Y Rakel abrio los ojos y lo vio. Tras la mirada apacible de aquella mujer refulgia el odio. Profundo y ardiente.

– ?Que ha hecho? -pregunto la mujer-. Diganme lo que les ha hecho y yo les dire lo que se de el.

La mujer lo conocia, y no de nada bueno, era evidente. La cuestion era si aquello podria ayudarlos. Rakel no lo creia. Solo el dinero podia ayudarlos, y pronto seria demasiado tarde.

– ?Que sabe de el? Digalo rapido, o nos vamos.

– Se llama Mads Fog. Mads Christian Fog.

Rakel sacudio la cabeza.

– A nosotros nos dijo que se llamaba Lars. Lars Sorensen.

La mujer movio lentamente la cabeza arriba y abajo.

– De acuerdo. Entonces no es seguro que se llame una cosa ni la otra. Tenia otro nombre cuando lo conoci, Mikkel Laust. Pero he visto algunos de sus documentos. Tengo una direccion, y el dueno de esa casa es un tal Mads Christian Fog. Creo que es su verdadero nombre.

Rakel jadeo en busca de aire. ?Habria escuchado sus plegarias la Madre de Dios? Miro a la mujer a lo mas profundo de sus ojos. ?Podian confiar en ella?

– ?De que direccion habla? ?Donde? -Joshua tenia el rostro blanco azulado. Era obvio que no lograba comprenderlo.

– En un lugar del norte de Selandia, cerca de Skibby. Se llama Ferslev. Tengo la direccion en casa.

– ?De donde sabe todo eso? -exclamo Rakel con voz temblorosa. Deseaba creerlo, pero ?acaso podia?

– Ha estado viviendo en mi casa hasta el sabado. Lo eche de casa el sabado por la manana.

Rakel se cubrio la boca con la mano para no hiperventilar. Pero era espantoso. Asi que habia ido directamente de la casa de la mujer a la suya.

Miro la hora con una terrible inquietud, pero se obligo a escuchar como se habia aprovechado el hombre de la mujer que tenia delante. Como la habia embelesado con su naturaleza en apariencia amable. Como habia cambiado de personalidad en un momento.

Rakel asentia con la cabeza en reconocimiento de todo cuanto decia, y cuando la mujer termino su relato Rakel miro a su marido. Estuvo un momento ausente, como si tratase de ver todo desde otra perspectiva, pero despues asintio en silencio. Si, tenian que contarle lo suyo, decian sus ojos. Tenian una causa comun.

Rakel tomo la mano de Isabel.

– Lo que voy a contarle no puede contarselo a nadie en el mundo, ?entendido? Al menos ahora, no. Se lo voy a decir porque creo que puede ayudarnos.

– Si tiene que ver con algun delito no puedo garantizar nada.

– Tiene que ver. Y no somos nosotros los delincuentes. Es el hombre que usted echo. Y es… -respiro hondo y fue entonces cuando reparo en que le temblaba la voz-, para nosotros es lo peor que podia ocurrir. Ha secuestrado a dos de nuestros hijos, y si usted se lo cuenta a alguien los va a matar, ?comprende?

Habian transcurrido veinte minutos, e Isabel nunca habia pasado tanto tiempo en estado de conmocion. Ahora veia todo tal y como era. El hombre que habia vivido en su casa, y que ella por un breve y fervoroso periodo habia considerado candidato probable para convertirse en su pareja, era un monstruo que sin duda estaba dispuesto a todo. Ahora se daba cuenta. De como le parecio que sus manos le apretaban el cuello un poco en exceso, con profesionalidad. De como el acecho a que habia sometido su vida podria haber tenido un desenlace fatal con un poco de mala suerte. Y sentia sequedad en la boca cuando pensaba en el momento en que le desvelo que habia estado recogiendo informacion sobre el. ?Y si la hubiera dejado inconsciente en ese instante? ?Si no hubiera tenido tiempo de decir que habia dado aquellas informaciones a su hermano? ?Y si el se habia dado cuenta de que era un farol? ?De que jamas en la vida habria involucrado a su hermano en sus chapuzas sexuales?

No se atrevia a pensarlo.

Y cuando miraba a aquellas personas conmocionadas sufria con ellas. Ah, como odiaba a aquel hombre. Hizo un pacto consigo misma: costara lo que costase, el tipo no iba a escapar.

– De acuerdo, los ayudare. Mi hermano es agente de policia. Bien es verdad que esta en Trafico, pero podemos hacer que emita una orden de busca y captura. Hay posibilidades. Podemos distribuir el mensaje por todo el pais en nada de tiempo. Tengo la matricula de su furgoneta. Puedo describirlo todo con bastante exactitud.

Pero la mujer que tenia delante sacudio la cabeza. Deseaba hacerlo, pero no se atrevia.

– Le he dicho antes que no podia decirselo a nadie, y lo ha prometido -dijo por fin-. Quedan cuatro horas para que cierren los bancos, y para entonces debemos reunir un millon en metalico. No podemos quedarnos mas tiempo aqui.

– Escuche: se tarda menos de cuatro horas en llegar a su casa si salimos ahora.

Rakel volvio a sacudir la cabeza.

– ?Por que cree que habra llevado alli a los ninos? Seria la mayor estupidez que podria cometer. Mis hijos pueden estar en cualquier parte de Dinamarca. Puede haber pasado la frontera con ellos. En Alemania tampoco hay nadie que controle nada. ?Comprende lo que quiero decir?

Isabel asintio con la cabeza.

– Si, tiene razon.

Miro al hombre.

– ?Tiene un movil?

El hombre saco un telefono del bolsillo.

– Este -dijo.

– ?Y esta cargado?

El hombre hizo un gesto afirmativo.

– Y usted ?tiene tambien otro, Rakel?

– Si -respondio la mujer.

– ?Y si nos dividimos en dos grupos? Joshua intenta conseguir el millon y nosotras dos salimos en coche para Selandia. ?Ya!

Los dos conyuges se miraron un momento. Que bien entendia a aquella pareja. Isabel no tenia hijos, y aquello le causaba pesar. ?Que debia de sentirse, entonces, al confrontarse con perder quiza los que se tenian? ?Que debia de sentirse cuando la decision dependia de uno mismo?

– Nos hace falta un millon -dijo el hombre-. La empresa vale mucho mas, pero no podemos ir sin mas al banco y hacer que nos den el dinero, y desde luego no en metalico. Quiza fuera posible hace uno o dos anos, cuando corrian mejores tiempos, pero no ahora. Por eso tenemos que recurrir a la comunidad, y es muy arriesgado; aun asi, es lo unico que podemos hacer para reunir esa suma.

La miro con ojos penetrantes. Su respiracion era irregular, tenia los labios algo azulados.

– A menos que pueda ayudarnos. Creo que podria hacerlo, si quisiera.

En aquel momento, Isabel vio por primera vez al hombre oculto detras de aquel que era conocido por lo bien que lleva su negocio. Uno de los mejores ciudadanos del Ayuntamiento de Viborg.

– Llame a sus superiores -continuo con la mirada triste- y pidales que llamen a la Agencia Tributaria. Diga que hemos pagado por error y que tienen que volver a transferir el dinero a nuestras cuentas inmediatamente. ?Puede hacerlo?

Y de pronto tenia la pelota sobre su tejado.

Cuando tres horas antes entro a trabajar seguia sintiendose desorientada. Indispuesta y de mal humor. La autocompasion habia sido su fuerza motriz. Ahora no podia ni recordar aquellos sentimientos, aunque lo hubiera querido, porque en aquel momento lo podia todo, lo queria todo. Aunque le costara el empleo.

Aunque le costara mas que eso.

– Voy a ponerme aqui al lado -dijo-. Procurare hacerlo tan deprisa como pueda, pero va a llevar su tiempo.

Capitulo 26

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