– Puede haber sido un encargo -propuso Fritzen-, asesinado por un sicario.
– Es posible -coincidio Beatrice-, pero mientras no tengamos nada mas, sera dificil.
– Vale -le dijo Ottosson-, interrogaremos a Vincent Hahn. No nos costara relacionarlo con Gunilla en Savja y con Vivian en Johannesback. Queda por ver lo que tenga que decir sobre Johny.
32
– Ahora se ha hecho justicia -sostuvo Vincent Hahn con voz clara.
Su voz decidida sorprendio a Beatrice. Se habia esperado un hombre confuso.
– ?Eres consciente de que estas detenido por dos asesinatos, allanamiento, abuso sexual y amenazas?
Vincent no respondio y Beatrice repitio la pregunta.
– Si -indico al fin.
– ?Que quieres decir con que se ha hecho justicia?
– ?No lo entiendes? Ahora puedo estar en paz.
– ?Conocias a John Jonsson?
– Claro -respondio raudo Vincent Hahn-. El pertenecia a la tropa.
– ?Que tropa?
– La tropa de los malvados.
– ?Que te parece que este muerto?
– Bien.
Haver y Beatrice se miraron.
– ?Mataste a John Jonsson?
– Lo apunale.
Vincent trazo un movimiento circular con la mano y un escalofrio recorrio a los dos inspectores.
– ?Puedes describir el cuchillo?
– Un cuchillo. Un cuchillo largo. No tuvo escapatoria. Lo acuchille una y otra vez.
– Describelo con mas detalle.
– Uno capaz de matar.
– ?Aun lo tienes?
Hahn tanteo con las manos por encima de su pernera izquierda.
– No -dijo-. Yo… lo…
– ?Lo tiraste?
– No se. Lo tenia dentro de la chaqueta.
– Cuentanos como te encontraste con John.
– En la plaza Vaksala, fuera de la escuela. Estaba a mi lado. Lo acuchille.
– ?En la plaza?
– No se. En esa plaza no.
Por segunda vez se colo un tono de inseguridad en su voz. Dudo, aparto la mirada de los policias y balanceo el cuerpo antes de proseguir.
– Se reia, se reia burlonamente. Senalaba. Estaba enfadado. Todos estaban enfadados ese dia.
– ?Cuando fue eso?
– Fue… Llevaba un abeto.
– ?Un abeto de Navidad? ?Fue a comprar un abeto a la plaza Vaksala?
– ?Hablasteis?
Las voces de Beatrice y Haver se sobrepusieron.
– John nunca me dijo nada. Solo se burlaba.
– Has dicho que lo acuchillaste. ?Donde lo hiciste?
– Muchas cuchilladas.
– ?Pero donde? ?En la plaza?
– Me perseguia una y otra vez.
– ?Te refieres a cuando ibais a la escuela?
– No era un hombre bueno. El otro tampoco lo era.
– ?Que otro?
– El de la gorra. Hablaba muy alto. No me gusta cuando la gente grita.
– ?El tambien estaba en la plaza?
Hahn asintio con la cabeza.
– ?Como era ese hombre?
– Hablaba en alto y John se burlaba.
– ?Puedes describirlo?
Ola Haver sintio la impaciencia como si fueran gusanos bajo su piel. Beatrice inspiro hondo, y luego, al oir la cinta, sono como un intento desesperado por tomar aire.
– Parecia un militar. Yo me puse a su lado, por si acaso John tambien se burlaba de el.
Vincent Hahn guardo silencio.
– ?Puedes describir su ropa?
Silencio.
– Lo querias proteger de John, ?es eso lo que quieres decir?
– Ahora se que tenia razon.
– ?Razon de que?
– De vengarme. Justicia.
– ?Que paso con el hombre y John?
– Se fueron con el abeto de Navidad.
– ?Adonde?
Su rostro adquirio ahora una expresion de dolor. Se hundio en la silla y cerro los ojos. Haver miro el reloj. Habian hablado durante quince minutos. ?Cuanto tiempo mas aguantaria Hahn?
– ?Quieres un poco de zumo?
– Se fueron hacia la escuela, bajo la boveda -continuo Hahn inesperadamente rapido-. Alli resonaba cuando alguien gritaba.
Haver habia estado en la escuela de Vaksala dando una charla sobre drogas y tenia un claro recuerdo de como era. La escuela tenia una amplia entrada abovedada por la plaza. Dentro se encontraba el patio. En el lado opuesto se hallaba el comedor, que ahora estaba en obras. «De nuevo una obra», penso, y regreso la sensacion que tuvo durante la reunion. Era algo que el habia oido o visto. ?Se trataba de la obra? Una obra en el Hospital Universitario y ahora una obra en la escuela de Vaksala.
– Los seguiste por la boveda.
– A veces olia a mierda en la boveda -afirmo Hahn-, entonces nadie queria entrar.
– ?Pero esta vez lo hiciste?
Un nuevo cabeceo afirmativo.
– John me tiro una.
– ?Que?
– Una bomba fetida.
– Pero no olia a mierda, asi que entraste.
– Pusieron el abeto en un coche y corri para alcanzarlos.
– ?Los alcanzaste?
Vincent alzo la cabeza y miro de hito en hito a Beatrice.
– ?Los alcanzaste antes de que se fueran?
Ella intento dirigirse a el amablemente. Estaba sentado en silencio. Su mirada penetrante la asusto. «Este cerdo ha matado a un colega», penso. Repitio una y otra vez la palabra «cerdo», se fortalecio y le devolvio la mirada.