volado los sesos.
Supuso que se trataba de Vincent Hahn, que estaba en orden de busqueda desde la manana por el asesinato de una mujer en Johannesback, aunque solo tenia un ligero parecido con la foto que habia visto.
31
En la comisaria reinaba el duelo. Algunos lloraban, otros se dominaban y apenas hablaban. No podian apartar la mancha de sangre en la calle Svartbacksgatan de sus retinas. Sus pensamientos volaban sin cesar de la mujer de Jan-Erik a sus hijos y se mezclaban con afiladas reflexiones: «Podia haber sido yo». Nadie lo mencionaba -hubiera resultado una falta de companerismo hacia un colega respetado-, pero el pensamiento estaba ahi, impronunciado, estrechando los lazos de afinidad. Incluso las palabras del comisario jefe resultaron sinceras en la corta reunion.
Su voz, un poco astillada, que por lo general sonaba falta de inspiracion, hizo que los colegas lo mirasen con otros ojos. Hablo en voz baja y sin grandes ademanes, y abandono inesperadamente el podio con pasos pesados. Se extendio un silencio paralizador. Un hombre de mediana edad, cuyo rostro resultaba familiar a muchos, subio al estrado.
Era el sacerdote del hospital, que cuando llego la noticia de la muerte se encontraba en la comisaria, ocupado en un asunto privado. Al comprender lo que habia ocurrido se demoro. Liselotte Rask, la responsable de comunicacion, que lo conocia desde hacia tiempo, le pidio que se quedara hasta que crearan el grupo de crisis.
Ola Haver escucho sus palabras, dejando que penetraran en su aturdido cerebro. Fredriksson estaba sentado a su lado con la cabeza inclinada, como si rezara.
Habia sido el primero en llegar a casa de Gunilla Karlsson, por lo que habia pasado informalmente a dirigir de forma automatica la busqueda de Vincent Hahn. Ahora Hahn estaba detenido, pero a que precio.
Fredriksson habia bajado a los calabozos para estudiar al doble asesino. Deseaba verlo. Lo que vio lo enfurecio. Vincent estaba sentado bebiendo te y comiendo un sandwich de queso. Le parecio mal, improcedente, casi indecente.
El guardia del calabozo estaba a su lado y Fredriksson estuvo a punto de abroncarlo, pero se contuvo.
?Vincent Hahn tenia algo que ver con la muerte de Johny? Habia una conexion entre ellos, ya que habian crecido en el mismo barrio y habian ido a la misma escuela. El cuchillo ocupo sus pensamientos. ?Podrian ligar a Vincent con el cuchillo que encontraron en poder del gamberro que aseguraba haberlo robado en el Hospital Universitario?
Sammy Nilsson bajo inmediatamente a ver a Vincent y le pregunto si conocia a Johny. Vincent sonrio mientras asentia con la cabeza.
– El tambien ha muerto -dijo esbozando una sonrisa.
– ?Fuiste tu?
– Murio apunalado -respondio Hahn.
Luego guardo silencio, a pesar de que Sammy Nilsson lo zarandeo, lo levanto del catre y repitio la pregunta. El guardia del calabozo tuvo que echarlo. El guardia se lo conto a Fredriksson.
– A veces le da por reir -conto el guardia-. Creo que esta totalmente pirado.
Fredriksson le habia pedido al guardia que lo llamara inmediatamente si Hahn mostraba senales de querer hablar.
Despues de la reunion Haver encendio el movil. Tras unos segundos sono la senal de un mensaje entrante. Era de Rebecka. Oyo que se esforzaba por poner una voz normal. Le pedia que la llamara.
Telefoneo y Rebecka contesto al instante.
– ?Oh, Dios mio! -empezo-. Gracias a Dios.
– ?Que pasa?
– Lo he oido en la radio -continuo Rebecka.
– Era un colega de Seguridad Ciudadana, no creo que lo conozcas.
– ?Tiene mujer e hijos?
– Si, una nina y un nino. Ocho y cuatro anos.
– Vaya putada -dijo Rebecka, que rara vez maldecia.
– Tengo que irme -corto el.
– Oye, Ola, ?tendras cuidado, verdad?
– Claro, ya lo sabes.
– Me gustaria… -comenzo Rebecka con tacto, pero Haver la interrumpio.
– Tengo que irme. Hasta luego -dijo Haver.
Finalizo la llamada con sentimientos enfrentados. Estaba conmovido por su preocupacion, pero tambien irritado. Habian tenido una gran pelea cuando al fin llego a casa la noche anterior. Se la encontro sentada a la mesa de la cocina en silencio. Le lanzo una mirada gelida. Frente a ella habia una copa y una botella de vino tinto. Haver constato que se habia bebido media botella. Al entrar en la cocina el infierno se desato. Rebecka dijo que le habia irritado que Ann Lindell no se presentara cuando llamo, pero Haver comprendio que esa no era la razon principal de su colera.
Se hizo tarde antes de que se acostaran y el permanecio despierto durante mucho tiempo. Rebecka se estuvo moviendo intranquila en la cama, suspirando y arreglando la almohada. Reino un sordo silencio. Se habian dicho tantas cosas. Habia quedado tanto por decir. A las dos y media se levanto en silencio y se sento durante un rato en la cocina. La botella de vino se encontraba aun sobre la mesa. Rebecka no era asi, ella solia recoger las cosas. Haver se sirvio media copa. Debia dormir. Debia amar a su mujer, hacerle el amor, pero comprendio que primero debian empezar a hablar.
Haver tecleo en el movil el numero de la casa de Lindell. El contestador salto despues de cuatro tonos. El intento de llamarla al numero de movil produjo el mismo resultado. Dejo un corto mensaje pidiendole que lo llamara.
?Por que habia llamado? ?Y por que ella aun no habia contestado? No era normal que estuviera ilocalizable. Su llamada la noche anterior debia de estar relacionada con el trabajo. Ella nunca lo llamaria a casa para hablar de lo que habia pasado entre ellos. ?Y que era en realidad lo que habia pasado?
Haver siguio razonando. Su irritacion crecio. Le embargo la sensacion de que todo pasaba demasiado tarde. La misma sensacion que le habia acompanado en la oscuridad de la noche: habia ido demasiado lejos, tanto en el trabajo como en casa. Se habia adormilado, habia sonado. Una mujer estaba inclinada sobre el y repetia las palabras: «?Por que murio mi hijo?». Una y otra vez. Haver intentaba responder, pero no podia emitir sonido alguno. Sentado, indefenso, y escuchando las jeremiadas de la mujer enlutada, encadenado a una silla de su despacho. Entonces se desperto sudando de angustia. Rebecka estaba dormida. Su respiracion se oia armonica y uniforme, y el habia deseado poder deslizarse por su cuerpo. Se adormilo de nuevo y la pesadilla volvio.
Despues de la reunion, cada uno regreso a sus tareas. Haver estaba indeciso. Ottosson habia convocado una reunion diez minutos mas tarde. El fiscal Fritzen tambien asistiria. Volvio a llamar al numero de casa de Ann y tambien dejo un mensaje ahi. Despues se fue al cuarto de bano y lloro.
Ottosson comenzo por lo que todos sabian: hablo de Jan-Erik, de lo desprotegidos que estaban, pero tambien de todas las flores y los telegramas que llegaban sin cesar.
Era como si el hecho de que se acercara la Navidad hiciera que la gente estuviera mas dispuesta a mostrar su