simpatia. Liselotte Rask hizo un trabajo fantastico, comunico Ottosson. Se mantuvo como una roca en el vestibulo, recibiendo a todos con una mirada y unas palabras que consiguieron que hasta los periodistas mas impertinentes guardaran silencio.

Entonces el jefe de la unidad cambio el enfoque.

– Ahora podemos imaginar como se sentia Berit Jonsson -dijo, y por lo menos el fiscal se sobresalto con sus palabras, pero Ottosson continuo incansable-: La muerte nos afecta a todos, eso es lo unico seguro en la vida. Morir a manos de otro, independientemente de que sea un ladron en un vertedero o un policia al servicio de la comunidad, puede ser lo mismo. No hay diferencias entre el dolor para los supervivientes.

Haver se pregunto que clase de relacion habia tenido, en realidad, Ottosson con Johny. No nombro a Vivian Molin, estrangulada y metida a patadas debajo de la cama.

– Es cierto -interrumpio Berglund, y todos los ojos se fijaron en el veterano, que rara vez dejaba oir su voz en las reuniones. Dudo antes de proseguir-. Sencillamente tenemos que ser mejores -continuo-. Todos nosotros. Nadie necesita morir como Jan-Erik, Vivian Molin o Johny; estamos de acuerdo en eso. Nosotros creamos a los asesinos.

Las palabras cayeron como una bofetada. Ottosson arqueo las cejas. Fritzen parecia sorprendido.

– ?Que quieres decir? -pregunto el fiscal-. No creo que sea el momento oportuno de venir con teorias caseras sobre el peso de la culpa y la incapacidad de la sociedad.

– Siempre es una buena oportunidad -insistio Berglund, ahora con un tono mas tranquilo-. Es nuestro trabajo y nuestra responsabilidad el preguntarnos constantemente que podriamos haber hecho para evitarlo.

El fiscal intento interrumpirlo de nuevo, pero entonces Lundin carraspeo.

– Quiero oir lo que Berglund tiene que decir -sostuvo.

– Estuve otra vez en casa de Oskar Pettersson en la calle Marielundsgatan, el que conocia a Johny y a sus padres. Es una persona inteligente -conto Berglund, y miro a Fritzen-. Hablamos el mismo idioma. La mayor parte de vosotros venis de fuera, aunque la cuestion es parecida en toda Suecia; pero vosotros, ademas, sois muy jovenes. Hay una cultura al margen de las escuelas y las universidades. Oskar Pettersson representa una de ellas. Creo que en el barrio donde Johny crecio en un tiempo hubo una cultura que se resistia ante la locura de hoy en dia. Claro que tambien habia robos en los anos cincuenta y sesenta, pero tambien habia una resistencia que hoy no existe.

– ?Que clase de resistencia? -pregunto Sammy.

– Por un lado, la de la gente normal y, por otro, la de los dirigentes.

– Suecia ya no es lo que era -dijo Riis-, ha venido cantidad de gente de otros lugares. Es normal que haya jaleo.

Berglund volvio la cabeza y observo a Riis.

– Ya se que no te gustan los inmigrantes, pero tanto Johny como Vincent Hahn son productos del pais. Creo que la soledad destroza a las personas. Hay tal desfase entre los suenos y las posibilidades que la gente se estropea. ?En que sonabamos?, ?en que sonaba Oskar Pettersson?

El silencio se volvio ensordecedor. Pocas veces, o nunca, se planteaban esas preguntas. El fondo era negro: tres litros de sangre en la calle, un colega muerto. Berglund sintio que no estaba capacitado para formular lo que sentia en su interior, lo que habia experimentado en casa del viejo cementero. Fue algo en la historia de los trabajadores de los hornos de los Talleres Ekeby. Fue en ese punto en el que los pensamientos tomaron fuerza, pensamientos que se fortalecieron durante el paseo de vuelta a casa. Durante la ultima visita, Pettersson se acordo mas de Johny y su familia. Repleto de historias, el jubilado trabajador de la construccion describio la sociedad como una utopia hundida. Berglund sobre todo habia escuchado. Habia algo en la conversacion de Pettersson que le hizo ampliar sus razonamientos mas alla de lo cotidiano. La conversacion iba hacia atras y hacia delante en el tiempo. Aparecian contextos inactivos, ocultos, pero no obstante muy conocidos. Deseo conservar los pensamientos, profundizar en ellos y perfeccionarlos, pero comprendio sus limitaciones.

– No se trata de los cabezas negras -protesto Riis enfurrunado.

– Lo que dices tiene un punto -dijo Sammy Nilsson-. Yo he sentido lo mismo. No creo que se trate de una cuestion de edad, ni siquiera de una cuestion de grupos sociales.

– Ahora me parece que estamos desvariando -observo el fiscal.

– Alto ahi -asevero Ottosson, y miro a Fritzen-, tenemos que poder hablar. Somos policias, no reservistas con resaca haciendo guardia fuera de un superfluo deposito movil en el bosque.

No estaba muy claro de donde habia sacado Ottosson su simil, pero a la mayoria le gusto lo que dijo. Hasta Riis esbozo una mueca.

– Mirad a los chavales de Gottsunda o Stenhagen -continuo Sammy-. Lo perdidos que estan. Cada vez dudo mas de mi eleccion laboral. Quiza deberia ser entrenador de boxeo o algo parecido. Entrar en la lucha cuerpo a cuerpo como esos del UIF, que hacen un trabajo increible con chavales que tienen apellidos que nadie sabe deletrear. Seria mejor desde el punto de vista socioeconomico. Los politicos dan la tabarra con el desempleo y la segregacion, pero no hacen nada, viven en su mundo.

– Asi son las cosas -retomo Berglund-. No viven alli, no conocen a ningun inmigrante, estan asustados. Luego, cuando todo explota, nos envian a nosotros.

Fritzen hizo ademan de levantarse, pero volvio a hundirse en la silla.

– Esto suena como un mitin de izquierdas de los anos setenta -afirmo.

– ?Estuviste en alguno? -pregunto Ottosson.

– Prefiero no tener nada que ver -comento el fiscal, y aqui surgio un abismo que todos en la habitacion comprendieron que seria dificil de superar. Tenian buena experiencia con Fritzen, pero ahora entraba un nuevo factor en juego: la politica. No la rina partidista, sino las cuestiones fundamentales sobre el contexto.

– Tendremos que hablar mas sobre esto -dijo el jefe de la unidad en un intento por rematar de una forma adecuada-, pero ahora vamos a ocuparnos de los datos relevantes. Propongo que Haver y Beatrice interroguen a Hahn. Parece estar en una condicion muy precaria y tendremos que avisar a un medico. Ola, ?te puedes ocupar de eso?

Haver asintio con la cabeza.

– He hablado con Liselotte -prosiguio Ottosson-, y tendremos rueda de prensa manana a las nueve de la manana. Ella y el comisario jefe se encargaran. Ya se lo que pensais, pero el insistio en acudir. La cuestion es si Hahn tiene algo que ver con Johny. Personalmente me cuesta creerlo. Es una coincidencia que fueran al mismo tiempo a la escuela de Vaksala.

– Dijo que conocia a Johny -apunto Sammy Nilsson-. Y sabia que John murio apunalado.

– Lo ha podido leer en el periodico.

– Sin duda… Si, no se, parecia tan satisfecho.

– ?Tenemos algo mas sobre el cuchillo del Hospital Universitario? -Ottosson cambio de tema.

– No, hemos intentado establecer donde se pudo comprar -indico Sammy-, pero ha sido en vano. Probablemente venga del extranjero.

Riis sonrio burlonamente y Sammy lo miro, pero no se dejo provocar, sino que prosiguio.

– Creo a Mattias cuando dice que lo robo del coche de alguien que acudio al hospital por algun motivo.

– ?No hay una obra cerca? -pregunto Berglund-. Al tratarse de una furgoneta.

– Si, pero esos tipos tienen aparcamiento propio.

Haver hizo un movimiento con su mano, como algo reflejo, pero la bajo de inmediato. Ottosson, que vio el movimiento, se lo quedo mirando expectante.

– No, no era nada, solo he tenido un flashback -explico.

– ?Del hospital?

– No se. Quiza de la obra. Ya sabeis como es.

Se hundio pensativo en la silla. Intento excluir a los demas, depurar sus asociaciones: el hospital, el aparcamiento, la obra, la furgoneta, el cuchillo. Alineo las palabras frente a si, pero unicamente eran las imagenes evidentes las que pasaban como un relampago, todo lo que ellos ya habian comprobado y machacado.

– El interrogatorio con los jugadores de la partida de poquer se puede dar por concluido -informo Bea-. Labios esta internado en una clinica desde noviembre y al parecer no ha salido de ahi desde entonces. Los companeros de Kalmar iran hoy a hablar con el. Ahora solo nos queda Dick Lindstrom. Hemos pedido ayuda a Holanda para localizarlo. En realidad no hay nada que ate a ninguno de ellos con John. Todos tienen una coartada la noche en la que desaparecio, aunque a un par de ellos les costo contarla.

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