verano cortando madera y entreteniendose en el huerto. Berglund era un tipo tranquilo y un gran recurso gracias a su conocimiento de las personas y su habilidad para ganarse la confianza de la gente.
Fredriksson era un enamorado de la naturaleza al que le desagradaban las prisas y el cada vez mas brutal dia a dia. Ademas, a veces mostraba tendencias algo racistas; no eran sermones conscientes sobre la superioridad de la raza blanca, sino mas bien una confusion sobre el estado de las cosas. No comprendia el desarraigo de los jovenes de procedencia extranjera que cada vez con mas frecuencia figuraban en los archivos de la policia. Sammy llegaba a enfurecerse cuando Fredriksson salia con sus generalizaciones, y surgian pequenas peleas que siempre finalizaban con Fredriksson diciendo: «Tu sabes que no era eso lo que queria decir».
«Por eso somos buenos -siguio pensando Lindel!, y empujo el cochecito unos cuantos metros mas-. Si tuvieramos una educacion mas fina seriamos peores policias.» Era posible que lo hubiera en otros distritos, pero en Uppsala, la ciudad del conocimiento, los policias eran como la gente normal.
Sammy podia encargarse de los jovenes, no por su espiritualidad, muchas veces ni siquiera era metodico o agudo, sino por que era alguien al que los chicos de la calle respetaban. Nada de chorradas, nada del rollo social, sino las cosas claras. Lo necesitarian a jornada completa, junto con una docena de colegas igual de dispuestos de Gottsunda, el barrio mas poblado de Uppsah donde la direccion habia tenido la genial idea de cerrar la comisaria de policia. «Es un eslabon mas en el desarrollo de la policia de proximidad -lanzo un colega quisquilloso en una reunion matinal-. Colocad ahi a Sammy Nilsson y los destrozos, los grafitos, los robos, las amenazas y el miedo de la gente descendera drasticamente.»
Ann Lindell sonrio para si. Su autosuficiencia relucia, irradiaba, a traves de su razonamiento y sabia que era para justificar su propia excursion policial privada. Intentaba convencerse de que el resto de la unidad hubiera actuado igual.
Naturalmente no era asi. Su investigacion privada no era compatible con una buena etica, ella lo sabia. Ottosson estaria seriamente preocupado por su ocurrencia. La mayor parte de sus colegas moveria negativamente la cabeza. Pero ?que deberia haber hecho? Lennart deseaba hablar con ella y con nadie mas. ?No era su obligacion como ciudadana ayudar? Y Lennart no vivia lejos de Berit.
A Lindell le resultaba dificil comprender a Berit. Era posible que ella, tras esa expresion de sorpresa en su bonita cara marcada por el dolor, ocultara conocimientos que no deseaba compartir con la policia, sin importar cuanta «conversacion de amigas» hubiera. Antes que nada, deseaba proteger a su hijo y luego la memoria de John, dos caras de la misma moneda. ?Sabia donde estaba el dinero del poquer? ?Habia tenido alguna relacion con otro hombre? ?Eran los celos, quiza mezclados con el deseo de dinero, el motivo del asesinato? A Lindell le resultaba dificil ver la forma en la que Berit podia haber contribuido al asesinato de su esposo, o que un amante despechado estuviera detras, un hombre con el que habia tenido una relacion y al que luego habia rechazado. Lindell creia en la fidelidad de Berit. Deseaba creer en ella y jugaba con la idea de que quiza podrian verse en mas ocasiones. Berit parecia sensata, de trato directo y seguro, y tambien tenia buen humor.
Coloco el cochecito en el portamaletas. Erik se desperto al atarlo a la sillita. La miro con sus grandes ojos. Ella le acaricio la mejilla.
30
Sabia que, en cierta manera, la muerte de John estaba relacionada con el. No podia ser una coincidencia que se castigara a dos torturadores. Se hacia una especie de justicia.
Vincent apenas tenia vagos recuerdos de los primeros cinco, seis anos de escuela. Se las habia apanado aceptablemente. Los problemas comenzaron en secundaria. No sabia que fue lo que creo la sensacion de estar excluido, pero muchas veces se manifesto de forma fisica, como cuando sus companeros de clase evitaban tocarlo. Los juegos corporales de los ninos le pasaron de largo. Busco la compania de las ninas, pero era demasiado extrano para lo aceptaran plenamente. En tercero de secundaria abandonaron los juegos mixtos, que cada vez les parecian mas infantiles, y los sustituyeron por un posicionamiento en el grupo, una busqueda de los roles tradicionales. Fue entonces cuando Vincent no encajo. No era guapo ni encantador, solo poseia un silencio que las chicas muchas veces apreciaban como contraposicion a las revelaciones altisonantes y sucias de los otros chicos. Pero a la larga lo aislaron y quedo descartado.
Habia intentado aproximarse a Gunilla. A veces se hacian compania un rato, de camino a la escuela. No eran amigos, pero Vincent se sentia comodo con ella, era alguien con quien se podia hablar. En la mayoria de los casos sus caminos se separaban en la verja de la escuela, e incluso ella apresuraba el paso antes de doblar la esquina en Tripolis y ver la verja de hierro forjado,
Fue durante un recreo cuando el le hablo sobre su padre, de que lo golpeaba. El origen fue un moraton en el cuello, justo debajo de la oreja izquierda. Algunos aseguraron que Vincent tenia un chupeton. Otros apenas le prestaron atencion. Gunilla se acerco a verlo, no como los otros y sus miradas sarcasticas, preparadas para chistes inoportunos, sino que estudio con interes el hematoma. Toco con cuidado el cuello con un dedo. Un ligero contacto durante un segundo.
Fue entonces cuando lo dijo:
– Mi papa me pega.
Ella retiro la mano y lo miro asustada. Durante un instante tambien creyo ver algo mas, antes de que la expresion de ella cambiase.
– A Vincent lo zurran en casa -grito de inmediato en el pasillo, justo antes de que se reunieran para entrar en clase. Todas las miradas se dirigieron hacia el.
– ?Eres desobediente o te haces pis en la cama? -pregunto uno de los chicos.
– Pobre Vincent -dijo otro-, ?te azotan en el culo?
Gunilla habia triunfado. Luego llego el profesor y abrio la puerta de clase. Vincent recordo que hablaron de las amebas.
Con John habia sido distinto. El iba a otra clase, pero tenian algunas asignaturas en comun. Todo empezo en las clases de administracion domestica. Tanto Vincent como John pasaban desapercibidos. Generalmente los profesores tenian que atraerlos e insistir para conseguir que se expresaran o tomaran alguna iniciativa. Los pusieron juntos a cocer un bizcocho. Mezclaron a tientas los ingredientes siguiendo las instrucciones de la profesora. Desafortunadamente, Vincent volco el cuenco al mezclar un poco mas de harina. Los dos muchachos se quedaron paralizados y vieron como la masa blanca grisacea se escurria por el borde de la encimera al suelo.
La profesora aparecio y por alguna razon penso que John era el culpable del desaguisado. Ninguno de los chicos dijo nada; mucho menos Vincent, que estaba completamente convencido de que recibiria una paliza.
John tuvo que secarlo. A Vincent lo pusieron en otro grupo. Desde ese dia, John odio a Vincent. Con su silenciosa diplomacia podia dirigir a sus companeros de clase hacia una avanzada forma de acoso escolar. Despues de haber sido un desapercibido raton gris, Vincent se convirtio en un blanco legitimo. A partir de ahi todo siguio un mecanismo automatico. Una vez se quejo ante su tutor, y a consecuencia de ello el terror aumento aun mas.
Supo que John estaba detras de todo, a pesar de no haber intercambiado ni una sola palabra con el y de que John nunca participo de forma activa en el acoso.
Ahora estaba muerto y Vincent, satisfecho. Gunilla no estaba muerta, pero si bien asustada. Nunca lo olvidaria. El miedo la acompanaria.
La confusion de la manana se habia transformado en una especie de armonia onirica. Sabia que estaba en el buen camino. El cable de telefono alrededor del cuello de Vivian, su mirada asustada y su respiracion silbante le habian sentado bien. Se habia callado demasiado rapido. Sus ojos, que al principio unicamente habian reflejado desconfianza y luego se llenaron de panico, le hicieron reir. Eso fue lo ultimo que ella vio, su desternillante y maloliente boca. El habia deseado prolongar la risa. Descontento, habia pateado su cuerpo, lo habia pateado hasta meterlo debajo de la cama.
John habia muerto con un cuchillo. «Repetidas punaladas», publicaba el periodico. Vincent supuso que su mirada estuvo igual de asustada que la de Gunilla y Vivian. ?Tenia un ayudante? Una fuerza silenciosa que se vengaba sin que el lo supiera, ?o habia estado el alli? Se sintio cada vez mas inseguro. No era la primera vez que se le olvidaban las cosas, sobre todo cuando se irritaba. Quiza habia estado alli y habia apunalado a John.