Ljusnemark lo miro como si estuvieran en medio de una partida de poquer.

– Jugabamos a las cartas. En realidad no lo conocia. Eramos un grupo de tios que nos reuniamos de vez en cuando. Nada de sumas grandes, pero a veces subia un poco la cosa.

– ?Esta prejubilado por incapacitacion?

Ljusnemark asintio con la cabeza.

– Cuarenta y seis anos y completamente acabado -solto Haver.

– Tengo ciatica.

– Pero al parecer aguanta pasar sentado toda la noche jugando al poquer. Cuenteme de cuanto dinero se trataba.

– ?Se refiere a la ultima vez?

– ?Quienes participaron?

– Habia un poco de todo. La gente entraba y salia, pues jugamos bastante tiempo. El tiempo pasa rapido de cojones cuando uno se lo pasa bien. Tambien comimos un poco de pizza.

Ljusnemark callo e intento esbozar una sonrisa.

– No se enrolle.

– Fue hace tiempo. No me acuerdo bien.

– Oiga -dijo Haver cortante-, hay datos que le relacionan con un arma que con toda probabilidad se utilizo en el asesinato de Johny.

– ?Que?

– ?Quienes estaban en la partida? ?De cuanto dinero se trataba?

– ?Que arma? Nunca he tenido ningun arma.

Haver permanecia sentado en silencio.

– Deme un respiro -dijo Ljusnemark en ingles, y en ese instante Haver estuvo dispuesto a tenerlo a pan y agua durante veinte anos. Abrio el archivador.

– Estabamos Johny y yo -comenzo Ljusnemark, y luego solto toda la historia, rica en palabras y fluida, con todos los nombres. Haver reconocio un par.

– Usted perdio, ?verdad?

– Cinco, seis mil pavos como mucho. Lo juro. Me vi obligado a dejarlo y Jerry ocupo mi lugar.

– ?Jerry Martin?

Ljusnemark cabeceo afirmativamente. Se retorcio en la silla. Haver lo estudio durante unos segundos.

– Ahora puede irse -dijo.

Ocho nombres. Haver penso que alli, en alguna parte, se encontraba la solucion de la muerte de Johny. Dinero y pasion, ahi hallaria la respuesta a las preguntas. La gente caia por el dinero y el amor traicionado.

Haver se retrepo. ?Hay alguna sociedad donde el dinero no mande? Habia oido hablar de una tribu en Africa sin apenas violencia ni robos, donde no se preocupaban de medir el tiempo. Anoraba ese lugar, pero seguramente esa tribu ya habia sido exterminada. O expulsada a uno de esos guetos en los que sus habitantes desaparecian bajo el alcohol y el sida.

Ocho personas. Haver cogio la lista de nombres y fue a ver a Ottosson.

24

Vincent Hahn se desperto sobresaltado. Ojeo el reloj. Las nueve pasadas. Apenas llevaba dormido un par de minutos cuando comenzo a sonar. En alguna parte se oia la voz de un hombre. Tardo un par de segundos en comprender de que se trataba. Las noticias en la radio.

Encontro a Vivian en la cocina, junto al telefono. Lo miro asustada y comprendio que ella lo sabia.

– Deja el telefono -ordeno, y dio un par de pasos hacia ella.

– Eres como Wolfgang -dijo ella-, mientes y pegas.

– Cierra la boca. No metas en esto a mi hermano.

– ?Por que?

Le quito el auricular. Ella lo dejo hacer. Vio que ella sudaba. En la radio sonaba Evert Taube. Havsornvalsen. Estaba pegado a ella. El vendaje de su cabeza estaba manchado de sangre.

– Era una puta -dijo Vincent en voz baja.

– ?La conocias?

Dio un tiron y arranco el cable del telefono.

– Fuimos a la misma escuela. Ya entonces era una mierda.

– Eso fue hace mucho tiempo, ?no puedes olvidar?

Vivian sabia que a Vincent le habia disgustado la escuela, sufrio acoso y se sintio ignorado. Wolfgang dijo una vez que su hermano era la victima perfecta para el acoso escolar.

– Me acuerdo de todo -respondio, ahora tan bajo que ella apenas pudo entender sus palabras.

Se acerco con el cable entre las manos.

– No dire nada -dijo ella.

– ?A quien pensabas llamar?

– A Nettan. Se va a divorciar y quiere que vaya con ella al abogado.

– ?Quien es esa Nettan de los cojones?

Su enfado llego tan inesperadamente que ella retrocedio y hubiera perdido el equilibrio si el no la hubiera sujetado de los brazos.

– ?Quien es esa Nettan de los cojones, joder?

– Una amiga -susurro-. Me haces dano.

– Joder, joder. Demasiadas sandeces, demasiada mierda.

– Me haces dano -gimio Vivian mientras el la agarraba con mas fuerza. Su aliento desagradable le produjo arcadas-. Es mi mejor amiga -dijo sin fuerzas.

– ?Amiga!

– Te puedes quedar aqui -intento ella-. Necesito compania.

El la solto de inmediato y ella se desplomo, instintivamente se sujeto al banco de la cocina y enderezo el cuerpo. «No llores -penso-. Odio a las mujeres lloronas.»

– Quedarme aqui, ?que quieres decir?

Ella trago y escogio sus palabras con cuidado. Recordo las explosiones de su hermano y sus propias tretas. Con los anos se volvio una experta en manejarlo.

– Estoy sola -dijo, y bajo la vista.

– Sola -repitio Vincent.

– Esa mujer no me importa. Te pego.

– Si, ella me golpeo.

El se detuvo con una expresion meditabunda en el rostro y a Vivian le parecio ver en su gesto una debilidad que hizo que ella, veinte anos atras, se enamorase de su hermano, Wolfgang. Los hermanos Elahn habian heredado de su madre la apariencia suave y un poco infantil, pero tambien los rasgos oscuros del padre, una mezcla que tambien se hacia sentir en su rapido cambio de humor.

– Ella te pego muy fuerte. Si no tuvieras la cabeza tan dura podias haber muerto.

El se dejo caer en la silla. Ella poso su mano sobre su cabeza vendada. «Si por lo menos hubiera muerto. Nadie lo echaria de menos», penso, pero se arrepintio inmediatamente. Que injusto. El era, a pesar de todo, un ser humano.

– ?Quieres un te?

Nego sin fuerza con la cabeza.

– ?Un poco de zumo?

Asintio.

Mezclo un poco de ruibarbo en una jarra y la puso sobre la mesa. Bebio con rapidez unos cuantos tragos. Retorno la expresion de debilidad.

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