, y dio un paso hacia la puerta, pero se volvio y miro a Lindell.
– ?Quieres venir?
– ?Adonde?
– Al interrogatorio con Mattias.
– Tengo a la criatura conmigo -dijo, y senalo con la cabeza. Ahora por primera vez Sammy descubrio el cochecito.
– Dejalo aqui-propuso Ottosson.
22
Vincent se desperto a las cuatro y media. Vivian le habia preparado una cama en el cuarto de costura y el se tumbo un rato contemplando la maquina de coser, las hileras de bobinas de hilo que estaban alineadas en la estanteria en matices decrecientes, la mesa de corte colocada junto a la pared. Sobre la mesa habia una tela negra drapeada.
El dolor de cabeza, que durante toda la noche habia ido y venido en oleadas, ahora habia desaparecido, pero se sentia pesado. La cunada le habia limpiado la herida de la frente.
– Tu eres la unica que me acoge -dijo, y Vivian se enternecio con sus palabras y su triste semblante.
Salio al recibidor. El periodico se encontraba enganchado en la ranura del buzon y tiro de el con cuidado. Lo encontro en la pagina 3. Vincent Hahn era descrito como «imprevisible» y «perturbado mental». La mujer de cuarenta y dos anos no habia sufrido danos fisicos, pero estaba conmocionada. La policia estaba interesada en la posible colaboracion ciudadana.
Guardo el periodico en el fondo de la bolsa de basura. El dormitorio de la cunada lindaba con la cocina y se movio con sumo cuidado. Recordo lo grunona que era por las mananas y supuso que no habria cambiado. No habian dormido bajo el mismo techo desde hacia mas de veinte anos.
Puso a hervir el agua del te e intento ordenar sus pensamientos. Seguramente la policia tendria su apartamento vigilado. A lo mejor podria quedarse en casa de Vivian una noche, como mucho dos. Luego ella empezaria a refunfunar. Debia trazar un plan. Bernt, con quien solia hablar en el bingo, quiza pudiera ayudarlo. Antes de nada, tenia que conseguir dinero.
Si Gunilla Karlsson creia que se habia escapado estaba muy equivocada. A Vincent Hahn se le podia enganar una vez, pero no dos. La jodida bruja probaria su propia medicina. Cuanto mas pensaba en los acontecimientos de la noche anterior mas crecia su determinacion. Se vengaria. La castigaria con creces.
A las seis y media Vivian entro en la cocina arrastrando los pies. Parecia que hubiera olvidado que el cunado estaba ahi, pues durante unos segundos lo miro fijamente como si no comprendiera. Vincent no dijo nada, sino que enfrento su mirada.
– ?Como estas? -pregunto al rato, pero no espero respuesta alguna, sino que se fue directa al cuarto de bano. Vincent oyo como orinaba y despues como corria el agua de la ducha.
– ?Cuanto tiempo vas a quedarte? -quiso saber al regresar envuelta en una toalla.
Vincent seguia sentado a la mesa. El dolor de cabeza habia regresado. La cunada se lo ponia facil. No tuvo que ser el quien sacara el tema.
– Una noche o dos -respondio-. Tengo miedo a estar solo. Si es posible, claro.
Le sorprendia su tono suave. Nunca antes lo habia oido con esa suavidad.
– Si, puedes -dijo ella.
Salio de la cocina y Vincent se relajo por primera vez desde el dia anterior. Oyo como abria los cajones de la comoda y el armario. «?Por que no tiene otro hombre?», penso.
– ?Has cogido el periodico?
– No, no sabia que lo tuvieras.
– Hay un desorden de cojones -protesto ella con un tono inesperadamente afilado.
– Creo que me voy a echar un rato -dijo el-. Me he despertado muy temprano y el dolor de cabeza no se ha ido.
Vincent Hahn se sentia casi sosegado. Era como si su cunada y el fueran una pareja, o por lo menos dos buenos amigos que charlaban un rato por la manana.
– Te puedo pagar los gastos.
– Estas loco -dijo Vivian, que habia regresado a la cocina-. Ahora acuestate, yo voy a desayunar.
Vincent se retiro al cuarto de costura. Vivian saco yogur y copos de avena. A falta del periodico matinal cogio una antigua revista del cesto y encendio al mismo tiempo la radio del alfeizar de la ventana.
23
La investigacion sobre Vincent Hahn se intensifico por la manana. Habian encontrado su apartamento ocasional en Bergslagsresan durante la noche y Fredriksson entro junto con cuatro policias de la Unidad de Intervencion. Como era de esperar, estaba vacio.
El apartamento, de dos habitaciones, daba impresion de desolacion; habia pocos muebles y aun menos pertenencias personales. El telefono estaba cortado. No habia ordenador alguno.
– Lo mas curioso -explico Fredriksson en la reunion matinal- era un maniqui. Yacia en la cama de Hahn con un par de bragas negras. -Fredriksson se ruborizo al hablar de la dama mugrienta.
– ?No habia agenda, cartas o algo? -pregunto Beatrice, que deseaba ayudar al colega en su relato.
– Bueno -dijo Fredriksson, y se pellizco la nariz-, habia tres carpetas con las quejas que Hahn habia escrito durante muchos anos. Iban dirigidas a la diputacion, al ayuntamiento, a autobuses de Uppsala, Sverige Radio y Dios sabe que mas. Al parecer se dedicaba a quejarse de todo y de todos. Tambien tenia archivadas las respuestas. Por lo que pude ver, la mayoria eran escuetas respuestas negativas.
– Seguro que es una celebridad -considero Ottosson.
– La cuestion ahora es saber donde esta -dijo Sammy.
– Sabemos que un coche privado lo recogio en el paso a nivel del tren en Bergsbrunna. El conductor, un tecnico de mantenimiento de Vattenfall, ha llamado esta manana despues de leer el periodico. Lo llevo hasta el hospital, a urgencias.
– ?Cuando?
– Una media hora despues de la agresion de Savja -dijo Fredriksson-. Lo hemos investigado, pero ayer no atendieron a ningun Vincent Hahn. Nos llamaran si aparece.
– ?Eran muy graves las heridas?
– Sangro bastante, pero es dificil determinarlo. El tipo de Vattenfall dijo que tenia todo el rostro ensangrentado, pero que parecia estar bien de la cabeza. Podia moverse sin problemas.
– ?Es aleman? -pregunto Ottosson.
